Si el cristianismo y la filosofía de Cristo es la creación y el futuro del amor, el satanismo y su pensamiento sirven para honrar y crear la muerte. Dentro de los ritos que fundamentan las constituciones de 1723, con ocasión de la creación de la secta masónica en Londres de 1717, se establece la relación con la religión del antiguo Egipto, siendo que muchos de sus símbolos se usan en sus logias. El amor por la muerte en las religiones paganas es un clamor, así como el sufrimiento, la venganza, pasión desenfrenada, la infidelidad y el asesinato; no hay más que leer las historias mitológicas de la antigüedad. Este dato, aparentemente disparatado, fruto de dementes, explica más de lo que creemos.
La muerte puede ser de muchos tipos: física, emocional y espiritual. Dichos eventos forman parte de la heroicidad legendaria de sus protagonistas. Lo que tienen en común estos personajes mitológicos es su valentía, el modo en el que se sacrifican por lo que quieren, llegando a matar si es necesario, de manera desmedida, muchas veces en vidas que acaban en tragedia. Siendo ese valor lo que les une, los convierte en seres que están destinados a un más allá en el que tienen un asiento de honor, por sus acciones en la existencia, sin importar si el resultado fue bueno o malo para los demás. Ése es el sentido de la vida para esta corriente filosófica y los dioses saben perfectamente quién arriesgó y quién no y a qué precio; nos referimos a los guardianes del inframundo, lo único existente antes de la aparición del cristianismo, donde surgió la importancia del bien y del mismísimo cielo.
Esta idea, que puede ser absurda en estos tiempos, es, sin lugar a dudas, esencial para entender el sentido del este artículo. Dado que los dioses son descritos como seres humanos en un grado extremo (del bien absoluto a la maldad más descarnada), la muerte aparece como lo necesario para la vida; tras una vida de sufrimiento surge una lección en el que el sujeto aprende; tras el fin de ésta, fin incuestionable, llega la noche y la vida regresa con fuerza porque la fuerza de luz (Lucis creator), lo muerto pasa a la historia (sin importar cómo fue ni el dolor que se llegó a provocar ni sus razones). Ello hace que la muerte sea algo muy relativo en su valor, pero al mismo tiempo necesaria para la supervivencia del universo (como vemos un evento que excluye la misma conciencia y el valor de la moral o de la ética más esencial).
Del mismo modo que la muerte adquiere esa nimia expresión semántica (una forma de la manifestación de ciertas figuras superiores), lo que conduce a la misma adquiere el mismo significado. Una de las formas para ello es el dolor y el sufrimiento, la tristeza, el duelo, la frustración y la venganza, pues de acuerdo con el sentido masónico de la existencia, es ése el impulso que nos conduce a sobrevivir, el mismo que, curiosamente, aparecen en las historias de la mitología antigua. Se podría decir que, incluso, sin ese tormento en vida no es posible entender ni la felicidad, ni el gozo ni el orgullo de sentirse más cerca de un dios pagano, siendo este hecho como una especie de promesa por todo nuestro esfuerzo, a modo de precio a pagar por el hecho de ser humanos para que, finalmente, seamos premiados adecuadamente por nuestra existencia en el mundo terreno, todo ello sin saber a qué extremos nos conduce ni a quién afecta.
El malestar emocional es una de sus manifestaciones: la tristeza, el miedo y la rabia se entrecruzan de manera confusa. El terror a la pérdida opera como motor a seguir deseando conservar lo que poseemos en vida, lo que nos aferra a todo de manera extrema, hasta confundir nuestras propiedades con nuestro propio cuerpo, como si fuesen seres queridos y amados. La tristeza es lo inevitable, lo que nos pone a prueba a la hora de ver nuestro tesón y resiliencia para recuperar aquello a lo que tenemos derechos por ser simples seres humanos, creadores mágicos. y la rabia es lo que nos impulsa a luchar con uñas y dientes por todo lo que nos fue arrebatado, llegando a matar al prójimo si es necesario, sobre todo si conocemos el causante, en cuyo caso la ley del talión se convierte en principio incuestionable (ojo por ojo, diente por diente). Tenemos entonces todo derecho a asestar al prójimo el dolor necesario, sin ningún tipo de empatía, pues ésta se considera algo completamente inútil para ese propósito final, símbolo del enemigo: Jesucristo.
Si echamos un vistazo a como se manifiesta toda esta oscurísima filosofía, llevamos milenios en los que el poder es igual a sometimiento y esclavitud del pueblo, estado en el que la inexistencia de los derechos del ciudadano, su obligatoria sumisión a una sola voluntad y la puesta en práctica de que su destino está en manos de un sátrapa, deja a las claras que el sufrimiento en forma de dolor, muerte o pobreza, así como incluye la potestad de robarnos de manera descarada cualquier esencia: económica, espiritual, de voluntad o de búsqueda del amor. Lo primer está claro con los impuestos, pensando para usurparnos para que ellos sigan en su olimpo, en lo sacro nos hunden en las emociones más satánicas, haciéndonos esclavos de las mismas para poder sobrevivir, en cuanto al libre albedrío, nos venden la idea de que tenemos esa potestad, como un grotesca fantasía, que, finalmente, resulta ser una prisión y, sobre el amor, nos lo venden como un mito irrealizable, haciéndonos creer que la felicidad no es tal, sino un momento de placer que dura demasiado poco y que difícilmente podemos compartir con los demás.
