Una sórdida historia de imbéciles (hombres, Hugo Silva y Mario Casas) contra depravadas (mujeres), la obra maestra de Alex de la Iglesia, Las brujas de Zugarramurdi (Bob Esponja, atracador a mano armada: juas). Los hombres son débiles, necios, torpes, sienten pánico de las mujeres, que a su vez son malas, perversas y manipuladoras, muy manipuladoras. Las dos Gracianas Basterretxeas, la madre (Terele Pávez) y la hija (la «voladora» Carmen Maura), además de Eva (Carolina Bang), la bruja joven, perfectos paradigmas de la hembra contemporánea. Las brujas de Zugarramurdi no es una película: ¡Es la guerra! De sexos, dizque. Con absolutas ganadoras y completos perdedores. Tan hoy.
Aquelarre embozado de fiesta rave
Las dos primeras letras de las diez primeras palabras (baga, biga, higa, laga, boga, sega, zai, zoi, bele, «harma») coinciden con las dos primeras letras de cada uno de los diez primeros números en euskara (bat, bi, hiru, lau, bost, sei, zazpi, zortzi, bederatzi, hamar). Además, la palabra correspondiente a bederatzi (nueve) es bele (cuervo) y la correspondiente a hamar (diez) es harma, cuyo significado en euskara y español coinciden: arma, tiro, ¡pum!
El prodigioso bardo pasaitarra, Mikel Laboa, compuso una de las obras más extrañas y fascinantes jamás habidas en la historia de la música. Me refiero, por supuesto, al Baba Biga Higa. Obra fonético musical, digamos, el uso de onomatopeyas como paradigma de una tenebrosa y aterradora hipnosis.
La fonética gutural y prístina y primordial se hibrida con precisión en la ancestral trama oculta en la película, el matriarcado vasco y por ende universal, deviniendo puro hechizo y trance, casi magia, que te retrotrae eones, a épocas prehumanas y antihumanas antes de la llegada de la civilización (masculina. digamos, sustituyendo a una suerte de atroz y caquistocrático gineceo). Con sólo escucharla. pone los pelos de punta. Con las imágenes de la cinta del director vasco, hipnotizando con irrintzis y txalapartas, acojonado. Si eres hombre, blanco y heterosexual, ni te cuento.
En fin.