Por Alfonso de la Vega
Se cumplen ochenta años de la criminal actuación perpetrada por EEUU contra población civil indefensa, ancianos, mujeres y niños en Japón. Un acto cobarde, de cruel barbarie que deshonra a quien lo perpetra y a quien lo justifica.
Hoy, en el momento de escribir este homenaje a la víctimas de Hiroshima y Nagasaki, ciudades japonesas con población cristiana, también se cumple el ultimátum con el que un heredero actual de ese mundo codicioso, violento, sin honor ni sentido de la medida ha amenazado a Rusia. El Imperio es muy peligroso porque no se para en barras. Todo vale para ejercer su dominación.
Algún lector argüirá que fue Japón quien empezó la guerra atacando Pearl Harbour. En realidad, EEUU había estado acosando a Japón saboteando sus fuentes de suministro y llevándole a una situación insostenible desde el punto de vista económico y logístico. Pero incluso en el asunto concreto del ataque cabe recordar que había sido detectado por la inteligencia americana pero que se dejo se produjese para provocar la deseada guerra contra el Japón. Se ha especulado mucho sobre el origen y las circunstancias del devastador ataque japonés a la base naval norteamericana de Pearl Harbor que supuso la entrada en guerra de EEUU. En un principio se achacó la principal responsabilidad del desastre ocasionado en la flota a la falta de previsión o incompetencia de los mandos locales de la Navy y del Ejército, almirante Kimmel y general Short, respectivamente. En diciembre de 1941, antes del ataque, los buques capitales de la flota del Pacífico eran doce, 9 acorazados y 3 portaviones. Tras la oportuna orden de zarpar de los portaviones en el momento del ataque sólo estaban fondeados en Pearl Harbor, 8 de los acorazados. El resultado del ataque fue la destrucción completa de los acorazados Arizona y Oklahoma, el resto pudo ser reflotado o reparado. Las bajas militares fueron 3077 muertos y 876 heridos de la Navy y 226 muertos y 396 heridos del Ejército. En Hiroshima y Nagasaki fueron sacrificados cientos de miles de no combatientes.
Pero algunos altos oficiales, compañeros de los acusados o afectados, no estaban de acuerdo con las investigaciones internas realizadas por las autoridades militares ni menos con los resultados. Así, el contralmirante Robert A. Theobald escribió un muy documentado y minucioso informe publicado en español con el nombre de El secreto final de Pearl Harbor, la contribución de Washington al ataque japonés, con muy interesantes resultados, en los que mostraba el previo conocimiento que el presidente Roosevelt tenía del ataque gracias a haber descifrado los códigos ultra secretos de los japoneses y haber utilizado a la flota de Pearl Harbor como cebo para una agresión provocada y poder vencer la oposición de la opinión pública americana para intervenir en la segunda guerra mundial. Entre las conclusiones de la investigación se muestra como el ataque estaba de acuerdo con los planes del Presidente demócrata: Roosevelt y sus asesores militares y navales estaban bien enterados que Japón iniciaba invariablemente sus guerras con un ataque por sorpresa, sincronizado con la entrega de su declaración de guerra. En octubre de 1940 ya el presidente manifestó que si la guerra estallaba en el Pacífico, Japón cometería el acto abierto que llevaría a EEUU a la guerra. No obstante la opinión naval contraria, la flota del Pacífico fue retenida en Hawai por orden del presidente. La flota no era lo suficientemente poderosa ni se hallaba en posición estratégica para influir las resoluciones diplomáticas de Japón. Antes de que la flota pudiera operar a cualquier distancia de Pearl Harbor, debería aumentarse el efectivo de buques auxiliares de logística. En marzo de 1941 Roosevelt dio prueba inequívoca de que no estaba interesado en los efectos que la flota del Pacífico pudiera ejercer sobre las resoluciones diplomáticas de Japón al autorizar su debilitamiento al destinar 3 buques de batalla, 1 portaviones, 4 cruceros livianos y 18 destructores a prestar servicios al Atlántico. El aminoramiento exitoso de la flota del Pacífico era la única operación sorpresiva que prometía a la Marina japonesa resultados amplios que justificaran los riesgos de fuertes pérdidas por ataques aéreos norteamericanos efectuados desde bases terrestres si la sorpresa fracasaba. Una operación contra la flota en Hawai ofrecía más posibilidades de éxito que contra otro lugar en los puertos occidentales de EEUU. El mantenimiento de la flota en Hawai después de su debilitamiento sólo podría servir a un único propósito, el de una invitación a un ataque sorpresivo japonés.
La ocultación a los Comandantes en Jefe de Hawai del conocimiento sobre los códigos secretos japoneses (descifrados por EEUU bajo la clave Magia) era vital para el plan de inducir al Japón a lanzar un ataque por sorpresa contra la flota en Pearl Harbor, porque aun tan tarde como el 6 de diciembre, el almirante Kimmel pudo haber motivado que dicho ataque fuese cancelado si llevaba su flota al mar y la hacía desaparecer fuera del alcance de la vista humana basada en tierra. Es decir, no habría habido “Pearl Harbor” si el código Magia no hubiera sido ocultado a los comandantes de Hawai.
Las cosas no suelen ser exactamente como parecen pero el lanzamiento de las bombas atómicas en retaguardia contra población civil indefensa no tiene parangón posible. Al lector español avisado esta trágica pero cínica operativa habitual americana no le sorprenderá. Nos recuerda los trágicos acontecimientos históricos de Cuba o Filipinas con ataques de falsas banderas o decisiones aparentemente absurdas de las autoridades españolas mediatizadas por las americanas, de no mediar sobornos y alta traición.
El ridículo en Vietnam y Afganistán, de donde se retiraron de forma indecorosa no parece que les haya afectado. Tampoco los destrozos causados en países convertidos en sus víctimas, Yugoslavia, Irak, Libia, Siria, Irán…Pero Rusia tiene bombas atómicas.
Hoy, nuevas amenazas se ciernen sobre la paz mundial, con Ucrania y Gaza como puntos más calientes. Netanyahu ha anunciado su voluntad de exterminio total de la población de Gaza. Trump, quien durante su campaña electoral fingió ser un pacificador, está agravando el riesgo nuclear en Ucrania. Rusia se siente crecientemente amenazada y anuncia que ya no se considera vinculada por la moratoria sobre el despliegue de misiles de alcance medio y corto basados en tierra. Rusia constata la desaparición de las condiciones para mantener la moratoria unilateral sobre el despliegue de misiles de alcance medio y corto (INF). Tras la salida de EEUU del Tratado INF en 2019, el acuerdo se extinguió. Rusia entonces declaró que no desplegaría primero tales misiles si sistemas similares no aparecían en EEUU y sus aliados, pero ahora cambia su postura ante la preparación de infraestructura para misiles estadounidenses de alcance medio en Europa y Asia, la creación efectiva de lanzaderas terrestres en Rumania y Polonia así como otras armas de largo alcance.
Los dirigentes occidentales están actuando de modo irresponsable en contra de sus pueblos. La terrible lección del desastre atómico en Japón parece olvidada. Los corruptos media no advierten del inminente riesgo y buena parte de la población se muestra indiferente como las gentes de Hiroshima o Nagasaki antes del ser exterminadas. Los Hibakusha son testimonio de tal horror, una lección para la Humanidad. Su sufrimiento no debiera ser en vano.