Por David Azañón (Subinspector 87713)
La inminente reforma de la Justicia, eufemismo de la demolición de la Justicia, debe estar haciendo retorcerse en su tumba a Charles Loius de Secondat, barón de Montesquieu, especialmente cuando tenemos al Fiscal General del Estado imputado, investigado es el actual término para endulzar la situación procesal de los que se les dirige un proceso penal. Fiscal General del Estado que fue nombrado a propuesta del gobierno de ese, cuya mujer y hermano se encuentran también imputados, ese que no iba pactar con Bildu, ese que preguntó con escarnio a un periodista que de quién dependía la fiscalía. Ese que no ha dicho una sola verdad salvo que Israel está cometiendo, efectivamente, un genocidio. Desafortunadamente, muchos desconocen la diferencia entre judaísmo, Israel y sionismo.
Si existe algo que funcionaba medianamente bien en la Justicia española era su base. El hecho de que la instrucción pase a formar parte de la fiscalía, institución que carece de independencia alguna, junto con la limitación del ejercicio de la acusación popular, sin la que no habrían salido a la luz casos como los GAL, Gürtel, Nóos, Begoña Gómez, Koldo o Fontanera Leire, es la sentencia de muerte de la exangüe Justicia española.
La Constitución española, al contrario de lo que creen muchos, no fue aprobada por el pueblo español sino pactada por unas élites que dieron paso a otras de su misma estirpe. Los españoles hubieran votado cualquier cosa siempre que les fuera presentado “el fin” de la dictadura y una «democracia», que no es tal cosa. Recordemos el eslogan del PSOE: “OTAN, de entrada NO” pero de facto SÍ y que el Borbón, Juan Carlos, fue considerado uno de los confidentes más valiosos para EE.UU.
El fin de la demolición de la Justicia tuvo un inicio que fue la LOPJ o LO 5/85 gracias a Felipe González (casos GAL, FILESA, Roldán, escuchas ilegales, Juan Guerra, etc.) con quien los vocales del CGPJ pasaron a ser elegidos por el Congreso y el Senado bajo la falacia de democratizar la Justicia. Incluso Alfonso Guerra, siendo vicepresidente del gobierno manifestó: “Monstesquieu ha muerto”.
Aznar no hizo nada por reparar tal atentado contra la independencia Judicial, debe ser que se le olvidó en qué consistía tal cosa, sino que se lo digan a Mario Conde, recomiendo la lectura de su libro “Los días de gloria”. Eso sí, con los independentistas Aznar hablaba, en la intimidad, en catalán mientras indultaba a ciento cuarenta y una personas, de las cuales, seis de cada diez fueron condenadas por prevaricación y malversación.
ZP tampoco hizo nada al respecto evidentemente, eso sí, ya en su día intentó que la fiscalía asumirá la instrucción de los procesos penales y se eliminó el principio de igualdad y de presunción de inocencia con la ley del paripé de género o LO 1/2004.
En cuanto a Rajoy tampoco hizo nada a favor sino, también, en contra de la Justicia como rebajar la mayoría cualificada necesaria para nombrar a la cúpula del Tribunal Supremo y otros altos cargos judiciales.
En breve las cárceles estarán repletas de personas que ejerzan la libertad de expresión bajo la condena por delito de odio. Ni Begoña, ni el hermanísimo ingresarán en prisión, si es que fueran condenados, cosa que dudo. Tampoco irán muchos otros que hoy se encuentran imputados como el Delegado del Gobierno en Madrid o el Director General de la Policía. Si los de los ERE disfrutan de una libertad a cuerpo de Rey qué se puede esperar. Lo peor de todo es que muchos creen que sí entraran en prisión. El que no conoce la historia está condenado a repetirla afirmó el filósofo estadounidense George Santayana.
Hoy ya nadie se acuerda del apagón, ni de la DANA salvo en las zonas afectadas, ni de los afectados por el volcán de La Palma, ni del 11M y las mentiras de la versión oficial, ni de los asesinados por ETA, tampoco se acuerdan de Urdangarin y su suntuosa condena, como tampoco recuerdan los 256 días durante los cuales la libertad de los españoles fue pisoteada y su salud menoscabada con las inoculaciones pseudo forzosas.
Los españoles siguen siendo gilipollas, siguen sin aprender que no viven en una democracia, que son esclavos, que su país y recursos están siendo enajenados a fondos de inversión extranjeros.
Para que conste, yo como español, también soy gilipollas, aunque no por los motivos anteriores expuestos sino por otros, como escribir sobre la deriva letal de mi amado país y su paisanaje. No aprendí durante dos décadas como Policía Nacional 87.713, no aprendí a pasar de largo ante la parte corrupta de la Policía Nacional, no aprendí a no granjearme poderosos enemigos que iban en detrimento de mi carrera profesional, no aprendí porque no me daba la gana permitir ser un esbirro a costa del contribuyente, no estaba dispuesto a no cumplir mi juramento y mucho menos a no ser fiel a mi mismo.
Sinceramente, lástima de meteorito, merecido lo tenemos.

