Uno de los buques insignia de las políticas «woke» en todo el mundo es, sin duda, la compañía de «entretenimiento» estadounidense Disney. Con una buena parte de su producción dirigida al público infantil y juvenil, Disney se ha convertido, sobre todo en los últimos tiempos, en una de las más poderosas herramientas de adoctrinamiento a través del cine y la televisión.
Sin que esto sorprenda ya a nadie, nos hemos encontrado con que la compañía ha manipulado y tergiversado sus propios productos para colocarnos manipulación racial, LGTBI, de ideología de género y más locuras, con la clara intención de reeducar a la población más fácil de manipular, la que todavía no ha llegado a su edad de madurez.
Pero al contrario de lo que está sucediendo en otros casos, con Disney la mayor parte de la población se ha dado cuenta de lo que pretendían y le ha dado la espalda con campañas de boicot a sus productos, provocando que sus últimas producciones se hayan convertido en grandes fracasos.
Suponemos que todo eso es lo que motivado la «dimisión», seguramente despido, de la gran impulsora de esas políticas, la de la directora de diversidad y vicepresidente senior de la compañía, Latondra Newton.
Está claro que el camino para defendernos de este tipo de políticas manipuladoras es el desprecio y el boicot. Las empresas como Disney se lo pensarán al menos dos veces antes de intentar lavar los cerebros de los más pequeños de la forma en la que lo intentan hacer.