sábado, julio 26, 2025
InicioOpiniónColaboradores¡Viva Santiago Matamoros!

¡Viva Santiago Matamoros!

Por Alfonso de la Vega

Lo de la Ofrenda al Apóstol no deja de ser una reliquia de un tiempo pasado. Hay que hacerse a la idea que las cosas ya no son como eran y que en los últimos tiempos los cambios se vienen acelerando vertiginosamente. Los 25 de julio eran una celebración de carácter polisémico. Pero sobre todo tenían un componente de reivindicación de España y de su papel en defensa de la Cristiandad, invencible bastión europeo contra las agresiones de la morisma. Las hordas del Bloque aprovechaban también el eco mediático para hacer tumultuosa propaganda de su fementida patria gallega contra España haciendo el paripé de oponerse al PP cara a la galería. Otrora, el 25 de julio era una fiesta nacional, la de Santiago Matamoros, el apóstol patrón de España, no solo de Galicia. Ahora se disimula esta cuestión para no herir los pudibundos sentimientos no ya solo de obtusos nacionalistas de todo partido, sino también de los nuevos invasores agarenos, inconveniente quinta columna cuando no delictiva de trinca paguillas adictos a la sopa boba. Sí, en puridad, hoy el pobre Santiago sería denostado como facha, ultraderechista, xenófobo, racista, casposo, españolista u otras zarandajas por las repugnantes zurdas españolas mercenarias del gran Capital a las que no les gusta que se le recuerden que nuestros heroicos antepasados necesitaron ocho siglos y nada menos que el apoyo celestial para terminar de echar a los invasores.

Hoy la cosa ha devenido en farsa oficialista de ritos casi vaciados de significado. Ni siquiera la virtuosa princesa recién condecorada se molesta en venir. Sin embargo, la festividad de Santiago Apóstol tuvo gran importancia en su momento. Era festivo en toda España como el mismo 18 de julio. En los 25 de julio de ahora se confunden una amalgama de diferentes mitos, arquetipos y planteamientos históricos, pero empequeñecidos como una caricatura de lo que fueron. Por desgracia, hoy casi todo se encuentra tergiversado, descontextualizado como si Galicia hubiese sido siempre una isla sin apenas contacto con el resto de España o de la civilización occidental. Si bien ahora no hay locura posmoderna neomarxista de ingeniería social que las huestes de Feijoo o ahora de Rueda no adopten encantadas para sus fines particulares.

La invención del sepulcro de Santiago no es del todo original. El antiguo tema tradicional de la muerte aparente del Sol en Poniente, en el finisterrae geográfico, ya existía en la religión egipcia faraónica. Bien es verdad que la causa de la España cristiana necesitaba un buen motivo de carácter mítico o religioso para defenderse del Islam invasor y guerrero. Una de las misiones del mito desde el punto de vista espiritual es mover la voluntad e inspirar conductas. En el caso de la España y Europa amenazadas por el Islam, era la defensa de las propias tradiciones cristianas frente al violento fanático invasor. Entonces los españoles no estaban tan idiotizados como hora. Problema otra vez de plena actualidad por las nuevas invasiones promovidas por el sionismo y la plutocracia internacional. Su corolario militar entonces fue el heroico Santiago Matamoros del famoso lema militar ¡Santiago y cierra España! Hoy el pobre apóstol sería detenido por las pundonorosas fuerzas de Marlasca.

Frente a la del Apóstol peregrino, la promoción de la iconología de Santiago Matamoros, también en la artesanía compostelana del azabache, procede de Felipe II cuando trataba de combatir los abusos y granjerías contra los peregrinos sufridas durante el camino de Santiago para lo que arbitró las disposiciones adecuadas.

