Por Alfonso de la Vega
Entretenidos con nuestras propias descomunales calamidades filipinas a veces olvidamos lo más importante que acontece en este sufrido planeta de castigo. Tras el apagón vino la luz y el dinosaurio seguía allí: En la misma basílica de San Pedro con Bergoglio de cuerpo presente Trump y Zelenski no se cortaban en cohechar al alimón un nuevo trapicheo sobre las ruinas de Ucrania, triste víctima de la codicia imperial y de una engañosa hermosa primavera inducida transformada en miseria desolación y muerte.
La novedad, ¿un Plan B? es un nuevo acuerdo sobre las llamadas tierras presuntamente en territorio de lo que queda de Ucrania, incapaz de moderar el voraz apetito de Gargantúa de Trump. El emperador pretende recuperar “su” dinero para el apoyo militar a Ucrania mediante un Fondo de Reconstrucción, creado ad hoc. Un nuevo Tratado de Versalles sin siquiera haber finalizado la guerra. Las cifras no dejan de ser a ojo de buen cubero: la más realista estaría en torno a los 75 mil millones. ¿Serán los recursos minerales ucranianos suficientes para saldarla en un futuro previsible, incluso en el caso de total subordinación a EEUU?
No, no lo parece. Las reservas estimadas de todos los minerales en Ucrania se estiman en 14 billones de dólares, cifra que no deja de ser especulativa. Primero porque buena parte de los recursos ya están en territorios bajo el control del ejército ruso o puedan caer pronto bajo él. Y segundo porque incluiría en grandes números todos los posibles diferentes recursos mineros. No sabemos si las estadísticas ucranianas son precisas ni creíbles pero según el informe oficial del Ministerio de Finanzas de Ucrania para 2023 los ingresos brutos de toda la industria extractiva de Ucrania ascendieron a algo más de siete mil millones de dólares. De modo que aún dedicando todo a pagar a EEUU se necesitarán muchos años para cancelarla. Pero incluso el neto a entregar sería menor pues habría que descontar los costes empresariales de extracción minera lo que aumentaría el plazo.
Como los norteamericanos son abusones pero no tontos ¿por qué entonces Trump quiere de Zelenski lo que parece un acuerdo tan poco realista? Me parece que la cosa se explicaría por lo que ocurre cuando los acreedores tratan de ponerse al principio de la escala de posibles cobros una vez comience el trabajo de los subasteros. Según el antes citado informe del Ministerio ucraniano a finales del pasado año la deuda pública externa de Ucrania será de 115.000 millones de dólares, 44.000 millones son deuda con la Unión Europea y 5.000 millones con Canadá, por armamento y suministros militares.
La UE y los canadienses junto con la entrega de fondos a Zelenski para continuar la guerra le obligaron a firmar documentos vinculantes. Deudas que constan oficialmente de modo identificado. En cambio las entregas de EEUU bajo la corrupta administración Biden no eran reconocidas en los presupuestos. El montante también es especulativo más próximo a 75.000 millones de dólares que lo reclamado. Además, se llevaron a cabo a través de instituciones interpuestas como el FMI, fondos no gubernamentales o de bancos privados como el Chase Manhattan Bank Por lo tanto, la deuda nacional de Ucrania con EEUU considerada propiamente como Estado en realidad sería nula. Las tierras raras de Ucrania aparecen como un eficaz instrumento para que el Imperio saque tajada de la destrucción que ha provocado. Así, el gobierno de Estados Unidos puede entrar en Ucrania de forma totalmente legal, y adueñarse de lo que quiera o manipular la futura política a su conveniencia. Por ejemplo, embargar los activos externos de Ucrania cuando lo desee.
Una vez más se demuestra la verdadera naturaleza de los imperios anglosajones que supeditan cualquier idea moral a la rapiña. Los ilusos que se preocupaban sinceramente por la soberanía de Ucrania acaso pueden comprender mejor ahora de lo que en verdad se trataba. La libertad de Ucrania consistirá en obedecer lo que EEUU imponga, la soberanía en entregar todo lo que valga algo a EEUU. La saqueada y destruida Ucrania se contentará con admirar y congratularse de su generosa contribución a la prosperidad imperial y de los grandes financieros ocultos.
Pero ¿Qué pasa con Rusia? El problema de vender la piel del oso antes de haberlo cazado es que la operatividad del acuerdo de Trump con Zelenski requiere un inmediato alto el fuego. Necesita detener el avance uso hacia el oeste para impedir la liberación de Pokrovsk y preservar la producción de carbón de coque para la industria metalúrgica en su ya colonia. También para impedir la entrada a la región de Dnepropetrovsk, con grandes reservas de recursos. O para mantener el puerto de Odessa, que garantizará la exportación de materias primas extraídas a través del Mar Negro. Se rechazan las condiciones de Rusia en el “plan de paz”, un trágala: o se aceptan las exigencias de EEUU, o habrá un nuevo paquete de sanciones. Se especula con aranceles del 500% para los compradores de materias primas rusas. También se han acordado nuevos envíos de armas a Kiev los primeros con Trump.
Parecen malas noticias para la paz, cuya causa parece alejarse. Aunque nunca se sabe. El proceso de negociaciones entre Rusia y Estados Unidos parece que habrá de cambiar. Rusia se ve obligada a completar su proceso de acceder a nuevas regiones fronterizas. En el marco de «el gran Juego» que se dirime desde el siglo XIX no parece probable que Rusia acepte un mal acuerdo ni que haga muchas concesiones a Trump. La hipotética futura colaboración entre Rusia y EEUU parece retrasarse o incluso descartarse. Los intereses estratégicos de Rusia son mayores que las peripecias bélicas en Ucrania.
Moraleja fundamental de la desgracia ucraniana es lo que puede esperar en el presente o futuro próximo a los aliados o colonias entre al que nos encontramos cuando son cogidas entre dos fuegos y el Imperio a costa de lo que sea trata de defender su posición amenazada por otras potencias emergentes. Para terminar de rematar la peligrosidad de la coyuntura actual se atribuyen a Musk unas declaraciones según las cuales la competencia entre potencias rivales, unidas a posibles crisis de suministro de electricidad y la frivolidad con las cosas de la IA pueden dar legra a la Tercera Guerra Mundial.