Tras enterarnos la pasada noche que Sánc-HEZ anunciaba para hoy una declaración institucional estuvimos pendientes de escucharla en directo. No porque esperáramos dimisiones, convocatoria de elecciones, ni nada parecido. Simplemente, queríamos escuchar lo que decía el máximo responsable del drama humanitario y económico que vive una nación que se está desangrando por momentos y que está viviendo sus últimos coletazos.
¿Iba a pedir perdón a las víctimas? ¿Iba a reconocer los errores o esas culpas que, excepto los más forofos, han sido vistos por todo el mundo? ¿Iba a anunciar algún tipo de medida extraordinaria para paliar la tragedia y el drama que se está viviendo en Valencia? ¿Iba a hacer algún tipo de mención a la sospechosa apertura de las compuertas de las presas que han provocado la muerte de miles de personas? ¿Iba a reconocer la falsedad de los datos que se están ofreciendo sobre el número de víctimas? ¿Iba a reconocer los fallos, o no tan fallos, en el auxilio y las ayudas de los damnificados?
Nada de eso y, aunque no se lo puedan creer, todo lo contrario. Alabanzas y parabienes tanto para él, como para Teresa Ribera. Ha presumido de gestión. Ha presumido del «compromiso de España en la lucha contra el climacambiático». Ha alabado la «labor» de Teresa Ribera en ese asunto y le ha reconocido «sus méritos». Ha presumido de la situación económica de España, mientras en Valencia, los damnificados de las riadas, están pasando todo tipo de necesidades y calamidades ante la inacción absoluta del estado. Nos ha vuelto ha demostrar un desequilibrio mental que cada día es más evidente (observen los movimientos de sus manos a lo largo de la intervención).
Nos ha dejado claro que los españoles tenemos un serio problema con él y que ese problema solo se solucionará con la intervención de una sociedad civil, que todavía sigue atontada, acobardada y completamente ajena a todo.
Este tipo ni se va, ni se irá nunca. Y olvídense por completo de la supuesta oposición política porque ni está, ni se le espera. Una oposición que, excepto ciertos discursos de Santiago Abascal, es cómplice de un sujeto que nunca debería haber llegado a ocupar un puesto como el que ocupa.
La situación es grave, complicada y muy difícil de solucionar. En estos momentos es casi imposible. Los valencianos ya lo saben porque lo están sufriendo en sus propias carnes pero ahora no se puede contar con ellos porque bastante tienen con recuperar sus vidas. Lo que nos preguntamos es si el resto de los españoles van, vamos, a esperar a sufrir algo similar a lo que están sufriendo los valencianos para que nos demos cuenta.