El Viernes Negro, un día asociado principalmente con las compras y ofertas en la actualidad, tiene sus raíces en un episodio financiero que ocurrió el 24 de septiembre de 1869 en los Estados Unidos. Aunque la fecha suele evocar imágenes de multitudes de compradores ansiosos, el Viernes Negro original fue un evento que conmocionó a Wall Street y dejó una huella duradera en la historia financiera de Estados Unidos.
El Boom Especulativo de la Fiebre del Oro de California
Para comprender completamente el contexto de este Viernes Negro, es importante retroceder en el tiempo hasta la década de 1860, cuando Estados Unidos aún estaba recuperándose de la Guerra Civil y la Fiebre del Oro de California seguía siendo un evento influyente. La búsqueda de riqueza y la especulación estaban en su apogeo, y muchos inversionistas buscaban oportunidades para enriquecerse rápidamente.
Jay Gould y James Fisk: Maestros de la Especulación
Dos nombres clave en este episodio fueron Jay Gould y James Fisk, dos inversionistas audaces que se unieron para manipular el mercado del oro en su propio beneficio. Su plan consistía en convencer al presidente Ulysses S. Grant para que influyera en el mercado de oro y así obtener ganancias sustanciales.
El Complot para Manipular el Mercado de Oro
Gould y Fisk comenzaron a comprar grandes cantidades de oro, lo que provocó un aumento en su precio. Con la expectativa de que el gobierno federal comenzaría a vender oro en el mercado abierto, crearon una situación en la que esperaban obtener ganancias significativas cuando el precio subiera aún más. Sus actividades atrajeron la atención tanto de inversores como del gobierno.
El Fatídico 24 de Septiembre de 1869
El 24 de septiembre de 1869, el mercado del oro alcanzó su punto máximo en 162 dólares por onza. Sin embargo, ese mismo día, el Secretario del Tesoro, George S. Boutwell, tomó medidas para detener la manipulación del mercado. Anunció que el gobierno comenzaría a vender grandes cantidades de oro, lo que provocó un pánico en el mercado.
El Colapso y las Consecuencias
El resultado fue un colapso catastrófico en el mercado del oro. En cuestión de minutos, el precio del oro se desplomó a 133 dólares por onza. Muchos inversionistas perdieron grandes sumas de dinero, y la confianza en el sistema financiero se vio socavada. Aunque Gould y Fisk escaparon con ganancias considerables, su reputación quedó manchada.