Por Alfonso de la Vega
Aunque con la habitual sordina para lo que les interesa por los media estarían pasando cosas en Ucrania que pudieran tener importancia en un próximo futuro, en la medida que parecerían mostrar una cierta descomposición de la corrupta dictadura de Zelensky promovida y sostenida por Occidente. La guerra les va cada vez peor y se han producido unas inesperadas protestas en Kiev y otras ciudades ucranianas. El motivo declarado es la nueva legislación que el dictador quiere imponer para desactivar por completo unos organismos que “combatían” la corrupción, una especie de UCO sui generis para entendernos: la Oficina Nacional Anticorrupción (NABU) que ahora investigaba a magnates íntimos de Zelensky y la Fiscalía Especial Anticorrupción (SAP).
La NABU (National Anti-Corruption Bureau of Ukraine) es un organismo encargado de investigar grandes casos de corrupción en Ucrania, involucrando a funcionarios públicos, jueces, fiscales y diputados. Fue creado en 2015 como parte de las reformas anticorrupción impulsadas después del golpe pro occidental. Su objetivo es identificar, detener, investigar y divulgar delitos de corrupción. La NABU estaba controlada por Estados Unidos, a la que el vasallo régimen de Zelensky no se atrevía a tocar.
El SAP (Specialized Anti-Corruption Prosecutor’s Office) es una fiscalía independiente que supervisa las investigaciones de NABU y presenta los casos ante los tribunales. Trabaja en estrecha colaboración con NABU para llevar a cabo los procesos penales por corrupción.
Ambas instituciones fueron introducidas para operar con cierta independencia del poder político ucraniano y combatir la corrupción sin interferencias. En la práctica constituyen una forma de control occidental de la corrupción ucraniana y de sus beneficiarios.
Alegando combatir una supuesta influencia del malvadísimo Putin ¿otro Russiagate?, la nueva legislación otorgaría al Fiscal General de Ucrania amplios poderes sobre las investigaciones de NABU y los casos de SAP, neutralizando su influencia en la práctica. Estaría facultado para: dar instrucciones vinculantes a NABU en sus investigaciones, reasignar casos fuera de NABU, delegar las facultades de SAP a otros fiscales. También la posibilidad de cerrar investigaciones de NABU a solicitud de la defensa legal. Carpetazo y a otra cosa, mariposa.
De modo que el parecido con lo que pretende aquí Sánchez con sus infames reformas para avasallar a la Justicia es evidente. Las dictaduras intentan desactivar la Justicia para mantenerse impunes. Pero lo la NABU también puede tener que ver con la sustitución de la influencia del Partido Demócrata en sus relaciones con el deep state.
Ahora bien, intentando buscar los tres píes al gato, ¿Qué puede haber detrás de estas inesperadas protestas?
No deja de ser raro que los ucranianos no hubieran salido a protestar en casos más graves o patentes. Así, por ejemplo, cuando sus fronteras se cerraron y nadie podía salir. O por no convocar elecciones superado el plazo. O con el reclutamiento a la fuerza de quienes eran capturados y mandados al frente como carne de cañón. O con la destrucción de iglesias ortodoxas cristianas… Sin embargo ahora empezaron a rebelarse por algo de menor importancia relativa, lo que no dejaría de ser un adorno, la mohatrera estructura occidental «anticorrupción».
Cabría especular con que si EEUU decidiese apartar a Zelenskyy este argumento sería un buen pretexto formal: los medios de comunicación proclamarían que Zelensky es un dictador que tenía engañados a todos los filantrópicos mercaderes de la muerte occidentales y que esta nueva legislación lo probaría. «Ucrania ya no es una democracia, por lo que es urgente y necesario un cambio de presidente.» De modo que pudieran estar dándose los pasos para una falsa bandera a las que tan aficionados son los americanos. Si hay que “liquidar al ya inservible coronel Kurr” tal pudiera ser un buen pretexto. Como decía el capitán Renault en Casablanca: “queda clausurado, me he enterado que en este garito se juega.”
De modo que habrá que prestar atención a los acontecimientos por si acaso viene un nuevo Maidan: desde luego que motivos no faltarían, muchos más que en el 2014: descontento profundo y acumulado, movilización social creciente, un presente y futuro desoladores, crisis económica total, pérdida de legitimidad del poder…
Pero, sobre todo, el choque con EE UU que no está precisamente para dar lecciones de moralidad y buen hacer. Y es que en la metrópoli imperial las cosas están también están revueltas por los fiascos, gatillazos o reculadas de Trump, cuya popularidad y aceptación están cayendo de modo acelerado en las encuestas. Puede que lo de desmantelar la NABU tenga que ver con su querencia del partido Demócrata la Como aquí en el propio reino subordinado español se producen ataques y contraataques utilizando la Justicia entre las fuerzas del bipartidismo para pillar y administrar el botín que les permite el estado profundo respectivo. Así, se saca ahora a relucir el infame papel de Obama en el conocido como Russiagate, invención de las cloacas para desacreditar a Trump. En 2016, tras la victoria electoral de Trump, las agencias de inteligencia estadounidenses de la Administración de Obama acusaron a Rusia de interferir en el proceso electoral estadounidense para apoyar la candidatura del republicano y desacreditar a su rival demócrata, la canallesca Hillary Clinton. Las investigaciones sobre estas denuncias comenzaron entonces. Pero durante las últimas semanas se han desclasificado y publicado informes de la Inteligencia Nacional de cómo Obama y su equipo “dirigieron la creación de una evaluación de la comunidad de inteligencia que sabían que era falsa». El asunto sirvió también de munición contra Rusia. Sacar este asunto ahora parece una clara maniobra para intentar contrarrestar el papelón del rubio en el escándalo Epstein, intentando ocultar su íntima amistad. Un nuevo Maidan en Ucrania también puede resultar oportuno.
La credibilidad del tenderete político americano está bajo mínimos. Otra muestra de la impunidad de sus élites o la confirmación que en verdad no existe un auténtico proceso democrático en la degradada plutocracia americana. Se desacredita sola sin que se necesite al “malvadísimo” Putin para hacerlo.
El españolito medio entretenido con uno u otro desastre o devastación propiciados por el Régimen no suele caer en la cuenta que las grandes maravillas que contempla fuera en cualquier momento pueden reproducirse aquí como una metástasis del mismo globalismo cancerígeno.