La típica historia del matasanos que en vez de curar te acaba enfermando o matando no es extraña en la medicina tradicional, tal como se vio en el covid 19, con los protocolos hospitalarios ordenados por la OMS que acabaron ampliando el número de muertos al aplicarles rendescivir y oxígeno cuando no se podía respirar. Los remedios que aplican los especialistas en salud mental no difieren mucho en su efectividad, sobre todo si se recetan neurolépticos que sólo sirven para aliviar los síntomas de manera temporal y provocar, de paso, muchos efectos secundarios, muchos de ellos indeseables que, si no son tan graves como los de las famosas vacunas o caramelo covidianos, dejan una secuela de dependencia atroz, convirtiendo a estas personas en auténticos drogadictos con sus correspondientes cuadros de abstinencia.
La psiquiatría, no nos engañemos, sirve para quitar del medio a quien no presente la resiliencia necesaria en un mundo distópico, absurdo, desordenados, lleno de mentiras y de traiciones por parte del estado que nos dice gobernar y que genera el caos. Aquéllos que no se adaptan a estas reglas son considerados peligrosos y es mejor eliminarlos, ya sea con pastillas que los enferman de por vida, electroshock o viendo el momento en el que los mismos enfermos piden a su asesino que les quite el aliento como último deseo, a lo que éste accede porque así le interesa: uno menos.
La psiquiatría adolece de ese cariz científico y exacto a la hora de tratar los problemas mentales, a pesar de que explica los problemas en clave cerebral. Aún recuerdo el caso que tuve hace años en los que hablé un paciente al que le diagnosticaron un cuadro de esquizofrenia, estaba muy medicado cuando, en realidad, lo que sufría era de Trastorno Obsesivo Compulsivo, logrando que dejara toda su medicación y recibiera su correspondiente tratamiento de hipnosis al final de la terapia. Es algo muy común en los sujetos que sufren de depresión los cuales toman medicación antipsicótica; parece que la psiquiatría tiene un alto interés en que muchas de las personas que no se adaptan al mundo disfuncional que las élites han creado sean considerados esquizofrénicos, porque así es más fácil quitárselos de encima.
El caso que nos ocupa es del IBA, un sujeto de 30 años que fue obligado a ser tratado con electroshocks por orden de un juez, exactamente con 10 sesiones en el Hospital Provincial de Santiago de Compostela en 2023. Todo comenzó con un ataque de pánico tras el cual el paciente fue llevado a una Unidad de Psiquiatría. En menos de un día uno de los psiquiatras les dijo que su hijo podría estar sufriendo de un cuadro de esquizofrenia.
Ya muy medicado, tras una visita al día siguiente, comenzó a presentar confusión mental y ya estaba a los tres días en estado catatónico. Ante lo complicado de su caso, el equipo médico les propone varias sesiones de electroshock y le comunican que probablemente para alimentarse necesaria una sonda.
Ante el desacuerdo de la familia con esa solución, se buscan especialistas alternativos, con la intención de pedir el historial y someterlo a revisión. La negativa es total y su solicitud es desoída por el juez, el cual no atiende el deseo del abogado del enfermo. Ante la insistencia de ver el historial, se prohíben todas las visitas. Finalmente, recibe las correspondientes sesiones de electroshocks y tras éstas comienza a sangrar por la nariz y se pide una prueba de Angiotac. Por supuesto que el paciente sigue medicado con antipsicóticos, a pesar de que no le hacen efecto alguno.
Lo que comenzó siendo un cuadro de pánico, que nunca se investigó ni por sus razones, ni por sus antecedentes, se agudizó con un diagnóstico equivocado, chantajes y amenazas judiciales, vulneración de los derechos de salud y tratamientos forzosos con el fin de enfermar y crear una masa de personas dependientes de la medicación.
La eutanasia para personas con un dolor emocional insoportable, la última modalidad genocida en la que la psiquiatría tiene mucho que decir, fue aprobada en Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos (antes de 2020) y en España en 2021, técnica que ya fue planteada en la cumbre de la World Medical Association de 1987 cuando se concluyó que esta solución, a pesar de no ser éticamente admisible, si lo podía ser si era el paciente quien lo solicitaba. Se calcula que en Bélgica el 29,8 por ciento de los casos fueron debidos a depresión, cuadros bipolares y depresión, es decir, cuadros que se pueden curar perfectamente con una terapia como Dios manda. Los antecedentes de abusos sexuales, traumas infantiles, negligencias paternas, autolesiones e intentos de suicidios estaban detrás de estos casos, sin que se mencionen diagnósticos concluyentes ni se hayan realizado estudios profundos. En Países Bajos se observan pocas entrevistas previas y carencia de protocolos legales exigidos por la ley, siendo el 55 por ciento de los casos entre 2010 y 2014 por depresión. Esta normativa es legal en España desde 2021
Las mil y una formas de erradicar a los díscolos exige de muchas armas. Una vez que la ingeniería de masa ha logrado desequilibrar hasta el punto de que muchos no soportan tanta incapacidad reinante, exige un estudio meticuloso sobre cómo conseguir que los débiles queden exterminados o, al menos retirados de circulación, ante un plan que parece seguir intenciones eugenésicas: si se busca un mundo nuevo, se necesitan nuevos superhéroes y éstos han de ser los que sobreviven, frente a los que caen cobardemente. La psiquiatría, esa mal llamada ciencia, es una de las armas más sutiles, financiada y guiada por las multinacionales farmacéuticas, las mismas que fabricaron los caramelos covidianos.
¿Psiquiatría o psicología? ¿Y qué clase de psicólogos, comprados por la agenda 2030 y fieles vasallos de sus amos, habiendo olvidado sus juramentos por la humanidad y su bienestar?
Siempre es mucho mejor un buen tratamiento psicológico, ver las raíces de los problemas, asumirlos, resolverlos valientemente y curar el alma que enfermar al espíritu y dejar que los enfermos gobiernen el mundo y te digan que tú eres problema, tal como te explican con sus uniformes tan blancos.
La casta política, la WEF, ONU y otras inmundicias quieren deshacerse de los ancianos porque cobran y no producen, pero quieren que soliciten ellos mismos ser asesinados, la vieja bruja Chistrine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo cuando era directora del Fondo Económico Mundial dijo que los ancianos eran u-n problema para la economía mundial y que había que hacer algo, ese algo lo empezaron a hacer cuando comenzó el cuento chino en 2020 y lo siguen haciendo pero esos desgraciados quieren que ellos mismos soliciten ser asesinados, los viejos de la élite esos no sobran sobran los que consideran ganado.