El Monte Rainier, un volcán activo ubicado en el estado de Washington, Estados Unidos, sigue siendo el centro de atención mundial debido a un enjambre sísmico sin precedentes, el más grande jamás registrado en esta montaña. Con más de 1.000 terremotos detectados desde su inicio el 8 de julio, los expertos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) están en alerta máxima, evaluando si este fenómeno podría presagiar una erupción potencialmente devastadora.
El enjambre comenzó en la madrugada del 8 de julio con una serie de pequeños terremotos de baja magnitud que se originaron a niveles poco profundos bajo la cumbre del Monte Rainier. Según el USGS y la Red Sísmica del Noroeste del Pacífico (PNSN), al menos 1.010 eventos sísmicos han sido registrados hasta el 25 de julio, con magnitudes generalmente inferiores a 2, y algunos tan pequeños como magnitud 0, lo que los hace imperceptibles para la mayoría de las personas sin equipos especializados. Este enjambre supera cualquier actividad sísmica previa documentada en el volcán, marcando un hito en su historia monitoreada.
El Monte Rainier, con sus 4.392 metros de altura, es considerado uno de los volcanes más peligrosos de Estados Unidos debido a su extenso manto glacial, su altura significativa sobre los valles circundantes y su historial de actividad sísmica e hidrotermal. Los glaciares que cubren sus laderas podrían derretirse parcialmente durante una erupción, desencadenando flujos de escombros y lodo capaces de recorrer decenas de kilómetros y afectar a cientos de miles de personas en áreas urbanas como Tacoma y Seattle, ubicadas a menos de 100 kilómetros del volcán. Aunque no ha habido una erupción significativa en los últimos 500 años, los expertos advierten que su potencial destructivo lo convierte en una amenaza latente.
La sismicidad en el Monte Rainier se caracteriza por enjambres de microterremotos bajo su cumbre, eventos más profundos en la Zona Sísmica del Oeste de Rainier (WRSZ) y temblores superficiales relacionados con el movimiento de glaciares. Sin embargo, la intensidad y duración de este enjambre actual han elevado las preocupaciones, especialmente porque no se han observado cambios notables en deformación, infrasonido o imágenes de webcams, lo que dificulta predecir su evolución.
El USGS mantiene el nivel de alerta y el código de color del Monte Rainier en VERDE/NORMAL, indicando que, por ahora, no hay evidencia de que la actividad actual represente un peligro inmediato. Sin embargo, el PNSN continúa analizando cada terremoto para determinar su ubicación, profundidad y tamaño. Algunos eventos son demasiado pequeños para ser ubicados con precisión, pero la acumulación de datos sugiere una actividad anómala que requiere vigilancia constante. Los geólogos han destacado que un aumento en la frecuencia o magnitud de los terremotos, junto con cambios en otros indicadores, podría señalar un riesgo de erupción.
Aunque no se han reportado daños significativos hasta el momento, las autoridades locales han intensificado los preparativos. Comunidades cercanas al volcán, como Ashford y Packwood, han recibido recomendaciones para revisar planes de evacuación, mientras que el Parque Nacional del Monte Rainier ha restringido el acceso a ciertas áreas para evitar riesgos. La población ha sido informada sobre la posibilidad de lahars, que representan la mayor amenaza debido a la capacidad del volcán para generar flujos de lodo devastadores incluso sin una erupción masiva.