El pasado 28 de abril, España y parte de Portugal se sumieron en el caos tras un apagón eléctrico sin precedentes, calificado por The Telegraph como «el peor fallo eléctrico en cualquier país desarrollado en los tiempos modernos». Este evento, que paralizó el transporte, colapsó infraestructuras y sumió a millones de ciudadanos en la incertidumbre, no fue un simple accidente técnico, según revela el prestigioso diario británico. En un artículo demoledor, The Telegraph apunta a que el apagón fue el resultado de un «experimento» imprudente del Gobierno de Pedro Sánchez, una maniobra deliberada para probar los límites del sistema eléctrico con un aumento forzado de la dependencia de las energías renovables, en preparación para el cierre de las centrales nucleares a partir de 2027.
Según fuentes comunitarias citadas por The Telegraph, el Ejecutivo de Sánchez buscaba «evaluar hasta dónde podrían aumentar la dependencia» de las energías renovables, acelerando el ritmo de transición energética de manera «imprudente» sin haber modernizado previamente la red eléctrica para soportar las fluctuaciones de estas fuentes intermitentes. Este supuesto experimento, llevado a cabo sin transparencia y sin las salvaguardas necesarias, desencadenó un colapso que dejó sin luz a millones de hogares, detuvo trenes, cerró aeropuertos y paralizó la vida cotidiana en la península ibérica. La falta de preparación técnica y la ausencia de una red moderna capaz de gestionar esta transición son, según el medio británico, una muestra clara de la negligencia del Gobierno socialista.
Lo más grave, sin embargo, no es solo la temeridad de realizar un experimento de tal magnitud sin garantías, sino el intento de encubrimiento que, según The Telegraph, «huele a podrido». Casi un mes después del apagón, el Gobierno de Sánchez ha evadido dar explicaciones claras, ofreciendo respuestas vagas o «absurdas» que carecen de rigor técnico. Mientras el presidente y su equipo han insistido en que «no se descarta ninguna hipótesis» y han desviado la atención hacia un posible ciberataque —hipótesis descartada por Red Eléctrica y autoridades portuguesas—, la verdad, según el rotativo, es que el Ejecutivo conocía los riesgos de su maniobra y optó por ocultarlos.
La respuesta del Gobierno de Pedro Sánchez ha sido un ejercicio de opacidad y manipulación. En sus comparecencias, el presidente ha evadido responsabilidades, insistiendo en que «no hay información concluyente» sobre las causas del apagón, a pesar de que la pérdida de 15 gigavatios en apenas cinco segundos apunta a un fallo sistémico grave que merece una explicación inmediata. Esta falta de transparencia ha sido criticada incluso por la inteligencia artificial consultada por El Mundo, que señaló que Sánchez omitió detalles técnicos clave, como la caída de frecuencia o el disparo de protecciones, mientras la IA pudo reconstruir el evento con mayor claridad.
El Ministerio para la Transición Ecológica, liderado por Sara Aagesen, ha negado rotundamente las acusaciones de The Telegraph, pero no ha proporcionado una narrativa alternativa convincente. Por su parte, Red Eléctrica, dirigida por Beatriz Corredor —una figura cercana al PSOE sin experiencia previa destacada en el sector—, ha sido acusada de obstruir la investigación, negando acceso a datos cruciales que podrían esclarecer el incidente. Esta actitud ha alimentado las sospechas de un encubrimiento deliberado para proteger la imagen del Gobierno, que enfrenta crecientes críticas tanto en España como en el extranjero.
El artículo de The Telegraph no solo expone la irresponsabilidad del Gobierno, sino que también advierte de las consecuencias políticas. Si se confirma que el apagón fue el resultado de un experimento fallido y que el Ejecutivo intentó ocultarlo, «la izquierda española se enfrenta al olvido electoral durante una generación política». La credibilidad de Sánchez, ya erosionada por escándalos previos, queda aún más en entredicho. La oposición, liderada por el Partido Popular, ha aprovechado la ocasión para exigir responsabilidades, acusando al Gobierno de ocultar la verdad y de intentar desviar la atención con la narrativa del ciberataque.
A nivel económico, el apagón ha causado pérdidas millonarias, afectando a negocios, transporte y servicios esenciales. La interrupción del tráfico ferroviario, los retrasos en aeropuertos y el colapso de los sistemas de comunicación han dejado una imagen de fragilidad que contrasta con la supuesta robustez de un país desarrollado. La falta de una respuesta clara y la percepción de que el Gobierno priorizó su agenda ideológica sobre la estabilidad del sistema eléctrico han generado una profunda desconfianza.
El análisis de The Telegraph también desmonta la narrativa de que las energías renovables son intrínsecamente responsables del apagón. Países como Alemania, con una mayor proporción de renovables en su matriz energética, no han sufrido incidentes similares, lo que apunta a que el problema no radica en las renovables per se, sino en la gestión «mesiánica» y poco preparada del Gobierno de Sánchez. La decisión de acelerar la transición energética sin invertir en una red inteligente moderna ha sido señalada como un error garrafal, comparable al desastre de Chernóbil, donde un experimento mal ejecutado tuvo consecuencias catastróficas.
En conclusión, el apagón del 28 de abril no solo expuso la vulnerabilidad del sistema eléctrico español, sino también la irresponsabilidad de un Gobierno que, según The Telegraph, jugó con la estabilidad del país por motivos ideológicos y luego intentó encubrir su error. La falta de transparencia, la negativa a asumir responsabilidades y las evasivas de Pedro Sánchez han agravado una crisis que pudo haberse evitado. Los ciudadanos merecen respuestas claras y medidas concretas para garantizar que un fiasco de esta magnitud no se repita. Mientras tanto, la sombra del encubrimiento seguirá pesando sobre un Gobierno que parece más preocupado por salvar su imagen que por proteger a sus ciudadanos.