El objetivo de la invasión inmigratoria desde la Segunda Mundial – y en España desde mitad de los noventa – es el genocidio (sin comillas) de los blancos europeos mediante el mestizaje y la masiva inmigración a Europa (y a otros países occidentales, tal USA, Canadá y las naciones oceánicas), preferentemente africana y asiática (en ambos casos, la religión mayoritaria es la musulmana). En postreras calendas, acelerón del sionista y macabro, plutócrata y capitalista (neonegrero), parasitario y depredador plan de exterminio mediante paulatina consunción. En España, invasión preferentemente de indios, concretamente amerindios. Más algún negro caribe y magrebíes de toda laya y condición.
La Gran Sustitución…
Se anhela una raza multiculti y tuttifruti, mestizada (incluso, explícitamente, a través de la formación de parejas y matrimonios), pasiva, apaciguada, domesticada, miedosa, alienada, esclavizada, de carácter e inteligencia inferior sobre la cual se pueda gobernar con mayor facilidad, si fuese posible todavía. Tal mente inferior, la futura raza afro-eurasiática, impediría organizarse para llevar a cabo cualquier rebelión, e incluso impediría siquiera darse cuenta de que se está siendo subyugado (el hogaño proscrito Joseph Arthur de Gobineau, autor del bastante sólido Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, estimaba que al cruzar las razas, se eliminarían talentos y características admirables de cada una de ellas).
El mestizaje sustituye a los hombres de cultura por manipulables, muy manipulables mónadas solipsistas y narcisistas, sin raíces y sin identidad, errando, sin pasado y sin futuro. Sin presente. Transformar, entonces, del todo, eugenésica y demográficamente, a los actuales pueblos europeos, totalmente degenerados, en una bárbara y totalitaria granja digital/transhumana sin atisbo de rebelión futura posible.
…Ante tus ojos en directo
Se trata de un poder completo, sin contrapesos, mientras se aniquilan definitivamente probables y posibles focos de resistencia: a saber, la cada vez más porosa soberanía de las naciones europeas (por abajo, «regionalizándolas»; por arriba, «multilateralizándolas»). Pueblos no hace tanto tiempo genética, étnica, racial, cultural, ética y religiosamente asaz homogéneos se metamorfosean en indiferenciados agregados de gentes de todas las procedencias posibles.
Los autóctonos, bajísima natalidad mediante (ains, feminismo, ideología de género y delirio elegetebeí), minorías en su propia tierra. Ciertas ciudades, Madrid sin ir más lejos, mutadas completamente, paradigmas del depravado latrocinio que se está cometiendo ante nuestros ojos en tiempo directo, directísimo. En el peor de los casos, a rebuznar que si teoría de la conspiración y bla, bla, bla. En el “mejor”, que si legalidad e islamización, dos fastuosas y absurdas cortinas de humo que berrean sin cesar los derechoides hispanchistas de Bozalistán, antigua España). Te están robando (sin comillas) tu tierra (y la de tus padres y la de tus hijos) y ni te enteras. Sin más.
En fin.