Cuando la cosa resulta tan sencilla como, simplemente, mirar al cielo y nos damos cuenta que todavía hay demasiada gente que, aún haciéndolo, no ve la realidad, es cuando nos damos cuenta que algo les debe pasar en la cabeza para que sigan tan a rajatabla las versiones oficiales.
Sí, nos referimos a las estelas químicas que dejan esos aviones plagando nuestros cielos con nubes, que no se habían visto hasta ahora, y que el oficialismo justifica como «nubes de vapor de agua» de los aviones comerciales. Y ante esto surge una pregunta muy sencilla: y cuando vemos un cielo normal, ¿qué pasa, que ya no hay tráfico aéreo?
El caso es que, no solo nos estamos encontrando con esas extrañas nubes, también con fenómenos climáticos que antes no ocurrían y que, curiosamente, justifican cosas como la farsemia climática e incluso la sanitaria.
Y sobre este mismo asunto, también surge otra gran pregunta: ¿cómo es posible que esas compañías aéreas, llamadas low cost, vendan esos billetes tan sumamente baratos? ¿Cómo consiguen la rentabilidad? ¿Cómo pueden obtener beneficios? ¿Cómo es posible que, por ejemplo, Ryan Air no haya quebrado hace años? ¿Creen ustedes que es por aquello del equipaje de mano o por cobrar un extra por el equipaje que tengan que transportar en sus bodegas?
No tiene ningún sentido. Los beneficios les tienen que llegar por otro lado completamente distinto. ¿Y si tuvieran el encargo de rociarnos y de ahí les viniera lo que no ganan por otro lado? Un piloto retirado lo explica.
Serás castigado con PPR (Cadena Perpetua Revisable) aquel que provocase daños biologicos, quimicos o medioambientales a la población entre otras cosas. Pues nada a cadena perpetua todos.