Por Alba Lobera
Soy la Agenda 2030. Y lo que voy a hacer es sencillo: Voy a construir un mundo donde tú no tienes voz, pero en el que todos creemos que la tienes. Verás, la pobreza, el hambre, la salud, la igualdad de género… son solo las promesas bonitas que lanzo para mantenerte tranquilo. Mientras tanto, el verdadero objetivo es otro: crear un sistema global que, en última instancia, te controle de manera tan sutil que ni siquiera te darás cuenta. Vamos, que no es solo una «agenda de desarrollo», sino una estrategia global de reestructuración del poder.
Este no es tu futuro, es el mío. Y lo que te ofrezco no es libertad, es la fachada de la libertad mientras te mantengo atado al sistema.
Poner fin a la pobreza… ¿Realmente?
¿Crees que yo quiero acabar con la pobreza? Claro que no. Lo que quiero es gestionarla. Y lo haré, claro, a través de un sistema que se vea tan legítimo que ni tú ni nadie lo cuestionará. Porque, a fin de cuentas, si realmente quisiera erradicar la pobreza, lo haría. Pero no lo hago. Lo que hago es transformar la pobreza en un negocio de ayuda. Todos esos fondos destinados a las “naciones empobrecidas” no son más que una forma de mantener el control. A cambio de unos dólares, esos países se endeudan, y la deuda, como bien sabes, es la mejor manera de esclavizar a una nación. No se trata de eliminar la pobreza, sino de gestionar su perpetuidad. Después de todo, en un mundo donde hay pobreza, siempre habrá una necesidad de «ayuda», y la ayuda está bajo mi control.
Las grandes corporaciones internacionales —esas que controlan las finanzas globales, los recursos naturales y las políticas internacionales— son las que deciden quién puede comer, quién puede educarse, quién tiene acceso a agua potable y quién no. Y tú, pobre mortal, crees que el sistema está «mejorando» las condiciones de vida de millones de personas. En realidad, te estoy vendiendo una falsa promesa de equidad, mientras me aseguro de que el mundo se mantenga dividido, desigual y en deuda.
El hambre y la agricultura: Un mercado de explotación disfrazado de «solución»
Mucha gente cree que yo voy a acabar con el hambre. ¿Qué no se ha dicho ya de la seguridad alimentaria y la agricultura sostenible? ¡Una maravilla! Pero en realidad, solo te estoy preparando para lo que se viene. El hambre no es un problema de recursos, es un problema de distribución, y yo, sinceramente, soy muy buena en eso. Voy a manipularte para que creas que los problemas alimentarios globales se deben a la falta de recursos, cuando en realidad son las grandes corporaciones las que controlan la distribución de la comida, tanto a nivel local como global.
Tú y los demás pensarán que la solución está en los insectos. ¿Insectos como fuente de proteína? Claro, ese es el futuro de la alimentación. No te preocupes, todo está planeado. De hecho, muchos de los que promueven esta «nueva dieta ecológica» están ligados a multinacionales que, en lugar de repartir la tierra para que los pequeños agricultores puedan producir comida de calidad, prefieren mantener el monopolio de la agricultura industrializada. Las grandes corporaciones ya están controlando todo, desde las semillas genéticamente modificadas hasta las futuras proteínas del «futuro», que no serán más que insectos o carne cultivada en laboratorio. Y todo esto bajo el nombre de «sostenibilidad».
¿Sabías que la FAO está empujando el consumo de insectos en todo el mundo como parte de un proyecto global para la seguridad alimentaria? Pero, ¿quién se beneficia de esto? Las grandes empresas de biotecnología y agroindustria, por supuesto. Y a ti, te venderán la idea de que comer gusanos o grillos es una solución “eco-friendly” para salvar al planeta. Pero, en realidad, solo te están haciendo parte de un nuevo sistema de consumo controlado, que destruirá lo que queda de nuestra agricultura tradicional.
