En un momento en el que el panorama político y social está más polarizado que nunca, Hollywood decidió apostar por una narrativa que, al menos en teoría, debería haber atraído a una parte significativa de la audiencia. Sin embargo, «One Battle After Another», la última película protagonizada por Leonardo DiCaprio y dirigida por Paul Thomas Anderson, no solo ha fracasado en conectar con el público, sino que ha sido un desastre en taquilla. Con un presupuesto estimado de 67,5 millones de dólares, la cinta apenas ha recaudado 118 millones a nivel global, lo que, aunque suena a una suma considerable, no cubre las expectativas ni los costos asociados a una producción de esta envergadura.
La película, que se presenta como un thriller político con tintes de crítica social, ha sido recibida con críticas mixtas. Mientras algunos elogian las actuaciones de DiCaprio y su coprotagonista, la recepción general ha sido tibia, con muchos espectadores y críticos cuestionando la relevancia y el timing de su mensaje. En un artículo reciente, se ha señalado que el fracaso de «One Battle After Another» no es solo un revés financiero, sino también un reflejo de cómo el público está respondiendo a las narrativas políticas que Hollywood intenta imponer.
«One Battle After Another» se posiciona como una crítica al extremismo político, pero su enfoque ha sido percibido por muchos como un respaldo a causas violentas y extremistas, como el movimiento Antifa. Esto ha generado una división significativa en la audiencia. Por un lado, aquellos que comparten las mismas inclinaciones políticas han elogiado la película por su valentía; por otro, una porción considerable del público la ha rechazado, considerándola una apología de la violencia y el caos. El timing de la película también ha jugado en su contra. En un momento en el que la fatiga política está en su punto más alto, el público parece estar más interesado en escapismo que en mensajes políticos directos. Esto se refleja en el hecho de que, a pesar de los esfuerzos de marketing y la presencia de estrellas de renombre, la película no ha logrado captar la atención de una audiencia lo suficientemente amplia.
El fracaso de «One Battle After Another» no es solo un problema aislado, sino un síntoma de un problema más profundo en la industria del cine. Hollywood, en su afán por alinearse con ciertas agendas políticas, parece haber perdido de vista lo que realmente quiere el público.