El mítico Santiago, patrón de España y auxiliar de sus ejércitos en defensa del territorio contra el Islam tenía una pareja dual, San Millán. Porque la pareja cristiana Santiago y San Millán es trasunto actualizado del mito pagano de Cástor y Pólux, los Dioscuros. Que también, montados en sendos caballos blancos, combatieron con resultado decisivo a los enemigos de sus fieles invocadores de socorro. Pero cabe rastrear este mito aún más lejos: la antigua India de los Vedas. Acaso el que posee más componente metafísico. Entre los dioses solares de la tradición védica se cuentan los Azvines, gemelos que abrían camino a la Aurora. Los Azvines védicos son piadosos, pero si a veces rompen las huestes enemigas y desbaratan a los rakshas o demonios, igual que Cástor y Pólux con los enemigos de sus fieles, o Santiago y San Millán a la morisma, es con la intención de amparar a los que imploraron su favor en momentos de tribulación. La iconología ecuestre de Santiago también es semejante a la del avatar Kalki. Probablemente, como en tantos otros casos, el mito cristiano medieval de Santiago puede tratarse de una “porfidización” mitológica o de una simple adaptación de mitos anteriores, en este caso de la mitología griega o la tradición védica, a las necesidades del Cristianismo de la época. Lo que no se contradice con que sea un arquetipo colectivo al modo junguiano que adopta diversos nombres o figuras según las tradiciones: La aspiración humana a ser ayudado por enviados del Espíritu en graves momentos de peligro. Entre nosotros, el recurso a la protección de Santiago era necesario por la amenaza del Islam. Una forma de aglutinar el ideal común de resistencia de los distintos reinos medievales cristianos frecuentemente enfrentados entre sí. Con las nuevas invasiones musulmanas hoy el problema sigue siendo acuciante.

En el llamado acto de Ofrenda al Apóstol un prócer político va a la catedral y pide a Santiago ayuda para sus fines. Algunos no podrán por menos de resaltar cierto anacrónico resabio teocrático de renovación de la legitimidad del Poder. Existen similitudes con otros ejemplos de pretéritas y arrumbadas civilizaciones históricas. Así las reminiscencias faraónicas egipcias del dios Amón. O las imperiales chinas de la dinastía Ching en el pequinés Templo del Cielo.

Pero, ¿tiene hoy algún valor recordar lo del mito de Santiago? 

El mito no es enemigo de la ciencia como sostenía Ortega y lo hacen, en general, casi todos los progres modernos. Por el contrario, defiendo la concepción clásica tradicional del mito como vehículo de transmisión e iniciación de verdades espirituales de singular importancia para la conformación de la conducta humana. En cierto modo el mito de Santiago, tanto en sus luces como en sus sombras antes comentadas, sigue siendo de actualidad. España se encuentra nuevamente amenazada. Incluso parecen abundar más los traidores “don opa”y mercenarios varios dedicados a favorecer la causa del enemigo que los que aún desean defender a la Nación y a la Tradición española, cristiana, ilustrada y libre. El Cristianismo, la genuina Tradición, la Ilustración, son fuerzas declinantes en el Occidente avasallado por la construcción del NOM, como también está gravemente amenazado todo lo que tiene que ver con lo Sagrado, las Humanidades o la Cultura. Las realidades históricas pretenden ser sustituidas por fanáticas y sectarias memorias sesgadas e impuestas por la violencia de leyes inicuas. Las instituciones no nos defienden. Es por eso, que muchas personas sensibles en todo el mundo sienten una especie de orfandad ante el fracaso institucional para protegerlas. Y buscan con urgente necesidad un auxilio espiritual exterior en su propia batalla personal semejante a la de Santiago en Clavijo.

La aspiración humana a ser ayudado por enviados del Espíritu en graves momentos de zozobra, peligro o aflicción forma parte de nuestras naturalezas psicológica y afectiva más profundas. El Espíritu debe seguir vivo si queremos sobrevivir. Tal es la principal fuerza en el combate. El escenario de la batalla también está en nuestra conciencia que los mitos ayudan a esclarecer, así como a conmover la voluntad. 

Todas estas cosas están siendo arrumbadas por unos poderes que reniegan de la Tradición y que ponen en peligro nuestra supervivencia. Es incoherencia manifiesta celebrar la fiesta de Santiago Matamoros y a la vez promover la actual política.

 

EsDiestro
Es Diestro. Opinión en Libertad
Artículo relacionados

Entradas recientes