Por Alfonso de la Vega
En un comentario reciente sobre el problema de la necesidad de mantener la identidad propia para conservar la supervivencia nacional española explicaba que las instituciones europeas y españolas actuaban como si se hubieran embarcado en un proceso de disolución catastrófica que nos llevara a la progresiva desaparición como naciones. Y decía que aquí en el reino de España las fuerzas “patrióticas” sin liderazgo adecuado o suficiente organización y coherencia geoestratégica se neutralizan entre sí con escaramuzas o guerra de guerrillas y hoy por hoy se muestran incapaces de siquiera parar y menos aún revertir esta deriva. El interés nacional debiera aplaudir o al menos no criticar tanto a Sánchez cuando, por lo que sea, va y acierta.
Hablando de coherencia y visión geoestratégica, hace unas semanas fueron las críticas a Sánchez por no querer aceptar el “trágala perro” de Trump con motivo del famoso 5 % de presupuesto en defensa. Asunto en el que Sánchez tenía doble razón, tanto por el fuero como por el huevo. Aparte de que si se dedicase esa partida en unos futuros presupuestos que de momento están solo en la concupiscencia de los autores, lo sensato para el interés español sería que ese enorme esfuerzo sirviera para proteger nuestras actuales debilidades en el Sur.
Hay que reconocer también que en este caso y sin que sirva de precedente para otras calamidades también Yoli Díaz estuvo acertada.
Otro asunto es el de China. Los mismos que critican que Huawei pueda hacerse con información sensible de nuestros secretos más o menos de polichinela o de material escabroso para chantajear a nuestros honradísimos y castísimos próceres les parece muy bien que lo tengan los EEUU, la OTAN, la UE o Israel.
¿Por qué? Serán prejuicios o intereses no todos limpios porque de momento, al menos que se sepa, los chinos no se portan peor con nosotros que esos pretendidos aliados a los que debemos tantos desastres actuales e históricos.
China es todo un universo propio que ha experimentado un proceso histórico prodigioso. Es la gran potencia emergente y nos conviene tener buenas relaciones con ella. Incluso si acaso se diese la posibilidad de que adoptase el español como lengua de relación internacional con preferencia al inglés propio de sus enemigos históricos, que también son los nuestros, tendríamos una enorme baza geoestratégica futura para mantener nuestra propia soberanía y hacer una política autónoma en la medida de lo posible y no vasalla como vergonzosamente ocurre ahora. Por no hablar de la estulticia rastrera y cegata de nuestros paletos próceres sojuzgados de hablar en inglés en vez de defender nuestra lengua, la segunda más hablada en Occidente. Otra de las mayores insensateces de la Monarquía, que es difícil pueda estar peor aconsejada.
Otro motivo actual de críticas es que Sánchez haya sido apartado de la firma de plañideras europeas comanditarias contra el anunciado encuentro en Alaska entre los presidentes de EEUU y Federación Rusa acerca del posible fin de la guerra de Ucrania. Aunque haya sido una carambola seguramente no debida a la inteligencia del gran líder, el caso es que de seguir así dibujaría una posición más conveniente para España, a la que le beneficiaría llevarse lo mejor posible con Rusia. Un pueblo que, por cierto, también tiene como enemigo histórico el mundo judío anglosajón, autor de su leyenda negra lo mismo que la nuestra.
Tal como están las cosas a la nación española le interesaría volver a su sabio estatuto histórico de neutralidad e irse desmarcando en la medida de lo posible, y que la dejen, de las nefastas ataduras de la UE, la OTAN y la dependencia colonial de Norteamérica.
Se puede abrir una ventana de oportunidad, que desde luego pueden cerrarla a bombazos como con el magnicidio de Carrero o el 11M, de modo que la idea de abrirse a nuevas perspectivas de futuro, como en el caso de China iniciase el presidente Nixon, en sí misma es buena aunque haya sido promovida ahora con otros fines y por un personaje que se mueve por instinto de supervivencia personal más o menos a la desesperada.
Desde una perspectiva de recuperación de soberanía y con una visión geoestratégica de largo plazo los BRICS pueden resultar una mejor opción para nuestra patria que el actual ruinoso vasallaje que padecemos.
Sin embargo, en general la oposición dentro del régimen está a verlas venir y los “patriotas” carecen de discurso geoestratégico alternativo.
Así nos va y nos seguirá yendo si la Providencia divina no nos ayuda.