sábado, noviembre 23, 2024
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El estado que no debería existir

Si el emperador Adriano, cuando expulsó a los judíos de Judea el año 135, hubiera sabido la bomba de relojería que dejaba para 1.800 años después, probablemente se lo hubiera pensado dos veces.

Pero cabe pensar que esa bomba ya estaba programada de origen, porque desde entonces los expatriados, todos los años, renuevan su deseo de volver allá, cuando en la festividad del Yom Kipur repiten el mantra de “el año que viene en Jerusalén”.

Quienes sabían, y muy bien, lo que estaban haciendo, eran las familias banqueras Rohtschild y Warburg, cuando desde fines del siglo XIX, en una Palestina perteneciente al Imperio Otomano, comenzaron a costear colonias judías y a llevar inmigrantes a poblarlas.

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En la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña, para obtener la ayuda de los grandes capitales judíos en su lucha contra los imperios Centrales y el Otomano formuló la “declaración Balfour”. En ella, el ministro cuyo nombre lleva, declaró el deseo de Su Majestad para que se estableciese un hogar judío en Palestina. Ganada la IGM Gran Bretaña se quedó Palestina como colonia, y se redoblaron los esfuerzos de ocupación del territorio por judíos. Paradójicamente, a las familias antes mencionadas las ayudo la Alemania hitleriana con el envío de 200.000 colonos. ¿Amigos o enemigos?

En 1947, tras la Segunda Guerra Mundial, la recién creada ONU, bajo la excusa de reparar el daño cometido por la Alemania nazi a los judíos, sustrajo la mitad de su país a los palestinos para entregárselo a esos judíos. En realidad, al proyecto de las familias Rothschild y Warburg. 

Esa evidente locura supuso repartir el territorio en 6 trozos, distribuidos al tresbolillo, 3 para los palestinos originales y otros 3 para los nuevos judíos.

Para resolver un problema inexistente se había creado otro gravísimo a perpetuidad. Un estado-avispero del que echar mano cuando hiciesen falta tensión y guerras. Lo que más les gusta a los globalistas.

Y así ha sido. Declarado el nacimiento de Israel el 14 de mayo de 1948, ese mismo día entró en guerra contra todos sus vecinos, quedándose al terminar más territorio del que le había sido asignado. Desde entonces Israel ha participado en guerras abiertas en 1956 -la Guerra del Canal de Suez, en la que participa Israel contra Egipto-, en 1967 -la Guerra de los 6 días, nuevamente contra todos sus vecinos, aumentando nuevamente su área de ocupación- y en 1973 -la guerra del Yom Kipur, hace exactamente 50 años (qué casualidad)-. Y desde entonces, innumerables intervenciones militares en las zonas ocupadas de Cisjordania y Gaza (lo poco que queda de los territorios originales palestinos) y en los países vecinos, como Líbano, donde viven en condiciones precarias miles de refugiados palestinos, a los que Israel no permite la repatriación a sus localidades de origen.

La precariedad y desesperanza de esos refugiados, y de los habitantes de Cisjordania y Gaza, junto con los permanentes abusos de las Fuerzas Israelíes sobre ambas poblaciones ocupadas, son fuente de inestabilidad y vivero perfecto para fanáticos terroristas antijudíos, que no tienen nada que perder (allí el futuro no existe) y todo que ganar.

Por la parte económica, Israel es un país subsidiado desde su origen. La Alemania derrotada en la IIGM, en otra aberración sin precedentes, ha pagado a un Estado que nunca ocupó (el nuevo Israel) unos 65.000 M $ en reparaciones de guerra. Por su parte EEUU, la provincia más grande de Israel -según bromean muchos analistas-, lleva enviados a Israel a fondo perdido unos 142.000 M $. Con eso y con todo, Israel está prácticamente en bancarrota, lo que demuestra su falta de viabilidad real.

En suma, que las poblaciones israelí y palestina son en realidad rehenes de los poderes globalistas. Unos en el papel de verdugos y otros en el de víctimas, que se alternan regularmente, y que interpretan ambos a la perfección.

Y la fauna política española, como siempre, haciendo el caldo gordo a los que les pagan –esos mismos globalistas-, y manifestándose a favor o en contra de quien les digan. Como cuando el parlamento español aplaudió como focas al nuevo héroe globalista, Zelenski. Por cierto, que muchas armas utilizadas estos días por los “terroristas palestinos”, proceden de los arsenales enviados por la OTAN al virtuoso y valiente Zelenski, que aumenta su fortuna traficando con ellas. Efecto bumerang.

En 1848, la matriarca de la familia Rothschild le dijo a un periodista “si mis hijos no quisieran guerras, no habría ninguna”. Habría sido más precisa la buena señora si lo hubiera dicho al revés: Hay guerras porque las quieren mis hijos. 175 años después podemos seguir diciendo lo mismo. 

El tiempo nos dirá si los planes de la canalla globalista incluyen a España en ese avispero. 

Dios no lo quiera.

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3 COMENTARIOS

  1. Aver aver… si los espaóles hubieran dejado una franja para los patagones… para los quichuas… para los guaraníes… pero no, los malos son los israelitas que dejaron una franja para los palestinos… recordemos que Palestina es una región compartida por Jordania. Israel y la franja ocupada ¿por autóctonos? mmmm bueno bueno y que pasa ¿los Jordanos y los israelitas que están en la región palestina no son palestinos?????? Los españoles y portugueses no son Ibéricos????… si establecer una nación en una región es pecado mortal ¿porque no lo es para Portugal y para España que ademas no dejaron ni un islote para los Iveros??? Y que hacemos con los ladrones de tierras de Saharia que no deberían existir, como por ejemplo Marruecos, que «le ha robado a los saharianos»??? aver muchachos enserio. háganse lo ver…

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