lunes, julio 7, 2025
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Disturbios provocados, ¿añagaza programada?

Por Alfonso de la Vega

Tras la cobarde y canallesca violación de una mujer en Alcalá de Henares por parte de un invasor negro de “oficio” MENA con ¡21 años de edad! se produjo una pacífica manifestación ciudadana de protesta por parte de los vecinos hartos de fechorías impunes que fue reprimida con extrema violencia por los hombres de estaca, me resisto a llamarlos policía nacional por respeto a la profesión en la que hay profesionales de honor. Pese a la desproporcionada represión contra los manifestantes, se mantienen las concentraciones de protesta contra esta violencia injusta que se inflige impunemente al ciudadano indefenso. No es un problema local. También en Sabadell, Murcia, Sevilla… surgen protestas contra los delitos de los invasores envalentonados por su habitual impunidad en este degenerado reino filipino.

 Se trata de un lamentable “suma y sigue” que es muy probable que pueda dar lugar a un verano caliente. Puestos a especular, quizás sea lo que el Poder pretenda para agudizar y justificar el aumento de la represión sobre conciencias, vidas y haciendas. El asunto no es nuevo y se viene explicando desde hace tiempo: Giovanni Sartori en su lúcido ensayo La Sociedad multiétnica, (Taurus, 2001) ya lo advertía:  

 “una política de inmigración que no distingue el trigo de la paja, que no sabe o no quiere distinguir entre la extrañezas lingüística, de costumbres, religiosa o étnica es una política destinada al fracaso. Por eso nos debemos plantear tres preguntas. La primera es ¿integración de quién? La segunda es ¿Integración cómo? y la tercera, ¿Integración por qué? En efecto, si el multiculturalismo la combate y si los “integrandos” las rechazan, ¿qué sentido tiene apuntar a esta solución? … Los flujos migratorios que asedian a Europa se incrementan… el problema no se puede resolver, ni siquiera atenuar, acogiendo a más inmigrantes. Porque su presión no es coyuntural ni cíclica. Los que han entrado no sirven para reducir el número de los que pueden entrar: en todo caso sirven para llamar a otros nuevos. No es que el que entra dentro reduzca el total de los que quedan fuera; porque ese total sigue creciendo...» 

Ha pasado ya un cuarto de siglo y la situación empeora. Por desgracia, los dirigentes actuales con alguna noble excepción actúan contra los intereses de las sociedades que debieran defender. Pero ¿Qué trastorno psicológico y no solo mental aparte del moral ha llevado a gentes a las que se les suponía alguna categoría personal o profesional a ser cómplices en este proceso de devastación nacional, de escarnio del estado de derecho? Es un “misterio”, cómo determinada gente teóricamente preparada puede caer tan bajo. Se me ocurre que quizás pueda ser víctimas de su propia “sombra”, el lado oscuro incluso tenebroso de su psique que su representación social como “persona” enmucetada ha tratado de ocultar?

Pero ¿Qué trastorno psicológico y no solo mental aparte del moral ha llevado a gentes a las que se les suponía alguna categoría personal o profesional a ser cómplices en este proceso de devastación nacional, de escarnio del estado de derecho? 

José Antonio Marina tiene un pequeño tratado sobre el miedo. En él habla de diferentes clases de miedos. Unos tienen causas objetivas, el peligro real, o subjetivas como el carácter miedoso, la angustia por ciertos prejuicios sociales. Marina se atreve a dar una fórmula sencilla según la cual la intensidad del miedo está en función directa del peligro e inversa de la fortaleza personal. En ambas trabaja el enemigo. Muchos años de cierta paz social han dado lugar a que buena parte de la población no sólo esté desarmada en cuanto a la tenencia legal de armas sino que también lo está desde el punto de vista psicológico. La educación de la voluntad está descuidada. Se promueve un estúpido buenismo infantiloide que embrutece el entendimiento y debilita el carácter. La manipulación de la población para devaluarla y convertirla en votante leal del títere que más convenga. Unos damnificados con síndrome de NUC, neurona única pero calcificada, repiten consignas: “Es un caso aislado”, “no todo son iguales”. Pues sólo faltaba que fuesen delincuentes todos los que están y que no debieran estar porque los españoles no les hemos invitado y han entrado violando las fronteras y las leyes.

Pero la historia es pródiga en revueltas más o menos ciegas cuando el hartazgo de la gente termina rebosando cualquier prudente contención. En ocasiones la reacción  a la provocación se produce en forma de organizaciones o sociedades secretas.

Cuando vi por primera vez una de las obras maestras clásicas del primitivo cine mudo, me refiero a El Nacimiento de una nación, de Griffith, (1915), me quede muy sorprendido y desde luego sinceramente escandalizado porque hubiese nadie capaz defender al KKK. Pero los fenómenos sociales tienen su contexto histórico. Después de la actual degollina de blancos en Sudáfrica, la violencia africana en la vecina Francia o en la antes pacífica Suecia, o bien la que pueda medrar aquí en un futuro, cosas como las descritas en la película se empiezan a comprender, aunque no a justificar, como formas de extrema reacción que en un principio fueran defensivas cuando existe vacatio legis. Por lo que se ve no es igual sermonear sobre la fraternidad universal o las delicias del multiculturalismo o la promiscuidad sexual interracial, bien protegidos por guardaespaldas, bastiones inexpugnables y fieros hombres de estaca adoctrinados en la servidumbre envilecida, que malvivir en la intemperie indefensa de antiguos barrios populares cada vez más degradados y empobrecidos, con amenazas para las mujeres aterrorizadas por su probable violación más o menos impune o por saqueos, pillaje u ocupaciones.

El multiculturalismo lo carga el diablo, es decir, los “Soros”, la Agenda 2030, la plutocracia, pero se vale de la carencia de una verdadera élite y del empleo de políticos títeres y de un aparato del Estado que cada vez entiende menos su enorme responsabilidad hacia la ciudadanía que le sostiene. Al final los hechos parecen mostrar que se trataría del buscado reemplazo de la población, ya sometida a la domesticación mediante trauma. Los invasores en edad militar, llegado el momento se encargarían de ello.

Es otro ejemplo del Poder actual contra el Pueblo. Algunos ilusos aún esperan que el garante de la constitución haga algo. Pero, para la desgracia de nuestra querida España, ni está ni se le espera.

 

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