Elecciones en Cataluña: España se hunde y los españoles siguen actuando como la orquesta del Titanic

Ayer se «celebraron» las Elecciones de Cataluña y de nuevo nos volvimos a encontrar con múltiples situaciones que, ciertamente, nos resultaron un tanto surrealistas y descaradas. Por la mañana todos los medios de manipulación se hicieron eco de las incidencias en los trenes de cercanías de Barcelona, una incidencia que, casualmente, coincidía con la de los trenes entre Valencia y Madrid en las Elecciones Generales que, nuevamente, impedía que muchos catalanes pudieran acudir a votar con normalidad. Y no pasa nada…

A lo largo del día las noticias eran las habituales, que si ya había votado fulanito, o menganito, que si el porcentaje de participación era tal o cual, y alguna que otra anécdota con la que rellenar publicaciones y de esa forma mantener entretenido al personal.

Como es habitual, a las 20:00 horas cerraron los colegios electorales y comenzaron los recuentos. Y también como es habitual, España batió de nuevo el récord mundial de recuentos, estando contadas casi el 100% de las papeletas electorales casi dos horas y media después del cierre de los colegios.

O sea que a las 22:30 de la noche ya sabíamos que Salvador Illa, alucinen con el personaje, había conseguido 42 escaños, que el partido de Puigdemont había conseguido 35 y que el PP había logrado 15 escaños, subiendo 12 con respecto a las elecciones anteriores. Es decir, con estos resultados nos vienen a contar que los españoles, en este caso los catalanes, están encantados con el agendismo, con los encierros ilegales, con la inmigración descontrolada de delincuentes, con el jeta que se fuga y que va a ser amnistiado, con el partido pepero del indescriptible Feijóo, aquel que quería imponer el brebaje obligatorio… los resultados nos venían a decir que el español medio, con respecto a la política, opina que cuanto peor, mejor.

¿Se lo creen? Nosotros no. La manipulación electoral existente en todas y cada una de las elecciones que se celebran en España es cada vez más evidente. Si se dan cuenta, en todas las convocatorias electorales se nos viene a decir que el español medio no quiere que cambie el sistema mafioso que sufre. En todas las convocatorias electorales los controladores del sistema recolocan las fichas para que, al final, el sistema nunca cambie y solo se cambien las caras de vez en cuando, para que todo siga igual: el mismo perro con diferente collar.

Y como a la «chusma», que es lo que nos consideran, hay que darle algo de «carnaza» de vez en cuando para que se calme y siga pagando las juergas, se le dice, como sucedió ayer, que el separatismo no suma para conseguir mayoría absoluta. De esta forma, los feligreses se quedan tranquilos y aletargados durante una temporada para seguir sufriendo abusos continuos.

¿Realmente puede haber alguien que, a estas alturas de la función, se pueda creer que puede haber diferencia alguna entre partidos como PSC, Junts, ERC o PP, por poner algunos ejemplos? ¿Qué han hecho en estas elecciones? Recolocar las fichas de todos ellos para que el resultado siga siendo el mismo. ¿Dónde se encuentran los electores, por decirlo así, más desconfiados? Pues en partidos como VOX, al que le dan los mismos resultados para que no se alteren, y ese nuevo partido llamado Alianza Cat., que está en contra de la inmigración masiva.

Mientras tanto, el sistema se engrasa de nuevo y juega con las percepciones de los que todavía acuden a las urnas, haciéndoles creer que su voto sirve para algo. Gente a la que, tal y como sucedió con los brebajes, no se le convence de nada que no salga por la tele, a pesar de las pruebas en contra que vayan apareciendo. Se puede considerar que son casos perdidos.

Mientras tanto, y como sucede ya en casi toda España, la gran vencedora de estas elecciones es la abstención. En Cataluña ha votado un 57,94% de las personas con derecho a voto. Es decir, un 42,06% de la población le ha dado, nuevamente, la espalda al sistema de una forma aplastante.

El sistema se mantiene porque poco más de la mitad de los españoles con derecho a voto se lo sigue creyendo y sigue jugando a su juego. Hay muchos que podrán decir que la abstención no sirve para nada, y eso es algo que puede ser cierto. Pero nosotros decimos que sí sirve, aunque no sea de manera efectiva y palpable. Por lo menos, los que no participan de esta farsa pueden decir que tienen la tranquilidad moral de no participar en una estafa, en un juego de trileros con el que se pretende conseguir que la plebe esté tranquila creyendo que su opinión sirve para algo.

Nosotros seguimos creyendo que el jueguecito es tan descarado, que nos sigue llamando la atención que todavía haya tanta gente cayendo en él. Salvando las distancias nos recuerda a lo que sufre un ludópata, por mucho dinero que pierda, en su cabeza siempre tiene metida la posibilidad de un golpe de suerte que le lleve a recuperar todo lo perdido de un plumazo. Algo que no sucede nunca.