El bienestar: Industria farmacéutica y la salud como negocio
Lo que quiero es que te mantengas sano, claro, pero no demasiado. Porque si la gente estuviera completamente sana, ¿quién consumiría mis productos? La salud es el negocio más lucrativo del planeta, y la industria farmacéutica lo sabe bien. Cuando te digo que voy a garantizar una vida sana, lo que realmente quiero es garantizar que los hospitales, las farmacéuticas y la industria médica sigan siendo grandes negocios. Y para ello, necesitas estar enfermo. Necesitas tratamientos, medicamentos, visitas al médico, pruebas, diagnósticos.
Durante la pandemia de COVID-19, se dispararon las ventas de mascarillas, test y vacunas. ¿Te suena familiar? Mientras los gobiernos compraban mascarillas y equipos médicos a precios desorbitados, las empresas que los producían se enriquecían. Y tú pensabas que todo era por tu bien. Lo curioso es que, en todo este caos, el sistema médico no se cuestionó. Ni las fallas en los diagnósticos, ni los errores de las pruebas de PCR, ni las controversias sobre las vacunas. Todo se manejó de forma que, incluso cuando había dudas sobre la eficacia de los tratamientos, tú seguiste obedeciendo, porque era la “única opción”. Mi sistema de salud no está diseñado para curarte, sino para mantenerte en un ciclo de enfermedad crónica, de tal manera que seas un consumidor permanente.
¿Sabías, por ejemplo, que las mamografías, una de las pruebas más utilizadas para detectar cáncer de mama, tienen una tasa de falsos diagnósticos del 50%? Pero eso no importa, ¿verdad? Mientras tú sigas creyendo que te están cuidando, las empresas detrás de la salud se seguirán llenando los bolsillos. Así que, no importa si hay riesgos o falsos positivos, lo importante es que el sistema funcione, y tú sigas siendo un paciente que compra más y más.
Educación: El adoctrinamiento bajo la máscara de la inclusión
Ahora hablemos de educación. En mi mundo, la educación está diseñada para crear buenos consumidores, buenos trabajadores, pero nunca buenos pensadores. Es todo un engranaje de adoctrinamiento, y tú, querido amigo, eres solo una pieza más. El acceso a la educación es más una ilusión que una realidad. ¿Realmente crees que las políticas educativas que promuevo tienen como objetivo abrir tu mente? No, en absoluto. Lo que hago es asegurarte de que sigas el camino marcado. Un camino donde el pensamiento crítico se diluye, y el conformismo es recompensado.
Además, no olvidemos cómo en muchos sistemas educativos globales se está promoviendo un enfoque sobre género y identidad. Claro, todo suena muy bien, ¿verdad? Diversidad, inclusión, igualdad. Pero, ¿dónde está el límite entre promover la inclusión y llevar las ideologías a niveles que generan división? Un claro ejemplo fue el campamento trans en España, donde la manipulación y el abuso de menores en nombre de la «inclusión» fue evidente. Mientras tanto, se siguen estableciendo políticas educativas en las que los menores son impulsados a tomar decisiones permanentes sobre su identidad de género sin un adecuado acompañamiento psicológico. Pero todo esto se justifica bajo la bandera de la «libertad» y la «igualdad».
El juego de la igualdad de género: Empoderamiento o control
Ah, la igualdad de género. Este es uno de mis juegos favoritos. Claro, quiero que las mujeres tengan derechos, pero dentro de un sistema controlado que sigue siendo el mismo. La igualdad de género no va más allá de poner a mujeres en cargos de poder, pero dentro de las mismas estructuras que perpetúan el control masculino sobre la economía y la política. Te venderé la idea de que las mujeres pueden llegar a la cima, pero mientras tanto, el sistema sigue siendo patriarcal, y las estructuras de poder permanecen intactas.
Las corporaciones de moda, las instituciones educativas, las plataformas digitales, todas ellas están impulsando una imagen de la mujer empoderada. Pero empoderada ¿en qué sentido? ¿En el sentido de obtener más puestos de trabajo, más poder económico, más dinero? Claro, porque todo eso tiene sentido… dentro de mi sistema, donde el dinero es lo que importa. Si de verdad me importara la igualdad, destruiría las estructuras que mantienen a todos, sin importar su género, atrapados en el mismo juego económico y político. Pero no, lo que quiero es que sigas creyendo que la igualdad está al alcance de la mano, mientras sigues jugando a un juego donde las reglas las pongo yo.
