viernes, abril 18, 2025
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Vuelve la Semana Santa

Por Alfonso de la Vega

En pleno acoso al Cristianismo y la Tradición religiosa española por parte del gobierno de Su Majestad, con la complicidad de la tibia CEE, vuelve la Semana Santa. Una oportunidad preciosa para el encuentro con lo numinoso.

Desde el punto de vista histórico estricto no deja de existir alguna incertidumbre sobre importantes detalles de lo que realmente pasó en Jerusalén hace dos milenios. Habría habido conjuras para acabar con las actividades de Jesús. Ante Pilatos se presentaron cargos de carácter político más que religioso, la acusación de que Jesús pretendía ser rey de los judíos en oposición a Roma. Esta habría sido la razón de la condena. También sería propia de un cálculo político la actual condena a ser entregado al brazo secular para ser profanado el Valle de Los Caídos. La CEE deserta de seguir a Jesús con su cruz como la Virgen en la procesión. Existen cosas que se repiten de una u otra forma.

La Semana Santa no es un reclamo turístico o mero espectáculo teatral. Pero fijarse solo en la anécdota reflejaría un cierto desconocimiento de la historia del pensamiento religioso. Todo el universo de los antiguos misterios antecedentes de la actual celebración cristiana de la primavera. Ahora bien, debido al fenómeno mitológico simbólico que se suele llamar de «porfidización» tomando un término de la Geología, el espectáculo popular de procesiones y celebraciones asociadas es una manifestación espiritual que conecta con anhelos y profundas emociones y sentimientos. La conexión con un Todo ordenado y la superación de lo contingente. 

Sabemos que las celebraciones primaverales antiguas se relacionaban con la vieja religión solar y el equinoccio de primavera. Según cada mito o culto mistérico particular un héroe o dios sufría pasión y muerte que recordaba el misterio de la vida a sus fieles y lo ligaba al resurgimiento o resurrección de la vegetación en el hemisferio boreal. En el propio Cáceres el valle del Jerte se ilumina de blanco por el cerezo en flor. Una forma de hilozoísmo, de redención y de concientización del Todo manifestado. El fuego, hijo del sol, también se renovaba como asimismo el cirio pascual en la celebración cristiana del sábado santo. Como se renueva la primavera.

Estas cuestiones estuvieron presentes en el primitivo cristianismo en su varia concepción de Jesús y su proceso de separación del judaísmo hasta convertirse en una religión independiente y abierta a los gentiles. Proceso al que contribuiría sin proponérselo el emperador Tito al destruir Jerusalén el año 70 y, con la propia ciudad, los grupos rivales paulinos judeocristianos. Aún más, incluso San Pablo, cabeza de la apertura a los gentiles, en su primera carta a los Corintios explica que el Espíritu habla o revela la sabiduría de Dios en forma de misterio. Una forma de revelación dramática, llena de afectividad, sentimiento y emoción. Los que hemos asistido a los misterios y procesiones de Semana Santa en muchos lugares de España,  podemos confirmar por experiencia el grado de emoción que se alcanza en muchos de ellos.

La estética de antorchas, hábitos y capirotes recuerda la de los cortejos astrales según lo describen algunos clarividentes. En ocasiones, la belleza de la conmovedora manifestación se refuerza cuando se manifiesta en hermosos ambientes como el de la ciudad monumental de Cáceres, que parece inspirado en el antiguo Jerusalén evangélico. Se genera así una forma de singular conmoción, y el corazón conmovido mueve a la compasión. Y a la conexión con el mundo espiritual de los valores metafísicos. Un forma de lo numinoso. Al cabo, se revela algo difícil de comunicar mediante otro lenguaje. “El espíritu de Dios conoce la intimidad de Dios.”

En el lejano mundo mesopotámico de Sumer y Acad, origen remoto de muchas de nuestras representaciones tradicionales religiosas, la fiesta del Año Nuevo era precedida de una especie de Saturnales o Carnaval en los que dominaba el desorden y los demonios antes de que el Orden fuese luego así restaurado. La celebración del Año Nuevo tenía que ver con la renovación del fuego, como ahora también se produce con la del cirio pascual cristiano durante el sábado santo. Y también se celebraba la muerte y resurrección de un dios, Marduk, que descendía a los infiernos. Su estatua y la de la diosa eran colocadas juntas y también salían en procesión.

Más allá de sus formas históricas concretas y de su emotividad iluminadora, la Semana santa es una fiesta astronómica en su origen que combina el Sol con la Luna, tras el “cruce” o intersección en forma de cruz de San Andrés del ecuador celeste con la eclíptica. Se asocia a la Luna porque el domingo de Resurrección se fija como el primer domingo después del primer plenilunio tras el equinoccio de primavera.

El llamado Domingo de Resurrección por la Tradición cristiana, tan pleno de amor, compasión, ilusiones y esperanzas, forma parte de las antiguas festividades relacionadas con la primavera y el proceso de renovación de la vegetación, con el calendario fenológico. Así, entre otras muchas, los cultos a Apolo, Baco, Adonis, o la tradición frigia de Cibeles y Attis, a su vez con diferentes variantes legendarias. Entre ellas la actual fiesta del capazo en el pueblo cacereño de Torre Don Miguel. 

Pese al reciente acoso de ciertas organizaciones de izquierda o las protestas musulmanas, en muchas ciudades españolas se viven con gran dedicación, devoción o interés las procesiones de Semana santa. Se trata de una forma excelente de experimentar lo numinoso que en el caso del Cristianismo muestra los grandes valores que ha aportado a la Civilización como la realización del Bien, el respeto a la dignidad humana y la compasión. Este año la celebración presenta tintes sombríos. El viejo Sanedrín renovado reniega del Cristianismo y también prefiere a Barrabás. La tecnología nunca es un hecho neutro. Es un fenómeno que modifica el contexto religioso, social y cultural y, con él, los valores y comportamientos sociales. La Semana Santa puede prevenirnos contra una civilización en la que la tecnología, y no el Espíritu, se convierta en el principio organizador central.

No hay que desanimarse, el Cristianismo es un mensaje de esperanza, el que pese al poder del Mal nunca nos ha de faltar el apoyo del Espíritu, porque somos Espíritu no robots sin alma. Con palabras de Gurnermanz, el caballero del grial en Parsifal: “Toda criatura de Dios se regocija al sentir la huella propicia del Salvador, a quien eleva sus plegarías, y a quien no puede ya contemplar en la cruz, pero sí admirar en la humanidad por Él redimida. Todos se sienten emancipados de la triste carga de sus culpas, sanados y purificados por el sacrificio amoroso de Dios… Eso agradecen, como ves, todas las criaturas, todo lo que florece, todo lo que fenece; porque la naturaleza, libre del pecado, alcanza hoy el día del perdón….”

Disfrutemos de los valores, emociones y enseñanzas de la Semana Santa, ahora con la triste impresión de que vuelve a estar amenazada.

 

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