Artículo de Alfonso de la Vega
Isaías, Cap. VII
«13 Entonces dijo Isaías. Oye tú ahora ¡Oh prosapia de David!: ¿Acaso os parece poco el hacer agravio a los hombres. Que osáis también hacerlo a mi Dios?
14 Por tanto el mismo Señor os dará la señal: sabed que una virgen concebirá y parirá un hijo, y su nombre será Emmanuel, o Dios con nosotros.»
La señal profetizada ha llegado hace ya dos milenios pero por desgracia la barbarie sigue. En muchas partes del planeta cada vez es mayor con su secuela de crímenes, desolación y muerte.
Tras el tremendo atentado mundial contra la salud o las amenazas del FEM, en Ucrania la devastación continúa con su terrible cosecha de vidas y haciendas junto a la persecución oficial del Cristianismo. Hoy mismo en la martirizada Tierra santa a pocos kilómetros de Belén continúa la matanza de miles de inocentes bajo la crueldad criminal impune del ejército judío. Siendo realistas en los nacimientos actuales habría que colocar a la artillería y aviación judías desde el palacio de Herodes bombardeando a pastores, artesanos, lavanderas, viajeros e incluso al Portal con el Niño.
Los que pudieran evitar los crímenes no solo no lo hacen sino que los promueven en esta civilización fracasada y en trance de liquidación definitiva. Un agravio no solo a los hombres sino también a Dios.
Hablar de feliz Navidad en estas tremendas circunstancias suena a insensible sarcasmo pero aún así es preciso combatir el esplín, la melancolía, la sensación de fracaso generalizado que a veces se alimenta también de nuestros propios contratiempos personales.
Isaías, Cap. XXXV
«4 Decid a los pusilánimes; Ea, buen ánimo y no temáis, mirad a vuestro Dios que viene a ejecutar una justa venganza. Dios mismo en persona vendrá y os salvará….
9 No habrá allí león, ni bestia alguna feroz transitará por ella, ni allí se hallará, sino que caminarán por aquella senda los que habrán sido liberados de la esclavitud del pecado.»Si hemos sido liberados espiritualmente de esa esclavitud del Mal el futuro dependería de nosotros. Del ejercicio responsable de nuestra libertad. Del saber y del querer. “Emmanuel, Dios con nosotros”. Esta constituye la mejor felicitación de Navidad.