Precisamente, justo después de acabar un directo que hemos emitido por YouTube y por Twitch, nos hemos encontrado con un artículo de Juan Manuel de Prada sobre el asunto que tratábamos en ese directo: el trato que están recibiendo los manifestantes de Ferraz por parte de los policías que acuden allí a pastorearlos. Nosotros hacíamos ese directo para darles la bienvenida a darse cuenta de algo que lleva sucediendo, al menos, desde 2020. Y también lo hacíamos para recordarles que el asunto de la amnistía no ha sido lo más grave que había hecho este gobierno. Que se den una vuelta por los encierros ilegales, los pucherazos que están siendo denunciados desde hace tiempo y sobre las consecuencias que muchos están sufriendo gracias a las banderillas, que parece que todavía no se han enterado.
Y es que parece que, a pesar de lo que está sucediendo, todavía muchos no quieren ver la realidad. Siguen con gritos como el de «que te vote Txapote» y similares, sin darse cuenta de que la cruda realidad, que han querido creer hasta ahora, es muy distinta y mucho más grave de lo que pensaban. Tampoco parecen darse cuenta aquellos que hablan de perder una democracia, perdida hace mucho tiempo, y de perder un «estado de derecho», que siempre ha sido de desecho.
Pero mucho mejor que nosotros, lo explica Juan Manuel de Prada en un nuevo artículo que debería despertar inmediatamente los cerebros de todos aquellos que se tomen la molestia de leerlo.
Se titula «La derecha en su jaula» y pone negro sobre blanco el tremendo encontronazo con la realidad que se deben estar encontrando muchos manifestantes. Sabemos que en España hay mucha gente que no tiene tiempo para informarse debidamente por motivos de trabajo, o cualquier otro motivo, pero llegados a este punto es un deber de todos el estar correctamente informados, y con eso no nos referimos a aquellos medios que viven por y para el oficialismo, por mucho que se vistan de supuestos opositores al régimen sanchista.
Informarse correctamente ya es cuestión de pura supervivencia, que se lo pregunten a los despistados que, por desgracia, han caído de «forma repentina» en los últimos tiempos.
Magistral, Juan Manuel de Prada.
Secundo sus buenos deseos, de que la pasma machaque a voluntad a tanto cenutrio que la ensalzó de modo injustificado, cuando le iba bien en la parte buena del embudo. Ahora somos la mayoría los que estamos en la parte estrecha, y si esa pasma obedece fielmente al tirano, no es problema de hoy. Es el resultado de decenas de años de condescendencia e impunidad con sus abusos, porque respetaban a «los míos» y sólo afectaban a «los otros».
Ya lo dijo Lenin: «cuanto peor, mejor».
Traducido, si la pasma maltrata a unas pocas personas de cada vez, que es lo que lleva haciendo toda la vida, nadie mueve un dedo, y los abusos se perpetúan ad aeternum. Hace falta que una mayoría de ciudadanos los sufra, y de modo inmisericorde, escandaloso y simultaneo, para que descubran el problema, paso indispensable para ponerle remedio.
Y el remedio es que esos golfos dejen de gozar de impunidad cuando se saltan las leyes que juraron cumplir. Mande quien mande.
Ese día los españoles seremos libres de cualquier aspirante a tirano.
Cuanto antes lo logremos, antes gozaremos de libertad.
Por favor, sigan aporreando «ciudadanos de bien».
La cuestión de fondo no es la crítica a la actuación policial, porque al final las fuerzas del Estado lo son de eso mismo, del Estado, no de la Nación. Lo de Policía Nacional es una etiqueta, no necesariamente una realidad.
El problema fundamental es el de la jaula de distorsión cognitiva que tan adecuadamente señala el autor. Al final, resulta que para la batalla cultural la izquierda se ha armado con la mandanga dura de la extrema izquierda y la derecha, lamentablemente, de socialdemocracia (o «izquierda pijoprogre»). No hay un discurso conservador suficientemente extendido como para configurar un marco de interpretación de la realidad adecuado. Y no lo hay porque la derecha de este país hace tiempo que no es derecha. El famoso «giro al centro» fue algo más que un mero giro lingüístico. Alejados de la tradición intelectual conservadora, la mayoría de votantes de derecha, engañados para meter en sus sobres las papelinas populares, se encuentra desarmada intelectualmente para entender lo que está pasando. Así pueden ser fácilmente pastoreados, no solo por la policía en un momento dado, sino por sus propios popes a golpe de «hashtag».
Muy atinados los dos comentarios anteriores de Emjulode y Galo Dabouza.
«El plan del doctor Sánchez, ciertamente es gobernar tan sólo para los «españoles buenos»; pero dicho plan PROSPERA PORQUE LA DERECHA ESTÁ ENCERRADA EN SU JAULA DE SUS DISTORSIONES COGNITIVAS. Y, encerrada ahí dentro, ADEMÁS DE DIMITIR de todos los principios morales que en otro tiempo sostuvo (siquiera de boquilla) la derecha se HA PUESTO A PENSAR LAS IDEAS MÁS TURULETAS Y LÓBREGAS, azuzada por sus lidereses y lideresas y por sus periodistas farloperos de cabecera. Así, por ejemplo, la derecha española piensa turulatamente que la pasma es su amiga, que la Constitución es su baluarte y que la Unión del Pudridero Europeo es su paladín; pero también piensa que debe declararse sionista de estricta observancia (incluso cuando las bombas sionistas despedazan a miles de niños palestinos), obedecer religiosamente las consignas del Tío Sam (aunque vayan en contra de los intereses nacionales) y enarbolar «las leyes del mercado a machamartillo», para que los sueldos sean más birriosos todavía y las compañías transnacionales se coman todo el pastel. Así, DEFENDIENDO LAS IDEAS MÁS GROTESCAS Y LÓBREGAS, las gentes de derechas disfrutarán por los siglos de los siglos del doctor Sánchez en La Moncloa, quien además podrá permitirse el lujo de no decir ni pío mientras las bombas israelíes despedazan a miles de niños palestinos, mientras el Tío Sam nos arruina material y moralmente, y los salarios pierden capacidad adquisitiva a chorros. Después de todo, el doctor Sánchez podrá defenderse alegando que él sólo permite remolonamente estas calamidades; y que quien defiende con ardor tales calamidades es la invotable derecha, encerrada en la jaula de sus distorsiones cognitivas»