viernes, noviembre 22, 2024
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Satanismo y comunismo: dos ideologías escritas con sangre en la hoja de ruta del progrerío mundial

Al tiempo que se profanan templos, se destruyen tallas  religiosas y los políticos se afanan en derribar cruces y borrar toda huella cristiana, proliferan las esculturas a Satanás e incluso se venden figuras en forma de macho cabrío o baphomet para colocar en las casas que en otro tiempo pudieron albergar imágenes del Sagrado corazón o de la Virgen.

No es cierto que los comunistas sean ateos. Son anti Dios, blasfemos y anticlericales, porque su deidad, consciente o inconscientemente, es Satanás. Ellos eligen servir al Mal y adoran a su jefe de las alturas; no siempre por medio de rituales específicos, que también, sino con sus pensamiento, palabras y acciones, causantes del daño y la destrucción que infligen a las sociedades que gobiernan –o más bien parasitan—. La comisión de delitos contra la vida, la familia y la esencia más noble del ser humano es su objetivo prioritario. Bajo el pretexto de una igualdad ficticia y unos derechos que no son tales, se esconde un fin siniestro: la perversión de la inocencia, la bondad, la belleza y la armonía, expresiones sublimes de la naturaleza.

La ideología comunista es una inspiración del inframundo; lo mismo que sus leyes contra el ser humano. El paralelo entre comunismo y satanismo es más que evidente. El comunismo siempre llega al poder a través de la mentira y el engaño, y la característica principal del Príncipe de este mundo es la de ser “el gran engañador”. ¿Coincidencia o clave para entender los discursos antihumanos de todos los “istas” aglutinados bajo el paraguas del comunismo? Es cierto que hablar de diablos, de demonios o de Satanás en pleno siglo XXI, la era de la nanotecnología, del transhumanismo, de la Cuarta revolución industrial, del hombre aumentado, todopoderoso e inmortal, suena a fabulación. Pero no. Todo es un engaño en contra del hombre, que no será un ser “aumentado”, sino un cascarón sin alma, sin voluntad y sin memoria para recordar su origen. ¿Por qué no les preguntamos a los promotores de la Agenda 2030? Ellos sí saben bien de qué estamos hablando y entienden nuestra analogía. ¿Qué es la agenda del pin coloreado sino el tutorial para remodelarnos y hacer desaparecer nuestros valores de serie y transformarnos en robots, con el fin de frenar nuestra evolución y calcificar nuestras almas? ¿A quién obedecen sus impulsores? Esa es la pregunta clave.

A medida que el comunismo se ha ido extendiendo en el mundo y los valores han ido decayendo hasta llegar a la distopía actual, la presencia de Satanás y su culto permea las sociedades del bienestar a través de leyes ad hoc y el divertimento. El pueblo lo integra movido por la inercia y la ignorancia; pero los ideólogos conocen muy bien su genuino significado. Por poner un ejemplo aparentemente lúdico y festivo, hace meses, en una celebración multitudinaria en Barcelona, la cara de un diablo con cuernos, formada con luces intermitentes –para llamar más la atención— presidía el cortejo: toda una burla de las procesiones católicas simultaneando una ofrenda al Mal. No es de extrañar que proliferen los monumentos al ser infernal y que el lado oscuro se encuentre en continuo estado de overbooking.

El más antiguo de estos monumentos a Lucifer y el que mayor número de datos enigmáticos encierra es la fuente del Ángel Caído, en el emblemático parque del Retiro de Madrid. La mayoría de los madrileños no sabe de la existencia de esta obra del escultor Ricardo Bellver, pero sí quienes se sienten atraídos por el lado tenebroso. Hace unos años, el Ayuntamiento se vio obligado a cerrar las puertas durante la noche, debido a la concentración de satanistas y simpatizantes en la fuente. El monumento también es muy visitado por personajes extraños que incluso viajan expresamente a la capital a rendirle culto al Ángel Caído.

