lunes, octubre 27, 2025
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El discurso de doña Leonor

Por Alfonso de la Vega

Creo que es oportuno dedicar un rato al discurso de la Princesa de Asturias, pues indica por dónde van ciertos tiros y puede ser otra prueba más de que en casa del herrero, cuchillo de palo.

El Prólogo tan florido parece denotar autoría diferente a la de la heroica pero prosaica militar. El verdadero autor negro puede que sea “negra” en este caso.

Lo de piropear a la UE con un homenajear a uno de sus personajes más tenebrosos en estos momentos en que la organización globalista demuestra su verdadera condición belicista, ruinosa, devastadora y liberticida no deja de ser casi una provocación para los patriotas españoles. «la Unión Europea es, ante todo, un mecanismo para alcanzar los objetivos compartidos por sus ciudadanos (casi 450 millones de personas). Es nuestra mejor oportunidad para un futuro de paz, seguridad e independencia». Los desafíos son aún mayores hoy, profesor. Lo sabe usted bien”. Un poco miope e incoherente puesto que de salirse con la suya el pretexto para mantener la Monarquía se desvanecerá por completo. Pero en esto se ve que sigue la senda equivocada de su padre.

Leonor aprovechó lo de la tenista para lisonjear a su hermana Sofía en estos momentos en que se rumoreaban habría distanciamiento entre ellas. «Sin Venus, no habría habido Serena». Las hermanas cómplices son nuestras grandes aliadas y compañeras de viaje.

Glosó el descubrimiento por parte de la doctora de un gen mutante que facilita el cáncer de mama y que puede ser empleado como trazador genético y genealógico. Sin embargo se reservó lo de que tendríamos un 99 % de genética común con los chimpancés.

Omitió la naturaleza reivindicativa indigenista del Museo antropológico y la naturaleza genocida y caníbal de los aztecas en su sangrienta historia prehispánica con un tan políticamente correcto como algo dudoso: “proyectáis con vigor la fuerza de un pueblo que se mira a sí mismo con orgullo y que muestra al mundo su generosidad para compartir vuestra gran historia en un ejercicio de concordia”. Como ya he explicado citando a Madariaga, concordia más bien poca e insultos muchos, pues el mejicano lleva la guerra civil en su sangre.

Pero también en la obra antropológica clarificadora aunque no lo diga Leonor cabe recordar la obra de nuestros primitivos historiadores de Indias, que querían documentar y dejar constancia científica de toda una experiencia deslumbrante. Así la Historia general de las cosas de Nueva España de fray Bernardino de Sahagún o las obras sobre Botánica americana de Francisco Hernández. O los Ritos antiguos de sacrificios e idolatrías de los indios de Nueva España de fray Toribio de Benavente y el Libellus de hierbas medicinales Indias de Martín de la Cruz. Aunque no otros, como el Manual de ministros de indias para el conocimiento de sus idolatrías y extirpación de ellas de Jacinto de la Serna, la Crónica mejicana de Fernando de Alvarado o la Historia de las Indias de Nueva España de Diego Durán.

El homenaje al Méjico costumbrista o indígena más o menos bárbaro se completa con el premio a la fotógrafa zapoteca Graciela: “Una artista que ha plasmado la fuerza de las mujeres, de la zapoteca de las iguanas, o también la de la mujer seri de Sonora, la Mujer Ángel que enlaza presente y futuro en aquel desierto”. No sé muy bien porqué me ha venido a la memoria otra mujer zapoteca de gran interés a la que el propio Camilo José Cela dedicase una pequeña joya el Oratorio de María Sabina. Se trataba de una bondadosa chamana que hiciera famosa Gordon Wasson en la revista LIFE narrando una ceremonia ritual con hongos psilocíbicos en la montaña zapoteca. Cela lo dedicó “A los niños que fuman flores de magnolio. Con fundada esperanza”. Su Oratorio, escrito en Mallorca en 1965, trata de un asunto más que dudoso e incierto, de la penumbra del conocimiento antes que una nueva luz, la del Cristianismo, se manifestase en América. Sustancias psicogénicas dedicadas a la experiencia mística que no al comercio o su aceptación o represión por la Cultura occidental posterior.

