El mundo del automovilismo llora la pérdida de una leyenda, Gil de Ferrán, la reconocida figura brasileña que dejó una huella imborrable en las pistas de carreras. El trágico evento ocurrió mientras competía en el circuito The Concours Club de Opa-Locka, Florida, donde un repentino ataque al corazón le arrebató la vida.
De Ferrán, que ostentaba el récord de velocidad en la serie CART con una asombrosa vuelta a 241,428 millas por hora (388,54 km/h), participaba en la competición junto a su hijo menor, Luke. Los informes indican que detuvo su vehículo al sentir malestar, siendo trasladado rápidamente al hospital, pero lamentablemente no se pudo salvar.
Nacido en París hace 56 años pero nacionalizado brasileño, Gil de Ferrán desempeñaba el papel de consultor para la escudería británica McLaren, contribuyendo con su vasta experiencia al mundo de las carreras.
Su carrera brillante incluyó victorias notables en la Fórmula 3 británica y en la serie CART, donde logró siete triunfos y cinco victorias en la IndyCar entre 1995 y 2003. De Ferrán se destacó especialmente en su asociación con el equipo Penske, obteniendo dos títulos de la CART en 2000 y 2001, y logrando 50 podios a lo largo de su carrera.
Sin embargo, su cima llegó en 2003, cuando, en un emocionante final junto a su compatriota Helio Castroneves, triunfó en las 500 Millas de Indianápolis. Este hito le valió un lugar en la historia del automovilismo.
La noticia de su fallecimiento conmovió profundamente a la comunidad de la Fórmula Indycar, que expresó su pesar y respeto hacia el dos veces campeón y leyenda de las carreras. El equipo Penske, donde dejó una huella imborrable, lo recordó como un «caballero» que marcó una era.
Gil de Ferrán deja un legado en el automovilismo y una familia que incluye a su hija, la conocida pinchadiscos Ana, que anima los grandes premios de Fórmula Uno. Su influencia perdurará en la memoria de quienes lo admiraron y respetaron en el mundo de las carreras.