A lo largo de la farsemia que llevamos viviendo desde 2020 hemos visto de todo. Responsables públicos, médicos, sanitarios, periodistas, famosetes de tres al cuarto e incluso policías, que se han saltado las leyes a la torera, que han hecho de su capa un sayo y que, incluso, han formado parte de las hordas de perseguidores de negacionistas.
Todos ellos comportándose de una forma indigna, indignante y decepcionante, sobre todo decepcionante. Pero si hay unos profesionales que nos han decepcionado de verdad, han sido algunos de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a quienes, en ocasiones, hemos visto cometer auténticas aberraciones contra la gente por el simple hecho de no llevar mascarilla por la calle.
Hoy hemos sabido que algunos van pagando las consecuencias de sus abusos. Según publican algunos medios, la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a dos policías municipales de la capital por abusos sexuales a una joven que se saltó el confinamiento durante la pandemia del Covid-19. Los agentes han sido sentenciados a dos años y un año y medio de prisión.
Según se indica en el fallo, del que se han hecho eco varias publicaciones, a la 1.10 horas del 19 de diciembre de 2020, los funcionarios vieron a la denunciante caminando delante de un hombre por la calle de Ricardo Ortiz, en el barrio de La Elipa (Ciudad Lineal). Al encontrarse por la vía pública en un horario prohibido, los pararon. Cachearon al varón y lo dejaron marcharse. Pero con la víctima, que reconoció que volvía a casa de una fiesta, se ofrecieron a acompañarla.
Uno de ellos caminó a su lado, en paralelo, mientras que el otro lo hizo desde el coche patrulla. Al llegar al portal, le dijeron que debían cachearla (la normativa establece que a una mujer debe registrarla una policía de su mismo sexo, excepto en casos flagrantes o muy graves). Esta excepción se la hizo saber la joven, pero también le expusieron que podría rechazar esa posibilidad, a lo que ella contestó afirmativamente.
Entonces, el otro policía le metió la mano por dentro de la ropa y le tocó los pechos y los pezones «con ánimo libidioso», precisa la sentencia. Luego, le manoseó la vulva y los glúteos. Esto le creó una situación de ansiedad a la querellante, a cuyo testimonio da total veracidad el tribunal. Los acusados llegaron a afirmar que actuaron así porque la ciudadana «tenía frío». Al menos cinco de los testigos interrogados confirmaron el estado de nerviosismo posterior a los hechos en la víctima.
Lo que hemos tenido que aguantar, señores. Pero hay algo en la sentencia que nos ha llamado la atención: el Ayuntamiento de Madrid no debe responder civilmente al pago de costas ni de indemnizaciones posibles en el caso.
Las consecuencias de los excesos y abusos de autoridad, aunque con cuentagotas, van llegando poco a poco. Y aunque sabemos que este asunto es aislado, puesto que el comportamiento demostrado por los policías es de auténticos descerebrados, es una buena muestra de que alguno de ellos, en su momento, se creyeron intocables y por encima del bien y del mal.