miércoles, octubre 22, 2025
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¿Flambeau en el Louvre?

Por Alfonso de la Vega

A plena de luz del día para mayor desconcierto y escarnio de las autoridades, ha sido robado un tesoro con joyas de Napoleón de su sala de exhibición en el famoso museo parisino del Louvre, en lo que se ha calificado como el robo más espectacular desde el de la Gioconda allá por el año 1911, en un confuso asunto que implicase en calidad de acusados a Apollinaire y Picasso aunque el auténtico ladrón reivindicase su acción para devolverlo a Italia de donde no debería haber salido.

A falta de demostrado talento nacional tras la autoeliminación del gran detective Valentín por propia mano junto a años de insufrible desastre globalitario macroniano y ante la ausencia del también francófono detective Hércules Poirot, la gendarmería francesa ha recurrido a las habilidades detectivescas tradicionales del Padre Brown, modesto pero astuto investigador que se basa en la intuición, la racionalidad y el sentido común, lejos de las posmodernas maravillas de la IA. La elección no deja de ser notable por significativa. El padre Brown resuelve sus casos mediante un riguroso proceso de razonamiento, más relacionado con las verdades filosóficas y espirituales que con los detalles científicos. Los métodos del padre Brown tienden a ser más intuitivos que deductivos. La idea, que no deja de ser una anomalía subversiva en estos tiempos en los que ya no existe un prejuicio por el que creemos existe una racionalidad última en las cosas, una lógica, una metafísica.

El primer inconveniente para su labor investigadora, descontado el abuso de protocolos burocráticos de las diferentes instituciones que meten mano en el asunto, ha sido que los chismes de detección pitaban y no le dejaban pasar su famoso paraguas. Superado este difícil obstáculo administrativo burocrático porque no hay manera de convencer una máquina salvo desconectarla, había que inspeccionar el teatro del crimen. La sofisticación del robo no ha sido mucha la verdad sea dicha, se ha perpetrado a las bravas lo que parecía descartar la autoría del habitualmente exquisito y cuidadoso Flambeau, aunque nunca se sabe.

Los medios empleados han sido vulgares e incluso “llama la atención” que paradójicamente “no haya llamado la atención” de tanto y heroico policía municipal como persigue al sufrido automovilista bajo, medio o alto en emisiones la presencia y operatividad no ya de un inofensivo peugeot sino de un gran camión grúa cuya desaparición había sido denunciada unos días antes y que gracias a su escalera la cuadrilla ladrona accedió al edificio por una de las fachadas rompiendo una ventana. En efecto, emplearon el camión robado equipado con una escalera extensible, aparcaron en la calle, subieron hasta el segundo piso y luego utilizaron una radial o cortadora de disco para entrar por una ventana. El flamante ministro del Interior, un tal Nuñez, que creo no debe tener nada que ver con nuestro fláccido opositor gallego, estima que habrían tardado unos siete minutos en consumar la operación delictiva. Todo muy bien preparado, prosaico, aunque eficaz y contundente pero que no deja de plantear serias dudas sobre los niveles de seguridad que protegen las obras de arte francesas. Y para colmo en todo un famoso museo del Louvre y en un delicado momento de descomposición política y social en el que la delincuencia campa por sus respetos. Malos tiempos para la grandeur, ya humillada con el pavoroso y sospechoso incendio de la catedral. Pero nadie es perfecto y de acuerdo con las doctrinas oficiales sobre malvados habituales seguro que la culpa la tiene la extrema.

Sin embargo, como investigador experimentado el Padre Brown no se deja manipular ni descarta ninguna posibilidad acerca de la posible autoría de acción tan audaz, incluso las más disparatadas de que se tratase de un montaje para ocultar algo. O de una maniobra de distracción de tantas calamidades perpetrada por mano amiga y en nómina. Desde luego que con gente de esa calaña nunca se puede estar seguro de nada ¿Intriga?, ¿Conspiración?, ¿Distracciones tapa fracasos?, ¿Incompetencia?

El padre Brown lo descubrirá. Seguiremos informando.

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