Llegados a este punto ya estamos convencidos que lo de Sánchez no es inutilidad, o que no sepa hacer las cosas bien. Llegados a este punto, estamos absolutamente convencidos que lo de Sánchez no es más que provocación absoluta, pura y dura. Chulería de quien se cree por encima del bien y del mal y, por supuesto, por encima de todos nosotros ya que no deja de hacerse sus cosas en nuestras cabezas y todavía muchos creen que está lloviendo.
En el día de ayer, el inquilino de la Moncloa presentaba un libro que no ha escrito. Y lo hacía en loor de multitudes. Como si fuera una divinidad bajada del cielo con sus súbditos esperando cualquier tipo de gracia divina sobre sus serviles espíritus.
Acudía a realizarle la presentación el pelota televisivo de turno: Jorge Javier Vázquez. El acto se convirtió en una demostración absoluta de personalismo, de vanidad y de palmadas en la espalda a un tipo que tiene un ego desmedido. Hasta ahí todo absolutamente normal en lo que respecta a Sánchez y a todos los pelotas que siempre arrastra a su alrededor.
Pero de repente nos encontramos con que un acto PERSONAL es retransmitido en directo por la cuenta de Twitter de La Moncloa. No es un acto institucional, no participa en él como Presidente del Gobierno, lo hace como Pedro Sánchez, punto.
Y el tipo va y tira de recursos públicos para promocionarse y para promocionar un libro que no ha escrito. Así, con un par. De momento ya han sido varias personas las que han tomado nota de este hecho. Por un lado, Gabriel Araujo, quien lo ha denunciado ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.
Por el otro, el abogado Aitor Guisasola. A ver en qué queda todo esto.
El delito es nuestro por no enterarnos de que Sánchez solo es el actor protagonista de esta tragedia política de dictadura encubierta que nos representan los traidores politicastros, periodistastros, juezastros, militarastros y sindicalistastros y juntalerastros electorales. Nosotros solo somos las ranas a las que hierven lentamente para que pierdan la libertad y la vida a punto de rebasar el umbral de no retorno