El 27 de diciembre de 1870, España se vio sacudida por un suceso que marcaría un antes y un después en su historia política: el atentado contra Juan Prim y Prats, entonces presidente del gobierno. Este suceso, ocurrido en las calles de Madrid, no solo truncó la vida de uno de los militares y políticos más influyentes de la época, sino que también sumió al país en una crisis política de gran magnitud.
Juan Prim, conocido por su liderazgo en la Revolución de 1868 que derrocó a Isabel II, se había convertido en una figura fundamental en la búsqueda de una nueva monarquía para España. Su elección de Amadeo de Saboya como rey de España fue un intento de estabilizar el país tras un periodo de gran inestabilidad. Sin embargo, sus esfuerzos por transformar la política española y su posición prominente lo convirtieron en un blanco para aquellos que veían en su liderazgo una amenaza a sus intereses.
El atentado tuvo lugar cuando Prim regresaba a su residencia en una carroza. Aproximadamente a las siete de la tarde, mientras transitaba por la calle del Turco, fue atacado por un grupo de desconocidos que dispararon contra él. A pesar de que los disparos no fueron inmediatamente mortales, las heridas resultaron ser graves. Prim fue trasladado de urgencia a su casa, donde fallecería tres días más tarde, el 30 de diciembre, debido a las complicaciones derivadas de sus lesiones.
El asesinato de Juan Prim no solo fue un acto de violencia aislado, sino que reflejó las profundas divisiones políticas y sociales que atravesaba España en ese momento. Las investigaciones posteriores al atentado no lograron esclarecer completamente los hechos, dejando espacio a numerosas teorías sobre los verdaderos instigadores. Algunos apuntaron a sectores carlistas que se oponían a la instauración de un rey extranjero; otros sugirieron la participación de antiguos partidarios de Isabel II, deseosos de recuperar su influencia; y no faltaron quienes señalaron a facciones internas del propio gobierno provisional, descontentas con las decisiones de Prim.
La muerte de Prim dejó a Amadeo I sin uno de sus principales apoyos, lo cual contribuyó a la inestabilidad de su breve reinado. Este atentado, más allá de su trágico desenlace, simbolizó la fragilidad de la transición política española y la dificultad de implementar cambios profundos en un país marcado por la polarización. La figura de Juan Prim, recordada por su valentía y su visión progresista, se convirtió en un mártir de la lucha por la modernización de España, aunque su muerte también evidenció los retos y peligros que conllevaba liderar en tiempos de cambio.
Efectivamente. El general Juan Prim y Prats era monárquico. Pero obviamente no era partidario de los nefandos Borbones. Se decantó por la figura de Amadeo de Saboya quien sucedió a la regencia de Francisco Serrano (al que se dedicó la famosa calle en Madrid). El ansia de los Borbones condujo a otra nueva guerra intestina Carlista (Carlos de Borbón). La incompetencia de Isabel II, y sus gobiernos, habían dejado en una situación delicada la provincia de Cuba. Amadeo, quien estaba demasiado ocupado con sus líos de faldas, abdicaría en 1873 y retornó a Italia. En cuanto al magnicidio de Prim se realizaron más de cien autos de procesamiento. Se tomaron más de 2.500 declaraciones. Y el expediente judicial constaba de más de 11.000 folios.
Isabel II era esa Reina obesa adicta al sexo?.
Explicaría eso,la elección de Leticia la ninfómana?
Por qué Leticia es tendencia en Onlyfans,donde hay mujeres que quieren batir records de acostarse con hombres,creen que así se harán famosas,o llegarán a ser Reinas?.
– «Isabel II era esa Reina obesa adicta al sexo?»
No le diré que sí. Y tampoco que no. Fue hija de Fernando VII de Borbón «el ignominioso» o «el rey Felón». Quien como numerosos de sus antecesores (y sucesores) no tenía reparos en demostrar su innobleza. A la menor ocasión traicionando a cualquiera. A Fernando VII la religión organizada lo había bendecido para el papel y casado dos veces sin éxito (pasando el cepillo y exigiendo pingües donaciones). A la tercera vez lo emparejaron con María Cristina de Borbón. La hija de su hermana y sobrina carnal. De ese contrato/enlace nació Isabel II «la castiza».
De la regencia, y buena parte de su reinado, se ocupó su madre desde un «discreto» segundo término. Y, por extensión, los intereses previos creados. Ya que los borbónicos, refractarios por naturaleza a los principios fundacionales de América en 1492, desde que los metieron con calzador en España (en 1700) tenían bula de los agentes de Roma. Así han andado metidos en todo tipo de enjuagues. Incluído el tráfico de personas en África, las explotaciones agrarias esclavistas en Cuba, etc. Como curiosidad, los controladores de Isabel II diseñaron un ritual, en su 13 cumpleaños, para poner la primera piedra en Madrid del Congreso de los Imputados.
Con 16 años aceptó el enlace con su primo Francisco (de Asís) y Borbón alias «Paquita». Su remoquete por el cual el consorte era conocido en sus círculos… y adentros. La madre quería casarla con un Saxe-Coburgo-Gotha (que luego se renombraron como Windsor para despistar a sus súbditos). Sin embargo, el negociado religioso impuso finalmente a «Paquita». Isabel II tuvo doce churrumbeles. La anticoncepción no se estilaba y, además, la crianza se asignaba al personal de la corte y el servicio. Respecto a Francisco «Paquita» se la pasó anhelando que Isabel II compartiera sus amantes, mantenidos y queridos y pidiendo paguita para apaciguar su irrelevancia en Borbonistán. Lo primero no lo conseguía. Lo segundo sí. Pues Isabel II no pagaba con el dinero de las heredadas trapisondas borbónicas (y que en su mayor parte se hallaban en los establecimientos que los apoderados y agentes de la religión organizada tienen repartidos por todo el mundo) sino con el endeudamiento del pueblo. Tradicionalmente analfabeto, oscurantista, dividido y enfrentado en abigarradas y caóticas facciones. Prefabricadas a tal fin al igual que ocurre aún hoy.
«La aristocracia es el gobierno de los mal educados. La democracia es el gobierno de los sin educación». (Chesterton)