Por Alfonso de la Vega
Hace unos días se ha publicado un escandaloso texto en “el nacional cat” sobre las últimas actividades de la audaz consorte e introductora de la emergente dinastía Rocasolano. Se trata de un artículo que pone los pelos de punta y, que de ser medianamente cierto lo que allí nos explica, supondría que acabamos de parir una posmoderna Monarquía poliamorosa con nuevas tecnologías. El título del texto ya avisaba del contenido: “Leticia aconseja a Leonor experimentar en la cama antes del matrimonio”.
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Para que juzgue él por sí mismo voy a reproducir literalmente algunos párrafos por si al amable lector le entrase la duda de que exagero. Veamos:
“De acuerdo con fuentes cercanas, Letizia ha estado impartiendo consejos a su hija sobre las complejidades del amor y la importancia de explorar relaciones antes de dar el paso hacia el matrimonio…
…Letizia, conocida por su personalidad moderna y liberal, comparte sus propias experiencias amorosas con la joven princesa. Considera que la diversidad de vivencias en el amor es fundamental para prepararse adecuadamente para la vida matrimonial. Este enfoque contrasta con las tradiciones más conservadoras de la monarquía, pero refleja la visión progresista de la consorte. En este sentido, Letizia le ha recordado a Leonor que recibirá presiones de matrimonios de conveniencia, aconsejándole huir de ellos y vivir la vida a su manera antes de comprometerse en firme….
… Leonor, distanciándose de lo tradicional, muestra una receptividad y apertura hacia los consejos de su madre. La joven princesa está explorando el amor de manera libre y sin ataduras, como lo demostró durante su estancia en Gales con un novio brasileño, según informaron algunos medios.
Estas relaciones se caracterizan por su naturaleza abierta y sin compromisos, siempre dentro del respeto y la sinceridad, y más allá del disfrute mutuo. Leonor, siguiendo el consejo de su madre, está decidida a vivir cada experiencia sin ataduras, entendiendo que el amor puede ser diverso y enriquecedor.
La princesa Leonor ha adoptado un enfoque moderno hacia las relaciones, desafiando las expectativas tradicionales asociadas con su posición real. Su apertura y voluntad de explorar diferentes facetas del amor reflejan la influencia de Letizia, quien ha sido una figura clave en la modernización de la monarquía española….”
Hasta aquí la reproducción de lo publicado. “Modernización” es un término polisémico y equívoco que vale lo mismo para un roto que para un descosido pero creo que estaría mal aplicado en este caso, en el que quizás pudiera ser algo más ajustado: degeneración, degradación, depravación, envilecimiento, encanallamiento, prostitución u otros similares.
Me gustaría conocer qué hay de verdad en este escabroso asunto y poder compararlo así con rarezas literarias no menos osadas tales como “Mrs Caldwell habla con su hijo” de don Camilo, el del premio. En el discurso rocasolanesco sin duda que no habrá pasión incestuosa como en el Cela pero puede que sí de confusión en relación con el arquetipo jungiano del «animus», el arquetipo de lo masculino en el inconsciente colectivo femenino, quizás un poco desenfocado en el caso de la atrevida consorte.
Pero la obra de Cela expone el desmoronamiento de la familia mucho mayor ahora en esta oscura etapa posmoderna que padecemos. Se suele criticar, y con razón a mi modesto entender, la postura de la consorte en la problemática social completamente incoherente con disfrutar de privilegios de posición político social ajenos a sus méritos pero aún resulta más devastador el ataque a la familia, como núcleo básico del orden.
No sé qué opinará el titular de la Corona, nuestro Jefe de Estado iuris et de iure, acerca de esta patriótica formación poliamorosa posmoderna en prácticas de su hija y presunta heredera pero el decoro institucional tiene sus condicionamientos y una hipotética vida de investigación poliamorosa no encajaría bien con las servidumbres del Trono ni menos con la tradición más querida por los cada vez menos monárquicos remanentes.
Claro que las cosas son como son, y si consiente sin inmutarse no ya solo sus humillantes peripecias personales sino en el palco los silbidos al himno nacional y los insultos por parte de hordas de racistas, abusones de cupo, filoterroristas, faquines, belitres y vascones en general, no cabría esperar ningún insólito rasgo de dignidad ni personal ni institucional.
Sin embargo, de ciertas tradiciones eróticas de nuestros próceres imitadas por la plebe mejor hablaremos en una segunda parte.
(Continúa en 2 parte)