En un desenlace que pocos anticipaban con tal contundencia, la oferta pública de adquisición (OPA) hostil lanzada por BBVA sobre Banco Sabadell ha fracasado de manera rotunda. Tras 17 meses de tensiones, negociaciones fallidas y una batalla pública que ha capturado la atención del sector financiero español, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) confirmó este jueves 16 de octubre que solo el 25,33% del capital de Sabadell —equivalente al 25,47% de los derechos de voto— aceptó la oferta. Este resultado se sitúa muy por debajo del umbral mínimo del 30% fijado por BBVA como condición irrenunciable, y aún más lejos del 50% necesario para declarar el éxito de la operación.
El fracaso no solo pone fin a una de las operaciones corporativas más controvertidas de la década en España, sino que también deja lecciones profundas sobre el poder de los accionistas, las resistencias regulatorias y el valor de la independencia en el sector bancario.
La pugna entre BBVA y Banco Sabadell no es nueva. En 2020, ambos bancos ya exploraron una posible fusión amistosa, pero las negociaciones se rompieron por desacuerdos en el canje de acciones. Cuatro años después, el 30 de abril de 2024, una filtración en un medio británico destapó el interés renovado de BBVA por absorber a su rival catalán, lo que precipitó el lanzamiento de una OPA hostil el 5 de mayo de ese año.
La oferta inicial proponía un intercambio de una acción de BBVA por cada 4,8376 acciones de Sabadell, valorando la operación en unos 16.500 millones de euros, con un precio implícito de aproximadamente 3,30 euros por acción de Sabadell (cotización de cierre al 30 de septiembre de 2025). Sabadell rechazó de plano la propuesta desde el principio, argumentando que su valor en solitario superaba en un 24% al 37% la oferta de BBVA, y que una fusión diluiría el potencial de crecimiento de sus accionistas.
La dirección del banco catalán, liderada por el presidente Josep Oliu y el consejero delegado César González-Bueno, movilizó a sus inversores con campañas publicitarias y argumentos financieros, mientras que BBVA, bajo el mando de Carlos Torres y Onur Genç, defendió la OPA como una oportunidad para crear un «gigante europeo» con 980.115 millones de euros en activos, 6.833 oficinas y 140.003 empleados.
El proceso se complicó con la intervención del Gobierno español. A propuesta del Ministerio de Economía, el Consejo de Ministros impuso condiciones estrictas en julio de 2024: autonomía operativa durante tres años, mantenimiento del empleo y garantías para la financiación a pymes. Estas restricciones, junto con la oposición sindical y de asociaciones de autónomos, generaron un clima de «confusión» que, según fuentes de BBVA, inhibió la aceptación de la oferta.
Durante el período de aceptación, que se extendió hasta el 15 de octubre de 2025, la batalla se trasladó a los medios y las redes sociales. Anuncios televisivos y posts en X (anteriormente Twitter) se convirtieron en un duelo público: BBVA promovía la «oportunidad única» de la OPA, mientras Sabadell advertía de sus riesgos y animaba a «informarse bien».
Analistas como Alberto Montero, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga, calificaron el resultado como «un fracaso importante», ya que ni siquiera se alcanzó el 30% que habría abierto la puerta a una segunda oferta mejorada. BBVA atribuyó el bajo respaldo a la «falsa expectativa» de una segunda OPA, que inhibió a algunos inversores a la espera de un mejor precio. Sin embargo, el banco vasco descartó inmediatamente relanzar la operación, cerrando así un capítulo que había paralizado su estrategia durante año y medio.
El eco del fracaso resonó de inmediato en todos los frentes:
BBVA: Carlos Torres, presidente del banco, asumió el resultado en un vídeo y rueda de prensa el viernes 17: «No es lo que esperábamos, pero es la decisión de la mayoría de los accionistas y así lo asumimos. Cerramos este capítulo». Torres descartó dimitir, insistiendo en que su continuidad no depende del resultado y defendiendo la OPA como «la mejor propuesta posible». El consejero delegado Onur Genç anunció la aceleración del plan de retribución al accionista: una «significativa recompra de acciones» adicional, pendiente de aprobación del BCE, sumada a 36.000 millones de euros en dividendos y recompras entre 2025 y 2028. El banco prevé un ROTE (rentabilidad sobre el patrimonio tangible) del 22% y un ratio de eficiencia del 35%.
Banco Sabadell: Josep Oliu celebró el desenlace como «la mejor salida para todos», destacando el «apoyo mayoritario e inquebrantable» de accionistas, clientes y sociedad. González-Bueno reiteró que Sabadell generará más valor independiente y aspira a ser «el mejor banco de España». El banco catalán, con sede en Alicante pero raíces en Cataluña, recibió elogios de figuras como el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, quien lo calificó de «buena noticia para Cataluña y España».
Gobierno y Supervisores: El Ministerio de Economía expresó «total respeto a la decisión de los accionistas» y elogió la «impecable actuación» de los reguladores.
UGT lo vio como una «victoria para el empleo, la competencia y la estabilidad del sistema bancario», evitando pérdidas de hasta 75.000 millones en créditos a pymes.