domingo, julio 27, 2025
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Ecos de un mundo feliz

Por Alfonso de la Vega

En este mundo distópico que disfrutamos donde las dan las toman y en la Corte de los Milagros ahora tocaba que la recién premiada se pusiera a premiar. Debemos congratularnos que en esta orgía de premios afortunadamente esta vez los agraciados por la astuta mirada borbónica no han sido una satanista como la bruja Abramovich o a un genocida como Gates,  El sepulturero de Max Estrella tenía su teoría muy radical sobre el asunto: “Los papeles le ponen por hombre de mérito. En España el mérito no se premia. Se premia el robar y ser un sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.”

Pues bien mejorando lo presente, después de su periplo por esos mares de Dios donde ha dado muestras de sus muchas virtudes marciales y de las otras, en un acto que ha pasado casi desapercibido celebrado en Barcelona para evitar los habituales abucheos de Gerona, cuyo ayuntamiento sedicioso ha declarado” persona non grata” a don Felipe, la princesa ha soltado su discurso parcialmente en la lengua regional en un intento estéril de tratar de agraciarse con un público hostil y levantisco. En el fondo del escenario cinco banderas de igual tamaño para disimular la española. 

 

Se celebraba la entrega de los Premios Princesa de Gerona en el Gran Teatro del Liceo, profanado como templo sagrado de arte musical para tan altísima ocasión sin comparación posible desde el ya lejano estreno del Parsifal fuera del Festspielhaus de Bayreuth. En efecto, la actual osadía rebelde que pretende saquear impunemente a la Patria común no ha sido óbice para que continúe el lamentable peloteo borbónico con los golpistas catalanes. Peloteo que por lo que se ve no merecen otras regiones españoles por ser más leales a la nación y acosadas cuando no abandonadas a su suerte. Y todo ello en un momento especialmente inoportuno cuando bajo chantaje se cohechan privilegios anticonstitucionales en perjuicio del resto de España. Y acompañado por un prócer encaramado en la cucaña catalanista, e investigado sobre el que recaen  toda clase de sospechas tanto en el reino como en la UE. En todo caso, se ofrece un marchamo de normalidad a las situaciones más peligrosas, lamentables y perjudiciales. Tal insensibilidad no exenta de imprudencia resulta incomprensible con tantos asesores como dicen que tiene la Casa Real.  

El Rey católico, posee muchos títulos. don Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Schleswig-Holstein Sonderburg Glücksburg, es Rey de Castilla, de León, de Aragón, de Navarra, de Granada, de Toledo, de las Dos Sicilias, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Menorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, de Los Algarves, de Algeciras, de las islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales, de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Archiduque de Austria, duque de Borgoña, de Brabante, de Milán, de Atenas y de Neopatria, Conde de Habsburgo, de Flandes, del Tirol, del Rosellón y de Barcelona, Señor de Vizcaya y de Molina. Rey de Hungría, Dalmacia y Croacia, Rey de Jerusalén,  Duque de Limburgo, Lotaringia, Luxemburgo, Güeldres, Estiria, Carniola, Carintia y Wurtemberg, Landgrave de Alsacia, Príncipe de Suabia, Conde Palatino de Borgoña, Conde de Artois, Hainaut, Namur, Gorizia, Ferrete y Kyburgo, Marqués de Oristán y conde de Gocéano, Margrave del Sacro Imperio Romano y Burgau, Señor de Salins, Malinas, la Marca Eslovena, Pordenone y Trípoli

De modo que no estaría de más repetir el sarao de reparto de premios en todos o al menos algunos de estos lugares, si es que se dejan. Desde luego lo de rebajarse a repetir una y otra vez un tinglado prescindible allí donde no se es bien recibido e incluso insultado ni demuestra dignidad personal e institucional ni tiene demasiado sentido. 

La Heredera de la Corona deseaba mostrar su precoz madura sabiduría. Su Alteza declamaba no sin cierta ingenua petulancia adolescente prócer, lanzada de carrerilla a tumba abierta, luciendo su mucho saber, aplicación, memoria y más felices disposiciones. En cierto momento se atrancó, gajes del oficio, cuando hablaba en catalán.  

Sobre el contenido del discurso principesco llama la atención lo de premiar el trabajo bien hecho, cosa que no parece muy coherente con la calificación que haya merecido para sus superiores su desempeño en el barco escuela o en la fragata Blas de Lezo, auténtico y esforzado este sí héroe español. Ni tampoco encajaría con el singular desempeño del garante. Hasta ahora el mejor ejemplo de trabajo bien hecho contra viento y marea lo habría dado la esforzada y acosada UCO. Sin olvidar, sensu contrario, la compra de mascarillas de Illa u otros, los méritos de la banda del peugeot, el emporio empresarial de don Sabiniano o el propio modélico gobierno de Su Majestad.

Pero, si es cierto lo que nos cuentan gacetilleros no oficialistas, también  hubo espectáculo fuera del escenario. Malas caras e incluso conato de bronca entre ambos progenitores, A y B, de la princesa. El progenitor B habría querido ser la gran primera actriz desmereciendo a la propia intrépida guardiamarina y teórica protagonista principal. Explican que mantuvo una actitud de superioridad, no exenta de contrariedad, para intentar evitar quedarse en un segundo plano. De modo que ambos progenitores terminaron discutiendo y teniendo que ser separados por los guardaespaldas. Las Reales Personas no disimulan ya el insalvable desacuerdo en el tálamo. Terminada la función y la necesidad de fingir cara a sus súbditos cada uno se fue por separado.

 

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