Estamos seguros que, a estas horas, muchos de esos monárquicos recalcitrantes que confiaban en algún «movimiento» de Felipe VI para evitar que Sánchez pactara con el enemigo para gobernar, ya se habrán dado de bruces con la realidad.
Y a pesar de que puedan seguir diciendo que al Borbón no le quedaba otra opción que proponer la candidatura de Sánchez, le recomendamos que se pegue un vistazo a este artículo, para ver si de esta forma se da cuenta que la Constitución le permite, como Jefe de Estado que es, más poder de maniobra.
Pero hay algo de lo de las «consultas del Rey» para proponer candidato que nos llama poderosamente la atención y que nos demuestra que no es más que una farsa. Muchos de los partidos que van a apoyar a Sánchez en esa investidura, directamente, ni siquiera acudieron al encuentro con Felipe VI.
Si no acudieron y Felipe no supo de primera mano a quiénes iban a apoyar, ¿cómo es posible que propusiera a Sánchez como presidente? ¿Le bastó la palabra del candidato o, simplemente, daba absolutamente igual al no tratarse más que de una farsa?
Al final, cualquiera de nosotros debería darse cuenta, con detalles como este, de cómo se nos toma el pelo y cómo, a pesar de que muchos no quieran verlo, es el propio rey el cabecilla de todo ello. Se acaban las excusas para aquellos que busquen salvadores que nos vengan de una clase política absolutamente manipulada. La cosa depende de todos y cada uno de nosotros.
La dinastía impuesta por Kissinger hará lo que está previsto que haga.