Así, manipulando los medios de supervivencia, consiguen que adoptemos nuestras decisiones a aquello que nos conduce al centro de la cuadrícula, porque no somos seres humanos, sino mercadería. El papa Bonifacio VIII, en su bula Unam sanctam de 1308 establece que él, como representante de Dios en la tierra, es Noé, creador de la barca de la salvación y que todos los seres humanos están condenados a la muerte, según la ley marítima; es él el único que puede impartir justicia y decidir quién tiene derecho y quién no, y aquellos que carecen de ellos están condenados primero al infierno del sufrimiento y, después a la muerte misma. Es así como, dependiendo del cambio social, se escogen a los que pueden vivir en el nuevo mundo que nos van a regalar y los que estamos condenados, sin ningún tipo de contemplación. Pensemos, por un momento, en la cuarta revolución industrial, cuando la inteligencia artificial todo lo gobierne, incluso a los mismos gobiernos, y muchos de nosotros les sobremos. ¿Acaso no tienen pensado un final de pesadilla para los que no muramos al ritmo que esperan, no habrán maquillado todo un programa de sufrimiento, hambre, miseria y enfermedad para ir preparando el terreno? ¿No es eso la agenda 2030? Y si esto es así nos podemos preguntar dónde está la evolución, si partimos de la bula del medievo. ¿Cuál es la diferencia? Pensemos en el virus X, la futura pandemia que nos tiene preparada la maligna y sanguinaria OMS. ¿No han sacado el nombre de las fotos de Anubis, dios del inframundo y protector de los muertos en el antiguo Egipto en el que esta divinidad aparece, oh sorpresa, con los brazos cruzados? ¿No es este saludo propio de masones y de sectas muy oscuras?
Soy muy consciente de que profundizar en las raíces espirituales que mueven los hilos de la política, las élites que se reúnen en el Foro de Davos o en el Club Bilderberg, por no nombrar las ceremonias no precisamente cristianas que realizan con sangre y sacrificios, que no voy a nombrar para bajar a los infiernos; puede resultar algo no creíble, mas, haciendo un análisis comparativos, uniendo todas las piezas y viendo que se unen la plandemia covidiana, las vacunas asesinas, todo lo referido a la agenda 2030 (hambre, odio y destrucción de la cultura, de la sociedad y de la mente de los niños) y los planes futuros (ausencia de dinero físico, guerras futuras que están por planificar y reducciones de población, así como futuras enfermedades y una medicina al servicio de que aquéllas sean realidades insuperables y esclavizantes), hay una correlación demasiada clara, demasiado como para pararse a pensar y que no se te hiele la sangre, de la misma temperatura de quienes llevan a cabo estos planes, escogidos precisamente por eso.
Entre el mundo del Dios y el mundo del infierno sólo hay un paso, el que estamos porque nos dejamos de llevar por la corriente o en el que realmente deseamos vivir con auténtico valor y amor desinteresado.
Lo que han hecho es tan grave a nivel mundial que vamos a ver de nuevo las comisiones macartianas en todos los paises empezando por EEUU.
Es un tema apasionante.
La muerte no existía tras la creación,entró en la tierra por mediación del diablo.
Significa que las personas vivían eternamente,y crecían y crecian hasta convertirse de enormes dinosaurios.Hubo una transición de ovíparos a mamíferos.
Quedaron sobre la tierra,genes regresivos a modo de gigantes que pululaban por la tierra y fueron los primeros mortales,o héroes de la antigüedad.
En esta época en Egipto se construyeron enormes edificios,la gran esfigie de Giza,tenía la cara de Anubis originalmente,era una figura zoomorfa canida.La cultura de Egipto rindió culto a la muerte.
Han pasado miles de años desde entonces.El culto a la muerte paso a sectas judías en forma de ritos,y sobre todo guerras que no son más que holocaustos de sangre,a entidades negativas a Satanás y sus seguidores.
Ahora los judíos sionistas han sofisticado la industria de la muerte,lo vemos en los planes genocidas de la agenda 2030,de disminución forzosa de una gran parte de la población,por medio de herramientas y tecnologias militares,desde inyecciones con G-O,uso de armamento de radiofrecuencias,sistemas de modificacion del clima,manipulacion de los alimentos,etc.
Las víctimas somos los hijos de Dios,los supervivientes que habitamos la tierra,atacados constantemente por seres que no se pueden considerar humanos.
Sufrimos cuando queremos advertir a la población,y no nos creen ni escuchan…lo que llamaron COVID después fue dengue y ahora gripe aviar,es todo lo mismo.
Por favor que nadie se vacune todas las inyecciones llevan G-O y el calor y el desarrollo de antenas 5G,hacen que enferme más gente y que fallezcan más de lo que sería habitual.
https://t.me/laquintacolumna/37536
Los jueces podrían si quisieran obligar al menos a apagar las antenas 5G de la costa,tampoco se necesitan tantos informes,para algo que es llamativo y evidente.