Por Alfonso de la Vega
Quevedo no tenía muy buen concepto de los catalanes a los que critica con desusada sinceridad desde su traición con Francia: “Son los catalanes el ladrón de tres manos, que para robar en las iglesias, hincado de rodillas, juntaba con la izquierda otra de palo, y en tanto que viéndole puestas las dos manos, le juzgaban devoto, robaba con la derecha “…O “Son los catalanes aborto monstruoso de la política.” O la frase “Justicia de catalanes” entendida como arbitrariedad o maña de bandoleros…
Ya Cervantes había abandonado su primitiva idea de Barcelona como “archivo de cortesía”. En el capítulo LX de la segunda parte, durante su aventura con el noble bandido Roque Guinart, explica Don Quijote a un asustado Sancho: «no tienes de qué tener miedo, porque estos píes y piernas que tientas y no ves, sin duda son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados, que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los coge, de veinte en veinte y de treinta en treinta, por donde me doy a entender que debo estar cerca de Barcelona.«
Durante el siglo de oro la abundancia de bandoleros era señal cierta de la cercanía a la ciudad de Barcelona. Pero ahora, tras casi medio siglo de monarquía, es una de las ciudades más peligrosas de Europa. Acaso la mayor diferencia con la época cervantina es que ya no hay justicia eficaz del rey y los bandoleros y forajidos no están en las afueras para perpetrar sus fechorías escondidos sino que, por el contrario, están dentro y disfrutando de sus privilegios y prebendas en palacios mientras ordeñan presupuestos y pastorean corchetes, escribanos, golillas, mozos y falsas cabezas encantadas.
Dentro del desastre casi total en que se ha convertido la política española, mientras nos humillan y arruinan los próceres del régimen cabe entretenerse con algunos dimes y diretes de mera consolación, suponiendo que los resultados publicados sean ciertos. Seguimos en el juego de oca a oca y voto porque me toca. Democracia fingida que se limitaría a escoger la mercancía menos mala, podrida o averiada, sin claridad de fabricación u origen, que el tinglado de la farsa partitocrática borbónica nos ofrece en sus anaqueles, y nos asegura un futuro cada vez más negro. En la misma línea que en Vascongadas, quizás quitando a VOX, todos son nacionalistas indigenistas más o menos virulentos.
La oferta se reducía a elegir entre los que han provocado la actual decadencia y ruina de Cataluña y España. No obstante, la abstención que casi empataba en la anterior convocatoria con el conjunto de los votantes esta vez ha disminuido en un 6%. Aún así hay más de dos millones doscientos mil teóricos electores que pasan de participar en el tinglado y que constituyen, en su flaccidez práctica, la principal fuerza política catalana.
El resultado del ex ministro Illa el de la mascarilla, un hipócrita digno de toda sospecha, es reflejo del grado de degeneración moral y política de parte del electorado que no castiga la mentira, el abuso y la cleptocracia cuando es practicada por “los suyos”. Más allá de lo ideológico supone otra muestra más de la degradación moral del socialismo y de los socialistas que apoyan o toleran la delincuencia. El PSC se ha convertido en el principal apoyo del gran timonel, pero pudiera darse la paradoja en esta timba de marrullerías y tramposos que el falsario lo tenga que sacrificar en beneficio del forajido para mantenerse él en la poltrona. Probablemente, no estará claro cómo se sustanciará el gobiernillo catalán hasta después de las europeas.
Hablando de delincuencia empoderada, también el forajido Puchimon ha obtenido buenos resultados. La del heroico fugitivo de la Justicia astutamente escondido en un maletero es la segunda fuerza en la tan civilizada y supremacista Cataluña, detrás del no menos heroico vacunador de las mascarillas.
En cambio, han perdido votos los de ERC, Comunes, y la CUP.
El PP ha aumentado sus votos y representación probablemente gracias al candidato elegido, que como la Ayuso en Madrid, no parecería en verdad muy identificado con el colaboracionista PP oficial de Feijoo. Un confesado nacionalista gallego, ex votante de Felipe González y la PSOE, que afirma que Galicia es una nación sin Estado, se enorgullece de no hablar español, aplaude la ruina liberticida autonómica, considera que no es rival político ni ideológico de Junts, el partido golpista cleptocrático, y se jacta de lo buena y meritoria que es su candidata a las europeas por imbatibles razones de pura raza catalana. Lo que tampoco es mucho de extrañar en un partido convertido en segunda marca del socialismo posmoderno y parte sustancial del problema de España que no de una hipotética solución.
Vox sigue con su dilema existencial. Dice que apoya a España pero luego no se atreve a ser coherente y renegar del régimen que provoca sus desastres ni de ciertas afinidades institucionales e ideológicas incompatibles con esa pretendida regeneración. Aunque no deja de tener su mérito mantenerse cuando todo el régimen le ningunea y muestra su enemiga, al menos aparente. Pese a todo, y gracias a una clientela fiel y tan desesperada que se agarra aun clavo ardiendo más que a méritos propios, Vox resiste, aunque veremos a ver qué pasa en las europeas. Quien no crece, mengua. Algunos sostienen que no es sino otra falsa bandera para mantener a la creciente disidencia dentro del redil borbónico. Sin embargo, aunque el régimen se regodea, Vox aguanta porque ocupa un espacio propio, de extrema necesidad, que debiera ser mayor si fuese a explicar las causas del desastre en vez de simplemente denunciar algunas de sus consecuencias. Debiera hablar de regeneración nacional, de la OTAN, de la UE, de la neutralidad y de la pérdida de soberanía, de la estafa energética o medioambiental, de la devastación de las instituciones sociales y de los sectores productivos…
También parece relativa buena noticia la entrada de una nueva formación contra invasiones, antiglobalitaria, dentro del conglomerado golpista catalán. Puede constituir una importante falla de ruptura dentro del tinglado golpista en la medida que lleve la paradoja e incoherencia a sus filas. La Cataluña máxima productora española de porcino, (sin contar la doble militancia, como dice con humor un catalán que conozco) o de cava o de vino que no podrán colocar a sus nuevos habitantes que abominan de todo ello. La estupidez de un ultra nacionalismo catalán que se está dejando invadir por quienes desean la desaparición de Cataluña, y su disolución en un supra ente agendista 2030 de influencia islámica paradójicamente promovida por el sionismo. Me gustaría saber qué opinaría el famoso obispo bandolero catalán Monseñor Robuster o el no menos pío Prat de la Riba de esa movida.
Desde luego, el panorama para Cataluña y para España resulta desolador.