Llevamos meses, ya años, en los que nuestra capacidad de asombro con el mundo que nos rodea no deja de modificarse, pero para hacerse cada vez más grande. Si alguien nos hubiera contado hace 10, 15 años, los sables que sería capaz de tragar esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, les aseguramos que no nos lo habríamos podido creer. Pero también les podemos garantizar que tampoco nos habríamos podido creer la clase de «sablazos» a los que hemos sido sometidos y a manos de quién.
Y aunque esto lleva sucediendo desde hace décadas, lo que hemos vivido desde 2020 ya supera todo lo imaginable. Porque no estamos hablando de dinero, de robos de saqueos, de corrupción o de tomaduras de pelo, estamos hablando de vidas, de vidas que se han perdido y de vidas que han quedado destrozadas. Y la gente sigue mirando como las vacas cuando ven pasar un tren.
Más de tres meses han pasado ya desde que se produjeran las riadas criminales de Valencia sin que haya cambiado nada y sin que ningún político, responsable de lo sucedido, se haya movido de su asiento. Es más, no es que no se hayan movido, es que todavía siguen paseándose por el mundo recibiendo aplausos y concentrando a una buena cantidad de borregos en sus mítines y apariciones públicas. ¡Increíble!
Por eso ahora, analizando lo que lleva sucediendo en España desde 2020, lo que se le puso a la gente en los brazos y viendo como nuestra nación ha pasado de conocerse como se conocía a llamarse «Zombieland», es cuando nos damos cuenta de los verdaderos efectos y objetivos de la «ponzoña» que, según datos oficiales, se metió en el cuerpo el 90% de la población.
Ahora es cuando ya tenemos muy claro que los objetivos iban más allá de matar o enfermar a los incautos «engañados». El tercer objetivo, sabiendo que iba a haber supervivientes, era el que estamos viendo ahora: convertirlos en borregos sin alma, sin sentimientos, sin valor, sin valores y sin un ápice de valentía, en unos auténticos cobardes que no se atreven ni a dudar, ni a hacerse preguntas. En engendros que solo sirven para mantener al verdugo y que serán absolutamente prescindibles cuando ya no generen beneficios.
Pero es que encima van más allá. Lejos de exigir explicaciones, justicia, responsabilidades. Lejos de mostrar la más mínima empatía, en muchos casos llegan incluso a insultar y perseguir a los que sí lo hacen, a los que tienen más valentía que ellos.
Por ejemplo: ¿qué pasó realmente en Bonaire? ¿Lo que nos han contado los medios oficiales? ¿No se dan cuenta de que la versión oficial no tiene sentido? ¿Que carece de lógica alguna? ¿Es tan difícil darse cuenta de ello?
• Te mintieron con la pandemia:
uno o dos casos
• Te mintieron con las vacunas: son seguras
• Te mintieron con las elecciones: no es no y nunca es nunca
• Te mintieron con los indultos: la sentencia se cumplirá
• Y ahora te dirán toda la verdad sobre las víctimas en Valencia pic.twitter.com/uJX2RlKPf3— Fascista Asintomático (@FAsintomatico) February 2, 2025
No. Es mejor no hacerse preguntas. Es mejor no dudar. Es mucho más sencillo posicionarse del lado de la masa aborregada que plantar cara. Es mejor no decir nada y rezar para que no seas tú el siguiente.
La «ponzoña covidicica» tenía más objetivos que los que pudimos ver al principio y ahora, pasado ya el tiempo, ya vamos viendo otro más. Quizás el más importante y el que más costará detectar a la gente.
En España ya solo falta que el balido sea la forma más utilizada para comunicarse.
En este Gran Reseteo, previo a la Nueva Dictadura Mundial Única, los amos han ordenado a sus sicarios en nuestros parlamentos que nos ataquen para que creamos que los Estados Nación ya no nos sirven y nos entreguemos a ellos cuando nos ofrezcan protección y salvarnos de este caos (que ellos nos programado ocultamente). Somos tan bobos y credulonóicos que aceptaremos la peor y más genocida dictadura nunca vista, vestida de seda (Agenda 2030)