Por David Azañón
Recuerdo cuando la Policía Nacional era la institución más valorada del estado. Es un Instituto armado de naturaleza civil, que no multa por cuestiones de tráfico, aunque alguno se empeñe en hacerlo, como si no tuviera bastante con garantizar la seguridad ciudadana o investigar delitos. Se recuerda que las infracciones al Reglamento General de Tráfico son competencia, exclusivamente, de la policía local dentro de su localidad y de la Guardia Civil de Tráfico, en vías interurbanas, no lo digo yo sino la jurisdicción contencioso administrativa.
Los profesionales de la Policía Nacional siempre se han caracterizado por tener sentido común, un poder discrecional encomiable, no empeorar nunca una intervención policial, ser honrados, actuar de la forma más profesional posible aun contando con medios africanos, pero, sobre todo, por defender a todos con independencia de su origen, ideología, sexo, o cualquier ideología, condición o credo.
Pero no, ahora hacen vídeos en YouTube, bailan y cantan la canción del “despacito” de uniforme, algunas aparecen en los vídeos con el uniforme muy apretado, quienes parecen ejercer otra otra profesión. Para más inri, todos los alumnos, aspirantes a policía, con el profesorado presente, han llegado a cantar en el auditorio de la Escuela Nacional de Policía la canción de «Pepas» y agua «pa’ la seca», y que «todo el mundo está en pastillas en la discoteca”. En la entrada de la Escuela reza el lema «servicio, dignidad, entrega y lealtad», sería cómico sino fuera trágico. Se trata de aparentar, de la policía amiga, de la policía guay pero la policía no debe ser ni represiva, ni guay, la policía debe ser profesional.
Hoy he visto un vídeo lamentable, el enésimo, desde los tiempos del anticonstitucional estado a alarma. En el citado vídeo, un entrevistador denominado RescueYou, está realizando su actividad laboral, consistente en ejercer el derecho a la libertad de información, establecido en la Constitución española en su artículo 20, es apartado por dos agentes de la Policía Nacional adscritos a las UIP (Unidades de Intervención Policial).
He sentido vergüenza ajena y un bochorno enormes toda vez que he sido Policía Nacional, durante dos décadas, y cuento con amigos y compañeros que son profesionales, y digo compañeros y amigos porque cumplen con su juramento consistente de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana establecido en el archiconocido artículo 104 de nuestra Carta Magna.
Evidentemente cuento también con muchos enemigos, sobre todo, los que defienden el interés del gobierno de turno, de esos que prosperan haciendo favores a ministros, secretarios de estado, directores generales, alcaldes y acólitos de todos ellos, en vez de defender el ordenamiento jurídico vigente, parece lo mismo pero no lo es. Como dijo Winston Churchill “¿Tienes enemigos? Bien. Eso significa que has defendido algo, alguna vez en tu vida”. Y yo lo hice, los que me conocen y me quieren bien, lo saben, y los que odian, también lo saben.
Soy plenamente consciente del porqué de tal actuación. La justificación será la típica, de “intentamos evitar que se líe”. Lo sé porque he tramitado muchas quejas ciudadanas remitidas a la Inspección de Personal y Servicios de Seguridad de la Secretaría de Estado de Seguridad. Siempre intenté ser ecuánime, redactaba los informes basándome en los hechos, sin subjetividades, no puedo decir lo mismo de los que firmaban… a buen entendedor…
¡Pero puedo estar equivocado! así que, a fin de aclarar mi duda razonable, he procedido a comunicarme con algunos de mis compañeros y amigos de la Policía Nacional que se encuentran en activo en las más diversas unidades y preguntarles si habían visto el vídeo y, en caso afirmativo, su opinión profesional. Es muy probable que a partir de este momento mi teléfono sea intervenido, monitorizado ya lo estaba, soy consciente de ello.
Resultado: todos, sin excepción, han estado de acuerdo con mi valoración, es más, no reproduciré los calificativos que han me han trasladado por respeto a los actuantes.
Para finalizar quiero alentar a los PROFESIONALES de la Policía Nacional, quiero animarles a que no desesperen por la corrupta política que tenemos en España, por la constante invasión de nuestras fronteras, a que perseveren en su defensa de la legalidad vigente, a que nadie comete mayor error que no hacer nada por creer hacer poco.
Me consta que el “sistema” quiere destruir a los que así se comporten pero algo que el “sistema” no podrá quitaros nunca es ser fiel a vosotros mismos y a vuestro juramento. Y esto último lo sé de primera mano.
Policía Nacional 87.713 (jubilado)