Del profesor la heredera ha dicho que “Ha roto las narrativas simplistas y ha formulado políticas migratorias basadas en datos y no en desinformación. La inmigración conlleva costes y beneficios, y que el problema es que los costes se producen de forma desproporcionada en el presente y en el ámbito local, mientras que los beneficios se acumulan en el futuro y en el ámbito nacional.”  Bueno, desde Palacio hay cosas que no se entienden porque no se sufren. Más bien el problema es que confunde la inmigración controlada y deseada por el país que la recibe con el fenómeno de invasiones perturbadoras de la paz, la economía y el bienestar de la gente que las sufre. Se apunta a la demagogia contra Trump de la élite woke como la de Preboste y los obispos que mucho predicar pero poco dar trigo. El último el catalanista demagogo obispo Planelles. Trump acaba de denunciar la escandalosa y sospechosa desaparición de cientos de miles de niños.

Del escritor Mendoza se maravilla de que emplee palabras que no entiende como es habitual en buena parte de los jóvenes de su generación, víctimas de la s reformas “deseducativas” socialistas y del ninguneo de la Cultura española y del español como lengua culta del que ha hecho gala la Monarquía a lo largo de este medio siglo. Probablemente, no conozco todas, el español que tanto se desprecia en el reino por las autoridades sea la lengua con más palabras y riqueza de vocabulario y matices estéticos y psicológicos que existe sin comparación con la ramplona y lo rudimentario del inglés que hace el culo gaseosa de tanto traidor o cretino enmucetado que pastorea por los presupuestos. Pero está muy bien visto que sin sinónimos donde elegir no hay libertad.

Las lúcidas preguntas que Leonor plantea al filósofo de no ser mera retórica queda bien merecen respuesta que cada cual y ella en particular con más razón por tener más responsabilidades, debe darse a sí misma y a los demás. Sin trascendencia no puede haber Justicia, ni Libertad, ni progreso real, si los meros datos no constituyen auténtico conocimiento. Esa es la gran lección de El Quijote y permanente de la mejor Cultura española y de Occidente. La de nuestros antepasados del Siglo de oro, que puede leerse en español. 

Ahora bien, de no ser mero parloteo sin sentido acaso debiera repasar su propio discurso y detectar y comprender laguna e incoherencias: qué partes serían resultado de ese propugnado “salir de la trinchera” del que habla, ese “confiar en la libertad frente al miedo”. Si como ella misma reconoce “Soy consciente de que a veces las palabras pronunciadas tras un atril pueden sonar vacías” y si la princesa tiene alguna influencia sobre su padre, el absentista Jefe del Estado, es preciso que le inste a cumplir con sus obligaciones morales y constitucionales. Dice que “la convivencia no es fácil” pero está siendo saboteada impunemente por el propio gobierno de la Corona. Dice también que “tiene sentido cuidar y defender los valores que, como españoles y europeos, en realidad como ciudadanos de cualquier lugar, nos definen y nos guían. Confiar en ellos es confiar en la libertad frente al miedo, en la justicia frente a la arbitrariedad, en la democracia frente a la intolerancia, en el Estado social de derecho frente al abuso del poder, en los derechos humanos frente a la indiferencia”. Justo lo opuesto a lo que pasa aquí y en la antes alabada UE.

Todo muy bien, bueno, bonito y barato, pero, insisto, por qué no pregunta al Jefe del Estado, su padre, las razones por las que no defiende esos valores y consiente tantas barbaridades contra el pueblo y las instituciones o la burla permanente de la constitución. Obras son amores y no buenos discursos. Lo contrario es una farsa, representada por farsantes.

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