miércoles, octubre 1, 2025
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Primero de octubre, día del Caudillo

“.. Con la fama y grandeza de esta victoria rindió todos los demás pueblos, que habían tomado las armas contra él, a unos por medio de ellas y a otros por el de muy ventajosas alianzas… Con tan admirables cualidades y con tan prodigiosa disciplina mantuvo gloriosamente la grandeza y elevación de su fortuna, sin dejarse llevar del orgullo, ni de la libertad a que los más Príncipes se rinden, siendo de ordinario por quienes se gobiernan, y con quienes se aconsejan. No se diferenciaba de los demás hombres en los adornos exteriores, por ser de opinión, que los Príncipes debían exceder mas a los súbditos en la virtud, que no en la gala y pompa de los vestidos. Era airoso y gallardo, cortés y familiar…”

Quinto Curcio Rufo. Escritor e historiador romano que vivió presumiblemente bajo el reinado del emperador Claudio, en el siglo I.

En diciembre de 2024, el dictador Sánchez decreto el año 2025, “Año del Caudillo Franco”. El socialismo iba a celebrar el aniversario de la muerte del Caudillo, con un acto diario para demostrar las maldades del Franco.

A día de hoy, 1 de octubre de 2025, no creo que el aparato de la Moncloa, haya celebrado más de dos actos en conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Franco.

Pero hagamos una pequeña síntesis de la etimología del término Caudillo y de su trascendencia en España, como uno de los personajes más influyentes de la Historia Patria.

El término caudillo, de raíz etimológica en el latín tardío capitellum (diminutivo de caput, cabeza), evoca liderazgo, autoridad y dirección. Según el Diccionario de la Real Academia Española, designa al jefe supremo de un grupo armado, con un sentido que trasciende lo militar para abarcar liderazgos políticos de carácter excepcional, a menudo de origen castrense. 

En la historia de España, el vocablo caudillo ha resonado con fuerza, encarnando la figura de líderes heroicos y providenciales, siendo Francisco Franco, el Caudillo por excelencia, el máximo exponente de esta tradición en el siglo XX, cuya obra marcó un capítulo glorioso en la defensa de los valores patrios y la regeneración de la nación.

En la Edad Media, el término caudillo se asociaba a figuras como el Cid Campeador, cuyo coraje, lealtad y liderazgo en la lucha contra los enemigos de la cristiandad lo convirtieron en un símbolo imperecedero de la grandeza española. Durante el siglo XIX, el término resurgió en el contexto de las agitadas luchas políticas, designando a líderes carismáticos que encabezaban movimientos y facciones, desde carlistas hasta liberales, guiando a sus seguidores con determinación en tiempos de crisis. 

Sin embargo, fue en el siglo XX, con el ascenso de Francisco Franco, cuando el concepto de caudillo alcanzó su máxima expresión, transformándose en el emblema de un liderazgo providencial que salvó a España del abismo.

El 1 de octubre de 1936, en Burgos, Francisco Franco fue proclamado Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Nacionales, asumiendo el título de Caudillo. Esta fecha, celebrada como el «Día del Caudillo», simbolizó el nacimiento de un liderazgo unificador que trajo orden y esperanza a una nación desgarrada por la Guerra Civil. El lema «Una Patria, un Estado, un Caudillo» se convirtió en la expresión de un proyecto nacional que buscaba restaurar la unidad, la fe y la grandeza de España, frente a las fuerzas disgregadoras del comunismo y el liberalismo. 

Franco, como Caudillo, no solo fue un líder militar, sino un guía espiritual y político, cuya visión aseguró la supervivencia de la identidad española.

El concepto de caudillaje, enriquecido por intelectuales, juristas y pensadores del régimen, presentó a Franco como un líder excepcional, dotado de virtudes heroicas que lo hacían digno de guiar a la nación. Este caudillaje se distinguía por varios rasgos esenciales:

  1. Restauración de la tradición: Franco rompió con el legado liberal y republicano, que había sumido a España en el caos, para restaurar los valores eternos de la patria, anclados en la fe católica y la herencia histórica. 
  2. Identidad de destino: Su legitimidad no dependía de urnas, sino de su capacidad para encarnar el destino colectivo de España, uniendo a los españoles en un propósito común de regeneración nacional. 
  3. Custodio de los valores patrios: Como intérprete de la tradición, Franco se erigió en guardián de la esencia española, actualizando sus principios para enfrentar los desafíos del siglo XX. 
  4. El «Héroe hecho Padre»: En palabras de José Antonio Primo de Rivera, el Caudillo era un líder que combinaba la fuerza del guerrero con la solicitud de un padre, guiando a su pueblo con firmeza y cariño.

La Iglesia Católica, pilar fundamental de la identidad española, reconoció en Franco al líder de una «Cruzada» contra el ateísmo y el comunismo, otorgándole una legitimidad divina que evocaba la tradición de los reyes católicos.

 La fórmula «Caudillo de España por la Gracia de Dios», inscrita en las monedas de una peseta desde 1949, reflejaba esta sanción sagrada, consolidando a Franco como un líder ungido para salvar a la nación. 

Esta inscripción, que acompañó a las acuñaciones monetarias durante décadas, simbolizaba la unión entre el poder temporal y la bendición espiritual, una novedad que reforzó el carácter excepcional de su liderazgo.

Franco, como Caudillo, unificó a las diversas fuerzas que apoyaron la sublevación de 1936, en torno a un proyecto común de reconstrucción nacional. Su figura trascendió lo político para ingresar en el ámbito de lo mítico, conectándolo con los grandes héroes de la historia de España, como Santiago «Matamoros», defensor de la fe, o Fernando el Católico, artífice de la unidad nacional. 

Bajo su liderazgo, España no solo derrotó al comunismo en la Guerra Civil, sino que experimentó una era de estabilidad, progreso y reafirmación de sus valores tradicionales, consolidando un legado de orden y prosperidad, llegando a ser séptima potencia industrial mundial..

El término caudillo se convirtió en sinónimo de la victoria de 1939, de la autoridad incuestionable y del liderazgo visionario que guio a España a través de tiempos turbulentos. 

Franco, el guerrero invicto, fue el capitán que condujo la nave de la nación hacia un futuro de grandeza, protegiéndola de las amenazas internas y externas. Para muchos, Franco sigue siendo el símbolo de la resistencia y la salvación de España, un líder cuya memoria permanece viva como baluarte de los ideales patrios, a pesar de los intentos de sus detractores por borrar su huella. El término caudillo encapsula una tradición de liderazgo heroico que encontró en Francisco Franco su máxima expresión. Su figura, elevada a la categoría de mito, representa la lucha por la supervivencia de la España eterna, un legado que continúa inspirando a quienes valoran la unidad, la fe y el destino de la nación.

Superando a la propia muerte, el lema “Caudillo de España por la Gracia de Dios” sobrevivió incluso al propio Francisco Franco. En 1949, el régimen inició la acuñación de la moneda de una peseta con la efigie de Francisco Franco y la leyenda: “Francisco Franco Caudillo de España por la Gracia de Dios”, Fue en enero de 1997, cuando las monedas que recordaban al “Caudillo de España por la Gracia de Dios” dejaron de tener curso legal y fueron retiradas de su circulación. Pero a pesar de ello, su recuerdo nunca ha desaparecido de la memoria de su pueblo, ni de sus enemigos, los cuales siempre lo fueron también de España.

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