miércoles, octubre 9, 2024
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¿Y por qué les molesta el Rosario en Ferraz a las siete de la noche?

Existen las fuerzas del mal y tienen organizado todo un ejército. Además, esto viene de muy lejos. Los sionistas, provenientes del antiguo reino de Jazaria, ubicado en Ucrania entre los siglos VII y X, momento en el que adquirieron por obligación la religión judía, un pueblo nómada de costumbres no precisamente civilizadas y cristianas, adoptaron como texto sagrado el Talmud de los judíos, los cuales adoraban a dioses que necesitaban a bebés primogénitos como sacrificio en época de dificultades. Me refiero al dios Baal, adorado por los Fenicios. No olvidemos que el actual Israel está muy cerca de este rico y próspero reino que controló el Mediterráneo mucho antes que los romanos. 

El odio que se respira contra todo lo cristiano y su figura creadora, se encuentra en todo el texto, elaborado en Babilonia.: Jeshua Hanosri (Jesucristo). En el Tratado de Kallah, 1b, se describe esta conversación entre el rabino Akilah y la virgen María: “Entonces dijo: “Dime, ¿Qué clase de hijo es el tuyo?”. A lo que ella contestó: “El día que contraje matrimonio estaba con la menstruación y debido a esto mi esposo me dejó. Pero un espíritu maligno vino y durmió conmigo y de esa acción nació mi hijo””.  En el mismo texto se señala que Jesús practicaba la magia egipcia y que era un hechicero.

Los que llamaron seguidores del hijo de Palmira, consideraban que adoraban a quien practicaba la mentira y la herejía. Cree que los cristianos son Goi, término que en hebreo pasó a ser Goim.  Valorados  peores que los turcos por idólatras (Maimónides en Hithoth Maatkhaloth, capítulo IX), criminales (“Un judío no debe asociarse a los gentiles porque ellos tienen inclinación al derramamiento de sangre”, Aboda Zarah, 22.a), fornicadores (Aboda Zarah, 15b), impuros, semejantes a bestias y no a humanos (“Aquel que derrama aceite sobre un Goi y sobre cuerpos muertos está libre de castigo”, Kerituth, 6b, página 78) y, por lo tanto, a pesar de tener forma humana y no animal, estaban allí para servir a los judíos día y noche (Midrash Talpioth, folio 225d).

Basten estas breves y significativas referencias para entender qué es un cristiano para un sionista y el peligro que el cristianismo encierra para su profunda moral. Nos encontramos entonces no con una guerra cualquiera, sino con una batalla contra Cristo desde hace 2000 años, cuando el pueblo judío no sólo lo negó como profeta, sino como representación de la fe, siendo su enemigo más acérrimo; todos los que se basan en el amor que propugnó somos considerados herejes por parte de los que adoptaron el Talmud como texto sagrado y merecemos la destrucción.

No es extraño que traten por todos los medios de echar abajo el cristianismo del amor para imponer sus principios, que son claramente satánicos, al ir contra él desde todos los focos posibles. Vayamos paso a paso. Para erradicar la fe del pueblo hay que imponer el miedo y el terror, así como la muerte, acabando con todas sus buenas costumbres. Es también necesario acabar con todos los puntos de anclaje que den una mínima seguridad, comenzando por la familia, las prácticas religiosas en pro del ateísmo más envolvente y engatusador, lleno de placer y falsos sueños, acabando con la inocencia de los niños, los cuales son víctimas de sacrificios como antaño, abusados y torturados (véase el LGTIBIQ+ o el adoctrinamiento).  Por otra parte, cualquier síntoma de unión con uno mismo, de conciencia propia, de armonía, de solidaridad, de fe en algo que esté más allá de las apariencias, de unión con un elemento cósmico en el que cabemos todos, es considerado peligroso y ha de ser visto como no aceptable en el marco de lo que se considera que debe ser el día a día: trabajar, sufrir, sobrevivir y morir, sometido a ideas externas y esclavizantes, muchas de ellas frutos de la manipulación y la mentira.

Todo acercamiento a la verdad, a la que une y no separa, a la que nos da la luz de la claridad y no es una vela en un pozo oscuro, a la que nos da el conocimiento que nos ayuda a comprender el mundo tal como es, desnudo, como la autenticidad misma (en un mundo en el que se trata de vestirlo todo de apariencias) y a la que nos funde en un solo ser, no es sólo pecaminoso, sino no autorizado, al romper las redes clientelares que crean el mecanismo perfecto para que todo este pensamiento anticristiano y satanizante haga de las suyas. 

Y la prueba de ello es que el amor es para ellos como el infierno en el que viven, como el fuego en el que arden sus almas. Por eso les duele tanto, tienen tanto miedo, siente tanto terror a lo que no desean ver porque se sienten perdidos. La infinitud de sus estrategias es la temporalidad de objetivos obligados que tienen que cumplir para que ellos sobrevivan y nosotros no. Por ello cuando se reza el rosario en la calle Ferraz pierden el control, no saben cómo reaccionar, desconocen si han de interpretar el gesto como un acto inocente o como una conducta de desobediencia tan peligrosa que echa abajo todos sus macabros planes de imponernos el miedo, la puerta de las sombras, del mundo de sus demonios ocultos y de sus complacencias, el caldo de cultivo para que los demás seamos su ganado y nos convenzan de que son nuestros salvadores hacia la luz.

No olvidemos que todas estas creencias espirituales demoniacas hunden sus raíces en el inicio de los tiempos, en los primeros dioses paganos, alejados de los hombres, que los convirtieron en sus servidores, para los cuales se ofrecían sacrificios, cuando los reyes, todo poderosos, hacían y deshacían divinidades y mitos a su antojo y el pueblo, ignorante y analfabeto, practicaba religiones donde la muerte era necesaria para la supervivencia de la sociedad, o eso les hacía creer.

La cruz de Cristo es como el ajo para los vampiros, es lo que quema los uniformes de los policías de Ferraz y deja sus pechos tan desnudos y poco protegidos que las órdenes de Marlasca no tienen ningún resultado, pues el ministro, sin corazón alguno, poseído por las ansias de poder de las élites satánicas, profesa la disciplina del maestro. 

Desean evitar que el cristianismo continúe y está muy claro que la sociedad que nos proponen profesa otra fe: la fe en Lucifer y en la muerte, arder en el fuego del pecado de quien desea poseer nuestras almas; pero el amor es mucho más fuerte y eso no lo soportan.

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2 COMENTARIOS

  1. Lo que más les desbarata los planes es que haya un punto de referencia para la masa hundida en la Confusión.
    Una imagen, un logo, unas siglas que no hayan salido de sus laboratorios de ingeniería social, disidencias controladas y academias de troyanos que disuelven cualquier amago de defensa en pocos años.

    Y si no hay cabecillas definidos ni redes físicas identificadas todavía se ponen más nerviosos (¿en serio detener a Lucini es lo mejor que se les ocurrió?).

    Y si esa imagen de referencia es la de su fobia particular, la de la energía que los separa durante el paso de los siglos de su delirio de ser los dioses en un mundo tétrico y salvaje, entonces se preocupan de verdad.

  2. La Cruz es el símbolo de la verdad, de la justicia y sobretodo del amor. Y eso los demonios no lo pueden soportar.
    Gracias Angel por tu artículo, da luz al que no ve.

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