Por Alfonso de la Vega
Lo de los incendios es una desgraciada noticia de todos los veranos. Está relacionado con la propia naturaleza ibérica y con el clima pero también y aquí sí, con la acción humana, posee un carácter antropogénico. Con la modernidad la manipulación del ciclo del agua en su fase atmosférica también influye en las sequías. Se agrava la cosa cuando se sabotea el Plan Hidrológico nacional, derriban presas, destrozan la agricultura y la ganadería, provocan la despoblación de grandes áreas del territorio español. O critican cuando alguna institución pretende hacer algo para favorecer la actividad económico social como promover la agricultura de regadío o acometer trasvases entre cuencas, cuando y donde sea posible.
Los incendios provocados atacan nuestro patrimonio natural, agravan la erosión y el proceso de aumento de la aridez y desertificación en muchas zonas de España. Este año puede ser especialmente conflictivo para los incendios en toda España. Además de las hectáreas quemadas, y de los trastornos en el transporte, desgraciadamente han fallecido personas. Las causas de los incendios son variadas. Tiene que ver con las condiciones climáticas y con la actividad solar lo que influye en las sequías. Que en el caso de gran parte de la Península suceden todas las temporadas en las que existe un notorio déficit hídrico de precipitaciones en relación con la evapotranspiración. Las crisis agrarias provocadas por la sequía pueden estudiarse a lo largo de la Historia de España, y en ocasiones han generado revueltas sociales: las crisis agrarias con sus problemas de subsistencias para la parte más indefensa de la población refuerzan las crisis de las instituciones sobre todo en épocas de gran dependencia de la Naturaleza. Si esto sigue así, no parece que vaya a cambiar de seguir con la satánica agenda, nos vamos a ver abocados a hambrunas, como no se conocían desde hace décadas.
Hoy también son otros los factores que influyen en el auge de los incendios. El factor humano: venganzas, desequilibrios psíquicos, errores en las prácticas agrarias, descuidos. Y cálculos especulativos, agravados por la debilidad del código penal para combatir esta clase de delitos. Ahora no solo los tradicionales urbanísticos sino la peste de paneles y molinillos que están ocupando y destruyendo el suelo fértil, la superficie agraria útil condicionando la actividades agrícolas, ganaderas y forestales. Otra cuestión interesante sería averiguar hasta qué punto las alteraciones de potencia en las líneas de distribución por las energías renovables además de apagones puedan provocar incendios.
Existe mucha materia orgánica combustible que favorece el incendio y su propagación. Los montes están descuidados y repletos de matorral y sotobosque, derivados del abandono de la agricultura tradicional y de toda una forma de vida y de interacción con la Naturaleza. A diferencia del pasado, hoy la actividad agraria y forestal se ha fragmentado, ya no representa un todo integrado por el que determinados subproductos eran aprovechados en ciclo cerrado. El sorteo de suertes comunales podía generar aprovechamientos como el de matorral como cama de ganado con lo que se limitaba o incluso impedía la fácil propagación de los incendios. Para colmo, muchos de nuestros bosques y plantaciones de eucaliptos se encuentran afectados por extrañas plagas que perjudican la salud de árbol y su resistencia. La sucesión ecológica lejos del climax se observa en el aumento de superficies ocupadas por tojales. En la España seca jarales.
Aquí en Galicia la situación es más grave de lo que recogen las tardías estadísticas oficiales, a veces con nombres equívocos. A falta de unas cuentas de patrimonio natural dignas de tal nombre, no se conoce bien cuál es la verdadera distribución territorial por aprovechamientos. Se considera como forestal lo que no es sino monte bajo o matorral. Se estima que la superficie realmente cultivada debe estar en torno a la mitad que la alcanzada en los momentos de mayor ocupación. El abandono de la actividad agraria provoca una especie de entropía en el paisaje, cada vez más indistinguible desde el punto de vista de la cobertura vegetal, salvo por los molinillos. En otros lugares aún es peor, fincas extensas son ocupadas por los paneles solares cuyos efectos sobre el medio y la fertilidad y estructura edafológica se desconocen. Lo de arrancar olivares centenarios plantados en penillanura para colocar estos artefactos resulta un atentado ecológico de primera magnitud patrocinado por autoridades corruptas o ignorantes. Es de temer se produzcan graves erosiones hídricas y eólicas con arrastre de suelo fértil.
Los sistemas de evaluación de proyectos están lo suficientemente evolucionados para permitir hacer las cosas bien si es que en verdad se pretende hacer las cosas bien. De no ser fraudulentamente tergiversadas o degradarse a un requisito burocrático inútil, las Evaluaciones de Impacto Ambiental suelen permitir un buen conocimiento de los recursos naturales en juego así como de los impactos predecibles de la actividad en el medio. Por otra parte, las técnicas de evaluación económica que debieran realizar las administraciones públicas en proyectos importantes, diferentes de las de evaluación financiera, permiten la utilización de precios sombra o de cuenta. O en unidades de energía, cosa de extraordinaria importancia en el caso de los convertidores energéticos.
No solo es combatir los incendios, es importante la prevención. Una forma mediata de luchar contra los incendios se encuentra en la potenciación de la actividad agraria, en la recuperación de los sistemas agrarios integrados. Pero hay muchos obstáculos transversales. La Propiedad es una institución fundamental para el desarrollo de la sociedad y de la economía. Hoy está amenazada por el gobierno comunista. Las empresas se ven en dificultades para contratar personas que atiendan las fincas. En Galicia la propiedad de la tierra dista de ser funcional. Sus elevados precios disuaden a hipotéticos emprendedores. Desde el punto de vista del cultivo potencial no se entiende cómo pueden alcanzar tan altos precios.
La verdad es que estamos asistiendo al sabotaje de nuestra sociedad, de nuestros campos, de nuestra cultura, de nuestra lengua, de nuestra economía, de nuestra dignidad, de todo lo valioso, por psicópatas degenerados que no merecerían el más mínimo respeto sino la actuación de la Justicia si fuese digna de tal nombre. Gentes desalmadas o ineptas que ocupan el poder, mandan a mercenarios sin escrúpulos que nos están destrozando sin que apenas exista reacción. Con conformismo ovejuno de semoviente que llevan al matadero. Al parecer pese a la insufrible presión fiscal se destinan menos presupuestos a combatirlos. Al revés: los fondos se aplican a los enemigos del sector agrario.
Cuando se empiecen a conocer todas las consecuencias no solo para los ecosistemas naturales sino para la propia gente de las políticas actuales es posible que resulte demasiado tarde. Es muy doloroso tener que lamentar todos los veranos la misma cantinela de proliferación de incendios devastadores, agravada esta vez por la política gubernamental.