domingo, octubre 26, 2025
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Toisón de oro de Felipe para Felipe

Por Alfonso de la Vega

Cuando la llamada Transición se inventó la consigna publicitaria de “Socialismo es libertad”. Suponía un olvido, es de suponer que interesado, de la historia de esta pertinaz bandería política. Claro que entonces disimulaba atendiendo a la mala memoria y a la buena voluntad promovida por el franquismo de buscar la reconciliación entre los españoles para asentar la convivencia próspera en la nación. Otra vez el Partido Socialista se vuelve a radicalizar en una repetición de las funestas ideas totalitarias del siniestro Largo Caballero, uno de los perpetradores de la violenta Revolución de Asturias «Si los socialistas son derrotados en las urnas irán a la violencia». «No creemos en la democracia como valor absoluto, tampoco creemos en la libertad», «Si triunfan las derechas tendremos que ir a la guerra civil declarada», «Tenemos que luchar como sea hasta que en las torres y edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista».

Se vuelve a las andadas y a demostrar que el PSOE no cree en la libertad. Hoy cada día un nuevo escándalo tapa a los anteriores. Y cada vez más graves. El orden moral y el ordenamiento jurídico son violados pero no pasa nada. Nadie ataja al Mal de modo contundente y las esperanzas menguan como decía el pobre Cervantes en abril de 1616.

Desde luego que no es libertad, pero entonces ¿qué es el socialismo? Bueno mejor no contesto porque el lector ya lo sabe. Pero la propaganda de los grandes gestos vacíos cuando no escandalosos sustituye a la ejemplaridad y buen gobierno. De modo que Felipe González, el amigo americano que diera el famoso golpe en el congreso socialista de Suresnes ha sido galardonado por Su Majestad con nada más y nada menos que la máxima condecoración española: el Toisón de oro, si bien no le ha hecho duque del GAL, marqués de FILESA o barón de RUMASA, nadie con más méritos. El pretexto oficial: su papel junto con otros equívocos próceres borbónicos como Herrero o Roca en el engendro constitucional cuyas tantas maravillas disfrutamos casi medio siglo después.

No es el único escándalo relacionado con el famoso Toisón. Para el que no lo recuerde la historia viene de lejos. Posee un aspecto simbólico muy importante: el Toisón o vellocino de oro está ligado en su origen mitológico y simbólico a la aventura de Jasón y los argonautas en la antigua Cólquida. Además del propio simbolismo del viaje o aventura iniciática, la figura de Jasón se suele asociar a las diversas divinidades solares de la Mitología universal. El vellocino o toisón de oro que buscaban Jasón y sus argonautas es el cordero celestial: el sol espiritual e intelectual. El dragón que lo custodiaba significaba la ignorancia, o la oscuridad que luchan contra el sol en el paso equinoccial. El entrante signo astrológico de Aries o el Cordero. Para otros autores el vellocino de oro en realidad es un libro sagrado, depositario de la doctrina secreta. En otras tradiciones el vellocino de oro es una recompensa que debe ser ganado tras la realización espiritual para poder reinar.

La actual Orden del Toisón de Oro fue establecida el año 1430 en la iglesia de San Bertín por Felipe Primero, llamado El Bueno, Duque de Borgoña, famoso según los viejos cronicones por su “gran liberalidad con los pobres, afabilidad con los vasallos y todos los príncipes extranjeros. Gastó infinitas riquezas en socorrer y amparar a los necesitados vasallos, viudas, huérfanos y pupilos, en enriquecer a sus amigos y favorecer a muchos señores…” Una Orden de Caballería con unos objetivos muy claros. “El instituto fue para mantener la Iglesia de Dios y la noble Cavallería del Toisón, a ejemplo del valeroso Gedeon, capitán de los israelitas, y su vellón o de Jasón, u otro cualquier ejemplo, pero el fin fue la defensa de la Ley Christiana”. 

Durante la solemne ceremonia tradicional de entrega del Collar del Toisón de oro el Maestre exhortará al nuevo caballero que cumpla diferentes juramentos y preceptos.  Y a que el collar que ha de llevar “lo sea en gloria de Dios, de toda la Christiandad y ensalzamiento de la Santa Iglesia, y en honra y aumento así de esta orden universal como privadamente a fama, reputación y alabanza vuestra en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.

En el siglo XVI, con Carlos I, la Maestría de la Orden del Toisón de oro pasa a depender de la Corona española en virtud de que el emperador era nieto de María de Borgoña y heredero de sus instituciones. Tras la guerra de Sucesión pasaría a los Borbones. 

Volviendo a la actualidad lo del socialista González se puede intentar entender mejor sin consideramos el precedente de hace pocos años cuando Su Católica y campechana aunque hoy emérita Majestad tuvo a bien conceder esta altísima distinción de tan hondo significado religioso y filantrópico a un famoso gran defensor de la Cristiandad y de la Iglesia de Dios, nada menos que a su colega y cofrade el Rey de Arabia Saudita, quien al parecer según crónicas cortesanas del cotilleo le habría correspondido con el muy veloz y rodante galardón del Cavallino rampante, sabedor de la gran devoción que le profesa nuestro casto y austero monarca emérito.

Hasta ahora don Felipe sólo había tenido a bien desde sus más altas miras conceder el codiciado Collar de la Orden del Toisón de Oro dos veces, aunque todo quedaba en casa. Con ocasión de su mayoría de edad a su hija, el nuevo caballero Leonor, en la que sin duda concurren tantos e indudables méritos intelectuales, morales, religiosos y, patrióticos. Es normal que otros padres con posibles regalen un coche o el carnet de conducir, un viaje, una fiesta de gala o una cirugía de labios o de busto, pero don Felipe es el monarca y tiene sus esclarecidas razones que a los súbditos se nos escapan. El segundo a su madre lo que no dejaba de dar al premio un cierto aroma de nepotismo.

Y sí, en efecto, se nos escapa o al menos en mi lamentable ignorancia las razones para hacer almoneda de la Tradición desvirtuándolas o degradándolas. Si sus depositarios y beneficiarios oficiales no muestran el respeto necesario a la importancia de los símbolos ni a la Tradición que es la base última y principal de su existencia y permanencia en el status no debiera extrañarles que su credibilidad y auctoritas mengüen. Cuando se pierden sus significados los símbolos dejan de tener poder psicológico y se degradan a meras cáscaras vacías, a mero tenderete de impostura.

Hubo un tiempo histórico de alianza entre el Trono y el Altar pero desde la Transición lo que se lleva es una especie de UTE o Unión Temporal de Empresas para unificar y explotar mercados entre los Borbones y los socialistas que ahora éstos parecen tentados a romper. Sic transit gloria mundi.

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