Larga ha sido la espera pero la verdad tarde o temprano llega, a pesar de la fuerte censura que muchos hemos sufrido durante los últimos cinco años por opinar de forma diferente al relato oficial. Gracias a la apertura de redes sociales como X, van saliendo a la luz testimonios interesantes que no hacen otra cosa que reafirmarnos en lo que pensamos desde el primer momento.
El 10 de septiembre de 2020, en plena crisis de la ‘farsem¡a’, un correo electrónico llegó a la bandeja de entrada de Mónica Lalanda, médico y divulgadora científica con presencia activa en las redes. El mensaje, enviado por el Ministerio de Sanidad, contenía una invitación intrigante: participar en una reunión virtual con Salvador Illa, entonces ministro de Sanidad, y Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, acompañado de la secretaria de Estado de digitalización e IA, Carmen Artigas.
La convocatoria, dirigida a un pequeño grupo de profesionales sanitarios, divulgadores científicos y periodistas con visibilidad en redes, prometía un encuentro para «resolver dudas y aportar información» sobre la ‘farsem¡a’. Sin embargo, la naturaleza exacta de este encuentro dejó a muchos, incluida Lalanda, con más preguntas que respuestas.
El correo, acompañado del eslogan «Este V¡rus lo paramos unidos» —una campaña gubernamental para supuestamente unir esfuerzos contra el coronav¡rus—, fijaba la reunión para el 11 de septiembre a las 13:00 horas, con un formato breve descrito como un «briefing», es decir, no se podía grabar ni atribuir citas concretas de la conversación. La invitación sugería que los asistentes, seleccionados por su influencia en las redes sociales, podrían desempeñar un papel clave en la comunicación pública sobre la gestión sanitaria.
Sin embargo, para Mónica Lalanda y otros destinatarios, la propuesta levantó sospechas: ¿qué buscaba realmente el Ministerio? ¿Se trataba de un genuino esfuerzo por colaborar o de una estrategia para utilizar a estos «influencers» como altavoces de mensajes oficiales?
La ‘farsemia’, en ese momento, vivía uno de sus capítulos más críticos en España. Con las cifras de fallecidos que se facilitaban, supuestos colapsos hospitalarios y una ciudadanía ávida de claridad, la gestión del Gobierno había sido objeto de intensas críticas. El «Radar COVID», una aplicación de rastreo de contactos impulsada por las autoridades, ya enfrentaba problemas de implementación y baja adopción, como reflejaron análisis posteriores.
En este contexto, la reunión parecía una oportunidad para que «expertos» de primera línea, como los invitados, compartieran su visión desde «las trincheras» —los hospitales y las comunidades afectadas—. Sin embargo, la falta de detalles específicos en la invitación alimentó la incertidumbre.
Lalanda, reflexionando sobre el propósito de la reunión, compartió su inquietud en un tuit el 18 de febrero de 2025, acompañado de una captura del correo original. «¿Qué querrían de nosotros?» se preguntaba, evocando no solo su curiosidad, sino también un escepticismo que resonaba con las tensiones de la época. Otros destinatarios, según sus propias publicaciones en redes, también reaccionaron convocando ideas y sugerencias de sus seguidores, anticipando un diálogo abierto. Sin embargo, la realidad del encuentro —detallada en publicaciones posteriores de Lalanda— resultó ser muy diferente.
La reunión, que reunió a unos 40 «influencers» en una plataforma virtual, no cumplió las expectativas de colaboración activa. Según Lalanda, el objetivo principal parecía ser promover el uso de «Radar COVID» utilizando a esos influencers como altavoces de aquella aplicación fallida. Además, cuando Lalanda expresó críticas directas y pidió la dimisión de Illa y Simón por su gestión de la pandemia, su micrófono fue silenciado, revelando un control estricto sobre el discurso. Este episodio, que Lalanda documentó en su día a través de su blog y sus redes, marcó un punto de inflexión personal y profesional, enfrentándola a un «linchamiento» en línea por parte de algunos de los mismos «influencers» presentes.
Cinco años después, al evocar este momento en 2025, Lalanda expresa arrepentimiento por no haber sido aún más crítica con la gestión sanitaria, especialmente tras mayo de 2020, cuando más datos sobre el v¡rus y los grupos de riesgo estaban disponibles.
Este misterioso encuentro de 2020, narrado con detalle y valentía por Mónica Lalanda en las redes sociales, pone de manifiesto algo que ya imaginábamos: cómo el aparato del estado marcaba las directrices a seguir a científicos, periodistas e influenciadores. Y cómo esas personas, tras la reunión con esos miembros del gobierno, participaron de manera activa en campañas de miedo y de acoso hacia todo el que no comulgara con el discurso impuesto. Por cierto, ya se van revelando algunas identidades de esos voceros (una periodista de la Sexta, un farmacéutico super-mega-activo en X y un par de autodenominados divulgadores científico entre otros…).
(Borbonistán para olvidadizos)
Ex-Dra. Noelia de Mingo:
Tres asesinatos confirmados sumados a cuatro intentos consecutivos frustados de homicidio. Condena: 25 años de internamiento psiquiátrico. Reincidencia y segunda condena: 33 años. Efectivos de cumplimiento hasta la fecha: 12 (11+1)
Ex-ministro Salvador Jeringu-Illa:
Decenas de miles de asesinatos y millones con secuelas de por vida durante su paso como Irresponsable del Ministerio de Insanidad (y sin mencionar ruinas económicas de incontables personas físicas y jurídicas).
Condena: Presidencia nada honorable del islamizado y endeudado Taifa de Cataluña.
-«La verdadera naturaleza de la industria farmacéutica mundial reside en el hecho de obtener beneficios cuantiosos de las enfermedades crónicas y no en el hecho de ocuparse de la prevención o de la erradicación de las enfermedades. La industria farmacéutica tiene intereses financieros para que todas las enfermedades perduren, con el fin de asegurarse el crecimiento perpetuo del mercado de los medicamentos. Por esto y solo por esto, los medicamentos son ante todo paliativos. Son concebidos para aliviar los síntomas y nunca para tratar las causas de las enfermedades. Los grandes consorcios farmacéuticos son responsables del genocidio permanente y difundido y matan a millones de personas. Al mismo tiempo, una armada de lobbies farmacéuticos está empleada para influenciar a los legisladores, controlar a los organismos de reglamentación y manipular la investigación médica y la educación. La información de los médicos está integralmente financiada por los Big Pharma que esconden cuidadosamente los efectos secundarios de los medicamentos, hasta negarlos públicamente». (Dr. Matthias Rath)
Os recordamos que no hubo ninguna pandemia,en consecuencia lo que se gestiono fue un asesinato masivo y un confinamiento ilegal.
Pues vamos apañados con el Diestro!.