La televisión española, enfrentada a una audiencia en constante declive, está recurriendo cada vez más a los creadores de contenido en redes sociales para revitalizar sus cifras de espectadores. Sin embargo, esta estrategia no siempre se desarrolla de manera ética. Un caso reciente, documentado en un vídeo compartido por Ada Lluch en X, ilustra cómo programas como «Espejo Público» de Antena 3 manipulan a estos creadores, mintiéndoles sobre el enfoque de las entrevistas y distorsionando sus historias para atraer audiencia, a menudo a costa de su integridad y reputación.
El vídeo en cuestión narra la experiencia de una creadora de contenido que, tras ser contactada por el programa «Espejo Público», aceptó participar en una entrevista que supuestamente se centraría en uno de sus vídeos donde mostraba cómo compartía habitación con su familia. Sin embargo, la realidad fue bien distinta. El programa tituló el segmento como «Influencer de la Pobreza», un enfoque sensacionalista que no solo distorsionó su mensaje, sino que también generó una oleada de críticas y malentendidos en redes sociales.
Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto.
La única forma que tiene @EspejoPublico de generar visitas es mediante encerronas a influencers jóvenes.
Y, aun así, las únicas visitas que consiguen son para criticarlos.
Susanna Griso ha dejado más que claro que es una… pic.twitter.com/DC1zRQbHmR
— Ada Lluch (@ada_lluch) October 27, 2025
La creadora, visiblemente frustrada, aclara en el vídeo que no se considera una influencer, sino una creadora de contenido, y que su trabajo no tiene nada que ver con la pobreza. «No vivo de ayudas, trabajo día a día para pagar mi alquiler, comida y gastos», afirma, desmintiendo la narrativa impuesta por el programa. Este episodio no es aislado; forma parte de una tendencia preocupante donde los medios tradicionales explotan la popularidad de los creadores digitales para sus propios fines, manipulando sus historias para generar más audiencia.
La televisión convencional en España está viviendo un prolongado declive. Según datos recientes, en 2023 los españoles consumieron solo 170 minutos al día de televisión lineal, un mínimo histórico que refleja la creciente preferencia por plataformas digitales. Esta caída de audiencia ha obligado a programas como «Espejo Público» a buscar nuevas estrategias para mantener su relevancia. Los creadores de contenido en redes sociales, con millones de seguidores y una capacidad única para viralizar información, se han convertido en un recurso efectivo.
Sin embargo, esta dependencia no siempre se traduce en un trato justo. Como señala Ada Lluch en su post, «la única forma que tiene Espejo Público de generar visitas es mediante encerronas a influencers jóvenes». La crítica no se limita a este caso; otros usuarios destacan la «escoria» y la «basura» que representan estos programas, acusándolos de vivir del sensacionalismo y de los impuestos a través de publicidad institucional.
El vídeo revela cómo el equipo de «Espejo Público» contactó a la creadora a través de mensajes directos, prometiéndole una entrevista sobre su contenido. Sin embargo, una vez en antena, el enfoque cambió drásticamente. «En ningún momento se nos dijo que iban a poner mi vídeo junto a otros creadores que hablan de ayudas de Cáritas», denuncia la creadora, expresando su decepción y sensación de traición.
Esta práctica no es nueva. Programas de televisión han sido acusados repetidamente de manipular información para generar polémica. Como señala otra usuaria de X, «los medios tradicionales no cuentan tu historia, cuentan la historia que ellos quieren contar». Este enfoque no solo afecta la credibilidad de los creadores, sino que también erosiona la confianza del público en los medios de comunicación.
La experiencia de esta creadora no ha pasado desapercibida. En el vídeo, advierte a otros creadores emergentes: «No recomiendo dar una entrevista en este programa si estás empezando a hacer vídeos». Su mensaje es claro: la participación en programas de televisión puede ser un doble filo, especialmente cuando los intereses de los medios no coinciden con los de los creadores.
El caso de la «Influencer de la Pobreza» es un síntoma de una crisis más profunda en la televisión española. Con audiencias en caída libre, los programas recurren a tácticas manipulativas para captar televidentes, a menudo a expensas de la verdad y la ética periodística. Como señala el propio post de Ada Lluch, «Susanna Griso ha dejado más que claro que es una elitista e hipócrita», apuntando a una desconexión entre los presentadores y la realidad de los ciudadanos.

