Cuando alguien se pierde el respeto a sí mismo, no puede esperar el respeto de los demás. Desde hace mucho años, la sociedad española, todos los españoles, nos hemos acostumbrado a comulgar con ruedas de molino y nunca hemos dicho nada. Se podrían poner mil ejemplos acerca de lo que estamos diciendo, pero, sin ir más lejos, hemos tragado con asuntos como el del 11M, con la farsemia, con los pucherazos electorales, por no hablar de los saqueos constantes de los políticos, siendo raro el caso en el que, simplemente, acaban en la cárcel.
Vivimos en una sociedad en la que las frases favoritas de todo el mundo son «tú no te metas», «qué le vamos a hacer», «no se puede hacer nada» y en la que solo preocupan las cosas cuando le afectan directamente a uno mismo.
Esto que nos sucede a todos los españoles no sería preocupante si los que nos gobiernan y nos dominan no lo supieran. Pero lo saben, ¡vaya si lo saben! Y han ido, a lo largo de los años, apretando la tuerca cada vez un poquito más, y otro poquito más, para comprobar cuál es nuestro límite. Y han comprobado que no tenemos límite, que por vagancia o por cobardía lo aguantamos todo.
Por eso, ahora ya van a calzón quitado, ya les da igual todo y no se toman ni siquiera la molestia de disimular, porque para ellos sería una pérdida de tiempo, que ya han comprobado que es absolutamente innecesaria.
Ahora está negociando Sánchez para seguir de presidente. Y lo hace con quien le da la gana, cuando y como quiere. ¿Por qué? Porque sabe que no va a tener consecuencias. Y como no tiene pudor y tiene mucha prisa, lo hace sin disimulo alguno. Total, ¿para qué va a disimular con todo lo que ha hecho con la excusa del bicho y sigue ahí tan tranquilo?
Lo que si nos extraña es que, llegados a este punto, cosas como estas sorprendan todavía a alguien.
España ya no existe, se ha convertido en un chiste malo, los españoles hemos perdido los cojones y nos hemos bajado los pantalones, cuando le digo a alguien lo que pasa me dice que no se puede hacer nada y eso a mi no me vale porque lo primero que hay que hacer es desobedecer. Yo creo que la mayor parte de los que han recibido la inyección han perdido el sentido y la razón y por su culpa nos van a llevar a una prisión digital de donde va a ser muy difícil escapar, la gente está muy mal y no queda con quien hablar, siguen a los medios de comunicación como a una secta, una religión.
Es muy difícil encontrar gente que quiera hacer algo