Artículo de Alfonso de la Vega
«Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines,
la espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines.
Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas Minervas y Martes,
los arcos triunfales en donde las Famas erigen sus largas trompetas
la gloria solemne de los estandartes…»
Para celebrar que fruto del gran esfuerzo y dedicación de nuestras autoridades el reino de España se haya convertido en el tercer país más pobre de la UE solo por delante de Bulgaria y Rumania, pero sin embargo en la meritoria cabeza de corrupción y vulneración de los derechos civiles, el Régimen borbónico va a continuar con los brillantes saraos como si viviésemos en el mejor de los mundos.
No obstante, es una pena que ya no se sigan algunas buenas costumbres y santas tradiciones. Como las de los tiempos del ilustre rey felón Fernando VII portentoso logro híbrido genético de la virtuosa reina María Luisa de Parma y de un rijoso fraile de El Escorial según documentada opinión del jesuita Padre Salmón. Sí, entonces era hermosa tradición que la entusiasta plebe monárquica desenganchase las acémilas del carruaje real para tirar de la carroza con gran complacencia del orondo felón borbónico que hubiera que soportar encaramado al trono de la época.
Dicen las crónicas que el 13 de mayo de 1814 fue un día de ardiente júbilo de los vasallos, algo memorable para la madrileña Villa y Corte:
“El pueblo pensó que estando él allí no necesitaba caballos y dando gusto a su afición de sustituir a aquellos animales, mientras se oía llamar por el rey hijos míos, cortó los tiros, muchos se pelearon por tirar del coche, y conducido por ellos atravesó S M el Prado…
¡Qué vivas por todo el tránsito! ¡Cómo agitaban las damas sus pañuelos! ¡Cómo arrojaban a los pies de los caballos, es decir de los hombres entusiastas que tiraban de la carreta, ramos de flores! ¡Con qué donaire salían de las manos de los niños inocentes pajarillos con cintas atadas al cuello en las que se leía ¡Viva Fernando VII! ¡Y con qué fruición repicaban las campanas de las iglesias!...”
¡Qué ejemplo más grandioso! ¡Qué patriótico homenaje a los traidores! ¡Qué visión estratégica! ¡Qué buena solución para el transporte ecológico, resilente, empoderado y sostenible de nuestros próceres! Pese a los fementidos rigores del cambio del clima climático, el calentamiento global y demás onerosas supercherías de moda dirigidas a esclavizar al populacho ahora la comitiva va motorizada rodeada primero de motoristas y luego de la Guardia real a caballo. Ya viene el festejo, ya se oyen los claros clarines…
La cita es en el viejo Palacio de San Jerónimo y el pretexto la solemne apertura oficial de la Legislatura a cargo de Su Majestad. Probablemente la última que tenga oportunidad de celebrar si las cosas siguen descomponiéndose así. Aunque eso no se sabe, que los Borbones históricamente han demostrado estar muy a gusto con el despotismo y la tiranía, al frente de las mismas o disimulando cuando es menester.
La indigna madame catalanista, premiada con la tercera máxima magistratura de la nación por su buen hacer y excelente disposición en la prostitución de unas pobres niñas y adolescentes a su cargo, abre la solemne sesión borbónica. Contra su papel institucional de supuesta neutralidad celestinea con sus compinches del gobierno, golpistas, pro terroristas y demás ralea.
A continuación, orgulloso de los grandes logros del Régimen, sigue el discurso estupefaciente de Su Majestad haciendo como que riñe pero solo un poquito a los revoltosos, muchos de ellos ni siquiera van ni se dignan escucharle. Al patriótico modo fernandino les anima a ir y él el primero por la senda constitucional. Una constitución que favorece la traición o que según nos dicen no puede hacer nada para combatirla. Una loa a la constitución, la misma que es incapaz de defender al pueblo de las fechorías del propio Régimen. O, es que el desempeño personal e institucional es malo e incluso delictivo hasta ahora impune, y entonces no cabe felicitación alguna. Pero contra toda coherencia o lógica felicita al falsario y a la nutrida horda ministerial. Sigue un poco de propaganda de afirmación borbónica con motivo del heroico juramento de la presunta heredera, si es que el tenderete aguanta. Retórica va, retórica viene…
A juzgar por lo hoy demostrado en ocasión tan solemne, don Felipe se une al proceso en curso y se dispone a cohonestar la dictadura. Y, tras el blanqueo o encubrimiento de la traición, para acabar la faena luce sus pinitos complacientes con la despótica torre de Babel de los dialectos.
Queda inaugurado el golpe. No habrá guateque por lo que sus voraces señorías no podrán abalanzarse sobre el pincho de butifarra y vino del Penedés a servir por «catering» catalanista con suculentas comisiones para la Causa puestas a salvo en el paraíso habitual.
Un desfile militar de tropas remanentes del servicio de la OTAN despide a las patrióticas autoridades.
Se confirma de tal guisa una nueva ridícula farsa, una nueva humillación para el pueblo español que observa entre incrédulo y horrorizado no ya la agonía del Régimen borbónico sino de su querida patria sin nadie que la defienda. Un espectáculo esperpéntico y bufonesco que viene a confirmar la famosa teoría valleinclanesca de que «el reino de España es una deformación grotesca de la civilización occidental.»
Por desgracia para España, todo esto suena a burla feroz e insensible en el actual pantano de hipocresía, devastación y mohatra en que chapotea la Monarquía. La realidad es tozuda. Y no se puede hacer como si estuviéramos en plena normalidad, como si aquí no hubiera pasado ni siguiera pasando nada. El presente desastre global no se arregla con retórica de palabras gastadas, falaces y vacías. Ni con rituales muertos hueros ya de contenido. Es demasiado tarde. Y ya que aún estamos en noviembre, cabría recordar lo que en el Tenorio le decía Don Luis Mejía a su rival Don Juan, “imposible la habéis dejado para vos y para mí”.
Que vergüenza
CRIMINAL