Como en todo lo esotérico, historia y leyenda, realidad y ficción se entretejen, tanto en las características del enclave como en su simbolismo. Los servidores del Mal interpretan que es una puerta al infierno, y se apoyan en la ubicación de la escultura, a una altitud de 666 metros sobre el nivel del mar (el número de la Bestia). Nunca hemos podido contrastar este dato, pero sí otros de gran relevancia que cualquier radiestesista o interesado en la geobiología puede constatar con unas varillas y algunas nociones sobre su manejo. En el subsuelo del monumento hay una vena de agua, una red Curry y varios vórtices energéticos, que lo hacen especial. No es un lugar elegido al azar. Quienes señalaron el emplazamiento eran conscientes de estas cualidades y sus posibilidades.

Es curioso, y esto le da aún más fuerza al emplazamiento de la estatua, que antes de que el rey Carlos III mandase edificar en el lugar la fábrica de porcelanas chinas, a imitación de la de Nápoles, en el sitio de la fuente estuviera ubicada la ermita de San Antonio Abad o San Antón. Es sabido que, desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha elegido para sus centros religiosos ciertos lugares específicos a nivel telúrico. Catedrales, monasterios o ermitas suelen estar construidas en lugares de culto precristiano: templos romanos, castros celtas y monumentos megalíticos. Y lo mismo ocurre en otras culturas. Sobre la pirámide de Cholula, en Puebla (México), por poner un ejemplo, se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, con un potente vórtice energético. Y estas energías son medibles.

Existen varios monumentos a Satanás desperdigados por el mundo, pero desconocemos las particularidades del lugar. ¿Es solo una tendencia, un acto de burla o de rebelión? Nos atrevemos a afirmar que es mucho más que eso. Con independencia de la entidad que representa la efigie y lo que significa –es decir, la concreción de todo lo negativo del lado oscuro, o sea el mundo de las tinieblas—, existe una carga mental y espiritual que conecta con quienes están en su sintonía.

Como ejemplo, voy narrar sucintamente una experiencia que me compartió un profesional de la salud a quien estimo y quiero. El relato es más que interesante, y cuenta con los ingredientes de la Agenda 2030 y ¡el Ángel Caído! ¿Pero, pueden tener algún nexo dos temas tan dispares? Lean y juzguen ustedes mismos:

En el año 2019, mi amigo fue invitado a participar en un evento donde escucharían de primera mano los objetivos de la Agenda 2030; ya saben, la hoja de ruta comunista satánica para transformar el mundo. Quien llevaba las riendas de la convención era la entonces Alta Comisionada para la Agenda 2030, Belén Crespo Sánchez-Eznarriaga, nombrada directamente por el entonces presidente en funciones, Pedro Sánchez. ¿Qué cualidades le conocía para nombrarla para el puesto que luego le exigiría el comunista Iglesias, quien también chantajeó de lo lindo para entrar en la comisión de secretos de Estado del CNI?

Esta señora había ejercido de directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, desde diciembre de 2010, nombrada por Rodríguez Zapatero, hasta el momento de ser elegida para el nuevo puesto de la nueva era transhumanista, poco antes del pistoletazo de salida oficial: marzo de 2020. ¡Cómo encajan las piezas sin necesidad de más explicaciones!

El excelente articulista y gran persona, Juan Ezequiel Morales, publicó en julio de 2020 un interesante artículo sobre el recorrido de esta dama por las puertas giratorias del sistema. Extractamos el siguiente párrafo:

“Si seguimos el modus operandi de pensar de la izquierda, esta señora debería ser el diablo, por el puesto que ocupó, y de ahí saltó a dirigir la Agenda 2030, cuyo sucesor ha terminado siendo Pablo Iglesias Turrión. Esto es para situarnos con los personajes relacionados con la Agenda 2030”. (Las negritas son mías).

