La República Democrática del Congo (RDC), un país donde el 95% de sus más de 100 millones de habitantes profesa el cristianismo, se ha convertido en un escenario de horror para esta comunidad. En los últimos años, las masacres perpetradas por grupos armados, principalmente las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) afiliadas al Estado Islámico (EI), han segado miles de vidas en el este del país, particularmente en las provincias de Kivu del Norte e Ituri. Estas atrocidades, a menudo marcadas por decapitaciones, incendios y secuestros, reflejan una persecución sistemática que combina motivos religiosos, territoriales y económicos.
La persecución de cristianos en la RDC no es un fenómeno reciente. Hace más de tres décadas, el 16 de febrero de 1992, una manifestación pacífica de cristianos en Kinshasa, organizada por iglesias católicas y protestantes para exigir democracia bajo el régimen de Mobutu, fue brutalmente reprimida. Cientos murieron a manos de la guardia presidencial, aunque la cifra exacta sigue sin esclarecerse. Este evento marcó el inicio de una lucha por los derechos que, con el tiempo, se entrelazaría con la violencia sectaria en el este.
La llegada de las ADF, un grupo ugandés que juró lealtad al EI en 2019, transformó el conflicto. El 5 de junio de 2022, apenas 24 horas después de la masacre de 50 católicos en Nigeria, el EI anunció el asesinato de 20 cristianos en la región de Ituri, con casas quemadas y aldeas devastadas. Este ataque, ocurrido en un contexto de creciente actividad yihadista, mostró la coordinación transnacional de estos grupos.
En 2023, la violencia se intensificó. El 26 de marzo, 60 cristianos fueron asesinados en Mukondi, cerca de Beni, en un asalto reivindicado por el EI. Días antes, el 22 de marzo, otras 22 personas perecieron en Kirindera, también a manos de las ADF. Más tarde, el 28 de marzo, un hallazgo estremecedor sacudió al mundo: 70 cristianos aparecieron decapitados en una iglesia en Kasanga, Kivu del Norte. Los cuerpos, atados y mutilados, fueron atribuidos a las ADF, que habrían actuado tras exigir conversiones al islam bajo amenaza de muerte. Ese año, según Puertas Abiertas, 355 cristianos fueron asesinados por su fe en la RDC, un aumento respecto a los 261 de 2022.
El 2024 marcó un pico de brutalidad. Entre el 4 y el 10 de junio, más de 80 cristianos murieron en Kivu del Norte, con un ataque destacado el 7 de junio que dejó 50 víctimas en Masalsa, Mahihi y Keme. Las ADF incendiaron hogares y masacraron a machetazos, sembrando el caos. El 31 de enero, el EI reivindicó la decapitación de 50 cristianos en Baeti-Vutchika, un acto que apenas resonó en los medios occidentales. Según el MEMRI Jihad and Terrorism Threat Monitor, entre enero y junio de 2024, las ADF mataron a 639 cristianos en la RDC, el 92% de las 698 muertes atribuidas al EI en África durante ese período, con 319 decapitados y 379 baleados.
El 21 de mayo, cerca de Eringeti, 14 cristianos fueron asesinados con machetes y rifles tras negarse a convertirse al islam, un hecho documentado en un video difundido por los yihadistas. A finales de año, entre junio y noviembre, un informe de la ONU registró más de 650 civiles asesinados por las ADF, muchos de ellos cristianos, incluyendo 21 víctimas en la semana de Navidad.
Así tratan los grupos pro-yihadistas a los cristianos en el Congo, y en general a todos los que no profesen sus ideas.
ATENCIÓN. IMÁGENES MUY FUERTES no aptas para personas sensibles pic.twitter.com/TnImZ32w07
— A̸Z̸O̸R̸ 🇪🇸 (@Azor1960) March 2, 2025
El 2025 arrancó con una masacre que reavivó el temor global. El 15 de enero, en Muhangi, Kivu del Norte, las ADF mataron a machetazos a más de 30 cristianos, con estimaciones locales que elevan la cifra a 50. Apenas un mes después, entre el 12 y el 15 de febrero, 70 cristianos —incluyendo niños, mujeres y ancianos— fueron secuestrados en Maiba, cerca de Lubero, y hallados decapitados en una iglesia protestante. Testigos relataron cómo los atacantes irrumpieron de madrugada, exigiendo silencio antes de llevarse a sus víctimas. La ONG Puertas Abiertas y fuentes locales de Ayuda a la Iglesia Necesitada confirmaron que muchos fueron ejecutados por no soportar una marcha forzada o por rechazar el adoctrinamiento.
Las ADF, lideradas por Musa Baluku desde la detención de su fundador Jamil Mukulu, operan en un este congoleño fracturado por más de 100 grupos armados, incluyendo el M23, que en 2025 capturó ciudades como Goma y amenaza Butembo. Financiadas por el tráfico de madera y cacao, las ADF combinan su agenda yihadista con intereses económicos, atacando a cristianos como “infieles” mientras desplazan poblaciones enteras. En 2023, 6.9 millones de congoleños huyeron, la mayoría hacia el este, y en 2024, 10.000 cristianos abandonaron sus hogares, según Puertas Abiertas.
A pesar de la magnitud —más de 4.000 cristianos asesinados en 2024, según estimaciones de X y organizaciones cristianas—, el eco internacional es mínimo. Analistas como Illia Djadi, de Puertas Abiertas, comparan esta crisis con la de Boko Haram en Nigeria, pero señalan un sesgo mediático en Occidente, donde las víctimas cristianas africanas rara vez generan titulares o protestas. La RDC ocupa el puesto 41 en la Lista Mundial de Persecución 2024, pero la brutalidad cotidiana sugiere que el peligro es aún mayor.
Mientras el ejército congoleño y ugandés lucha sin éxito contra las ADF, y el M23 agrava la inestabilidad, los cristianos del Congo enfrentan un martirio silencioso. Las iglesias arden, las aldeas se vacían y las familias lloran sin respuestas. Este genocidio, como lo califican algunos en X, plantea una pregunta urgente: ¿hasta cuándo el mundo mirará hacia otro lado mientras la fe se paga con sangre en el corazón de África?
Y el Demonio Bergoglio callando