sábado, julio 27, 2024
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Yolandita Díaz pisando el camino de las piedras amarillas

Las élites tecnológicas y es curioso como nos señalan que son conscientes esas personas inmensamente ricas, son conscientes, y cito palabras literales que nos vamos al carajo y como nos vamos al carajo, ellos y ellas lo que están haciendo es diseñar un plan B que tiene que ser para ellos y para ellas muy restringido, muy pequeño, pero fundamentalmente basado en huir del mundo para protegerse ellos y ellas solas. Es el mundo de los cohetes para escapar de la tierra, es el mundo del metaverso, vamos ahora con los coordinadores y coordinadoras del metaverso, o es el también el mundo de sus mansiones fortaleza en Nueva Zelanda, es el mundo que no queremos, es el mundo que justamente la ciudadanía no quiere.”

La verborrea eterna de Yolanda Díaz, cuando se da alas a ella solita en las declaraciones públicas de Sumar para soltar sus chorradas, es tan desquiciante, aburrida y larga como incomprensible e inconexa para cualquier mente lúcida. Lo entrecomillado son palabras suyas, no son inventos, no sean que nos llamen fachas por criticar a tan emérita y estupenda ministra que dice hacer cosas chulísimas. En mis artículos anteriores he analizado el perfil psicológico de su jefecito, Perro Sánchez y su ministra de igual da, Irene Montero. Permítanme que hoy dedique sus halagos a nuestra queridísima Yolanda, que tanto nos ama.

A tenor de sus palabras, su preocupación por los mortales de a pie es tal que nos nombra a esos malvados seres que quieren escapar en un cohete de la Tierra (no sé en cuál, porque son demasiado lentos y no estamos en el siglo XXIV, a menos que los haya visto…) después de haberse cargado nuestro hermoso planeta. El DSM V conceptúa la psicosis cuando se dan distintos síntomas, tales como delirios de diversos tipos (que luego veremos cuáles se les aplica a esta ministrable), descarrilamiento de pensamiento y expresiones emocionalmente disminuidas. También, dentro de la hipomanía tenemos su carácter siempre encantador y sonriente y su necesidad de hablar y hablar incoherencias para luego escucharse y exclamar “qué genialidad hay en mí”.

El caso clínico de Yolandita es grave donde los haya. Hace poco ha soltado la sandez de que en España hay 100 millones de pobres. Supongo que los restantes 54 millones que nos faltan los habrá sacado del planeta Marte. Lo que nos puede sonar a chiste no es gracioso. Yolanda Díaz es ministra de trabajo y portavoz segunda del gobierno de España y hace lo que le viene en gana, como Irene Montero. Estamos en manos de desequilibrados y en este caso, como urge el lenguaje inclusivo, también en femenino, desequilibras, siguiendo las órdenes lingüísticas de tan culta ministra.  Su delirio de grandeza es notorio, pero su delirio de nihilismo, consistente en creer que nos viene lo peor, en un pesimismo que le viene muy bien para vender sus políticas de falsa bandera comunista, igualitaria y solidaria, empieza a aburrirnos, sobre todo cuando ella es ministra de trabajo desde 2020. ¿Se cree esta señora que somos mongolos o que tenemos dos años de coeficiente intelectual o que nos seguimos chupando el dedo gordo del pie? Si dice estas memeces es porque ella parece serlo y si repite estos discursos es porque se los cree…

Cuando nos suelta esos insoportables discursos con esa cara inexpresiva, que parece de cartón (no sé si serán sus arrugas), sigue con su discurso inconexo: “Creo sinceramente que la gente que pasa por lo común, que pasa por la comunidad, que pasa por el bienestar, que sepa que tiene que salvar el planeta, que tenemos que avanzar hacia economías que no dependen de las economías contaminantes, sobre todo que sepa, como reflexionábamos estos días en la Presidencia Española en Roma con el profesor Ferrachoni, que sería un disparate que la economía  rigiese la política, que la economía rigiese la res pública. Es al revés…” Repito, es preocupante que tanta abstracción responde a teorías delirantes y sin sentido alguno que caen en la ingenuidad infantil más absurda, propia de las personas con serios problemas psiquiátricos. Separar a la economía de la política es como querer eliminar el oxigeno del agua, señora ministrable.

Sin mérito ni beneficio, Santiago Carrillo le besó la mano cuando tenía 4 años y toda su vida ha estado rodeada de comunistas, su padre llegó a estar en prisión durante el Franquismo y sin mérito intelectual alguno llegó a ser coordinadora de IU en Galicia. A partir de ahí comienza su carrera política en Galicia en el BNG (con el escándalo de ocultar la pedofilia cibernética de uno de sus asesores, al cual nunca denunció ni destituyó) y, de tan escasa presencia y prestigio se pasó a Podemos, desde donde la tenemos como lamentable figura pública, su eterno sueño hecho realidad, no sin antes dar una clamorosa patada a Pablo Iglesias. Este hecho introduce en su actitud un elemento de tipo sádico, pues disfruta humillando, incluso a quienes les tendieron la mano para llegar tan alto y poco le importa lo que le suceda al resto. Emplea de manera fría y frívola a las personas como si fuesen objetos de su zona de influencia para lograr sus objetivos, como una buena psicópata en potencia, para luego deshacerse de ellos, como hizo con Irene Montero. 

Es al revés, es que la res pública, los derechos de la ciudadanía, la que tiene que diseñar cada una de las políticas públicas y es la economía, querido Carlos, la que demuestra que están al servicio de la ciudadanía, políticas públicas diferentes, y no al revés”. Su descarrilamiento es evidente. ¿Qué tendrán que ver los multimillonarios que desean escapar en qué naves espaciales de los cojones con que nosotros tenemos que salvar el planeta y que las políticas públicas están por encima de la economía?  ¿Qué relación tiene todo ello con la economía y el hecho de que, según ella, tenemos que salvar al planeta, dejándonos convencer por nauseabundos cánticos de sirena que parecen salidos del pabellón de un manicomio? No termina un asunto, pasa a otro durante horas y acaba mostrándose como lo que es: una mujer autoritaria, sin empatía, que desea ser omnipresente y puede pensar por nosotros, o eso cree en su delirio de grandeza porque es ministra.

No sé si recordáis que hizo un reportaje durante la campaña electoral de este año diciendo que estaba muy estresada, que se relajaba planchando ropa y que dormía sólo tres horas diarias. Estos hechos son propios de la bipolaridad, caracterizada por exceso de aparente autoestima, ideas disparatadas que se transmutan sin control y sin hilo y sin necesidad de descansar, pues la mente de estas personas no se permite ni un minuto de paz y desconexión, sobre todo como en su caso, en un cargo de tantísima responsabilidad, en la que su preocupación por los españoles no la dejará dormir, ante nuestros gravísimos problemas y el negro futuro que se nos avecina.

Resumiendo, bipolaridad, verborrea, algunos delirios cognitivos, encantadora de serpientes como Pedro Sánchez, (mentirosa y manipuladora como ella sola) y algunos tintes psicópatas por allí y por allá, mientras ella no tiene nada que ver con el problema y nos recuerda que en España somos 100 millones de pobres. ¿Lo somos o sueña con que lo seamos, en cuyo caso le traiciona el inconsciente a la ministra?

Todo un caso clínico y severo que debería de poner en alerta a los psicólogos y psiquiatras honestos  de este país para ponerles los pelos como erizos. ¿Toma usted alguna medicación, señora ministra?

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