Ayer, día 21 de febrero, era, por así decirlo, uno de los días grandes de las protestas que los agricultores llevan protagonizando desde hace días. A pesar de que esas protestas, esa marcha hasta Madrid, estaba convenientemente informada y autorizada, los «marlaskones» hicieron acto de presencia para entorpecerla por un lado y para reprimir violentamente, como ya viene siendo habitual, por el otro.
Ante esta situación había que ver cómo reaccionaba Sánchez y su gobierno, que nuevamente nos volvió a sorprender. Si en otros tiempos, el presidente o responsable político de turno hacía el paripé ante un levantamiento social, como el que se está produciendo, ahora llega Sánchez y hace todo lo contrario: provocar más y meter el dedo en la herida de una forma más agresiva, si cabe.
Llega el tipo y, de repente, se coge el Falcon de turno y viaja precisamente a Marruecos. Es decir, se va al país que está haciendo competencia desleal a nuestros agricultores y que está colando en España todo tipo de productos, sin ningún tipo de control sanitario por parte del gobierno. Se va al país que nos está mandando esta porquería para que los españoles nos envenenemos más.
Y por si ese viaje no fuera ya lo suficientemente provocador, anuncia a bombo y platillo que España va a inundar Marruecos con miles de millones de euros en los próximos años: 45.000 millones de euros, nada más y nada menos.
Es probable que haya muchos españoles que todavía piensen que Sánchez es un torpe y que, por eso, hace ese tipo de anuncios en el momento menos oportuno. Pero otros pensamos que sus jefes, porque Sánchez está teledirigido, le han ordenado que lo haga, y que lo haga precisamente ahora, porque la intención que hay es provocar y llevar a los españoles al límite de su paciencia.
¿Con qué objetivo? ¿Una confrontación civil? ¿Un levantamiento popular? Puede ser. España está en las últimas, por mucho que haya demasiada gente que no lo quiera ver. Sánchez es el «liquidador» de nuestro país, el encargado de hundirlo en la peor de las miserias. Una confrontación civil o un levantamiento popular sería la puntilla para una nación que lleva en la UCI desde hace mucho tiempo.
Ahora la pelota está en nuestro tejado, en el de la sociedad civil, y hemos de manejar esa pelota con inteligencia. Olvídense de sombreros blancos, de militares que puedan ponerle freno a Sánchez o de asuntos similares, no existen.
Nuestra obligación es defendernos de lo que está sucediendo, de proteger a las futuras generaciones, pero con cabeza. Tengan en cuenta que uno de los grandes problemas que padecemos es que estamos financiando a nuestro propio verdugo y es de nuestro bolsillo de donde van a salir esos 45.000 millones de euros.
La solución para todo esto es muy difícil, sí. Hemos estado ciegos durante muchos años y hemos confiado en demasiados políticos farsantes, que no han sido más que la otra cara de una misma moneda. Lo que hay que tener muy claro es que tenemos al enemigo en casa y ese enemigo es el estado al completo.
¿Entre narcos masones anda el juego para mayor suerte de los ciudadanos de Marruecos debido al mayor rango y autoridad de su líder? No somos tontos ni borregos …..