“… esta señora debería ser el diablo…”. He seleccionado esta frase por lo que viene a continuación, que es la clave de todo el artículo. Cuando nuestro amigo y la Alta Comisionada se intercambiaron los teléfonos, él se fijó que en su foto de perfil aparecía el logo de colores de la Agenda 2030, que hoy lucen en la solapa todos los políticos, como señal de aceptación del globalismo y su acatamiento de los sacramentos de la nueva religión del Nuevo Orden Mundial. Hasta aquí, todo normal y razonable. El repelús viene a continuación:

Cuando empezó el confinamiento, la susodicha cambió el logo de colores de su perfil por una imagen del Ángel Caído del Retiro. A mi amigo, un señor fornido y grandón, que siempre había desconfiado de ella, se le pusieron los pelos de punta. ¡Y no es para menos! A mí me ocurrió lo mismo cuando me compartió su experiencia.

No hacen falta imágenes ni estatuas para que el Mal con mayúsculas se filtre en nuestra sociedad; pero actúan de catalizadores. La forma, la carga energética y espiritual –en este caso involutiva— de lo que representan y la intención, se coaligan y le confieren un poder muy superior a lo que podemos imaginar.

Termino con una de las frases del comienzo. Los comunistas no son ateos. Son practicantes de la espiritualidad del lado oscuro. Son anti Dios porque adoran al demonio a quien han vendido sus almas. Es su dinámica y se extienden cual plaga. Pero no podrán con el Amor y el poder del bien y lo justo. No podrán con Dios. Estoy segura.

Magdalena del Amo
Periodista, psicóloga, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.
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3 COMENTARIOS

  1. Lo que se me han reído en los últimos siete años por señalar que el origen puro de todo lo que pasaba era el satanismo. Bromas despectivas de ristras de ajos, incienso y crucifijos. Y eso que lo explicaba con toda racionalidad, desde la pura lógica.
    Y lo más gracioso es que voy de atea por la vida desde los dieciséis años.

    Efectivamente, como dice Magdalena y yo también me he hartado a argumentar, lo contrario del cristiano no es el ateo. Al ateo le dan igual las religiones, y en todo caso se burlaría de todas por igual y sin especial rabia en los tiempos que corren. Lo opuesto al cristianismo es el satanismo. Y esa es la única explicación lógica de todo lo que vemos, todos los ataques a lo cristiano y a los principios y valores con los que se ha venido rigiendo nuestra civilización, en proceso de subversión extrema.

    En 2017 ya expresé por algún foro el horror que me producía que Sánchez llegase a presidente usurpador, y también adelanté que una vez que entrase ya no saldría. ¿Por «socialista»? No, yo paso de etiquetas políticas, era por esos ojos que comparte con seres como Dolores Delgado, el juez ese que no quiero ni nombrar, el del hijo depravado, la Leti y una larga lista de gente que provoca un rechazo instintivo y lúgubre.

    Afortunadamente en los últimos dos años (no tres, no cuatro; han sido dos para una mayoría) bastante más gente está tomando conciencia de la verdadera naturaleza de lo que sucede.

  2. Sobre la elementa que pasó del circulito en primicia al ángel caído ese, observé durante los primeros meses de plandemia que «casualmente» los trolls activistas plandémicos y vacuneros más activos y agresivos en las redes eran también activistas de lo que llaman comunismo y ultraizquierda. Me pareció muy obvio que trabajaban para el mismo ente, para lo mismo, para «agendas» convergentes. Convencidos todos ellos (Yolanda Díaz, Pablo Iglesias y algún otro de la secta estuvieron todos los meses iniciales de plandemia con una sonrisita complacida y triunfal más que reveladora) de que la covifarsa se había diseñado para implantar como mecanismo casi natural el comunismo planetario, que era un acelerante magnífico e irreversible.

    Ya sabemos que el demonio ofrece a cada idiota su deseo más ferviente, para ponerlo a su servicio.

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