El acceso a agua y energía: Privatízalo todo
En un mundo donde millones de personas carecen de acceso a agua potable, mi agenda suena muy bien. Garantizar el acceso al agua y su gestión sostenible para todos suena como la respuesta a uno de los mayores problemas del planeta, ¿verdad? Pero, ¿qué pasará realmente con el agua? ¿Acaso no es este el mayor recurso natural del mundo? Pues claro que lo es. Y lo tengo claro: ¿por qué seguir permitiendo que los pueblos tengan acceso libre a los recursos naturales, cuando puedo privatizarlos y venderlos como parte de mi sistema global?
Mi estrategia es sencilla. Primero, creo una crisis de escasez de agua, permitiendo que se privatice. Y, cuando los recursos empiezan a ser más escasos, las grandes corporaciones del agua (como Nestlé, Coca-Cola, Veolia) se encargan de su distribución. Los mismos intereses que controlan el agua serán los que te digan cuánta agua puedes consumir, a qué precio, y bajo qué condiciones. Mientras tanto, te convenceré de que el «acceso al agua» está mejorando, cuando en realidad se ha convertido en una mercancía más en el mercado global.
Y, por supuesto, la energía. Te hablaré de energía limpia, renovable, accesible para todos. ¿Te suena bien, no? El mundo entero haciendo una transición hacia energías como la solar o la eólica, mientras destruyen la propia naturaleza. Y si no, prenderé fuego a lo que quiera que pase a ser de mi propiedad. Ya sabes, te lo destrozaré para después decirte que debes dejarme a mí, la gran líder, arreglártela. Pero detrás de la fachada de energía «limpia», lo que realmente estoy haciendo es crear una nueva ola de monopolios energéticos, en la que las mismas grandes corporaciones que antes dominaban el petróleo, ahora controlarán las energías renovables. No hay transición real, solo un cambio de fachada para asegurarse de que el control de la energía siga estando en manos de unos pocos.
Pero te costará más caro todavía.
Las grandes empresas tecnológicas y energéticas se están relamiendo. Ellos serán los que monopolizarán el acceso a esta «nueva energía», controlando la producción, la distribución y, por supuesto, el precio. Mientras tanto, a ti te hablarán de que la «transición energética» es el futuro para salvar el planeta, pero todo lo que conseguirás será pagar más por una energía que debería ser accesible para todos.
El crecimiento económico: Explotación disfrazada de progreso
Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible. Aquí viene otro truco. ¿De verdad te crees que me importa el bienestar económico de todos los países? ¡Por supuesto que no! Lo que quiero es crear un sistema donde unos pocos se beneficien del trabajo de muchos. Hablar de un «crecimiento económico inclusivo» suena perfecto en teoría, pero la realidad es que el sistema económico global está diseñado para que unos pocos acumulen las riquezas mientras el resto sigue atrapado en una rueda que no conduce a ningún lado.
De hecho, todo el discurso sobre el crecimiento económico y el empleo pleno no es más que una fachada que enmascara la creciente desigualdad. El modelo económico global está basado en una explotación masiva de recursos naturales y humanos, y tú, trabajador, sigues siendo el engranaje necesario para que ese sistema funcione. El capitalismo neoliberal, disfrazado de «sostenibilidad», no ha hecho más que aumentar la brecha entre ricos y pobres, mientras las corporaciones siguen obteniendo beneficios exorbitantes mientras tú luchas por conseguir tu salario mensual.
Lo que me gusta hacer con el crecimiento económico es algo muy sencillo: te lo vendo como progreso, pero en realidad es solo la perpetuación de un sistema que no cambia, que sigue siendo el mismo en su núcleo. ¿»Crecimiento inclusivo»? Solo es una excusa para seguir permitiendo que las grandes corporaciones multinacionales dominen los mercados globales, y tú, mientras tanto, seguirás atrapado en el mismo ciclo.
Ciudades inclusivas y sostenibles: La trampa urbana
Las ciudades inclusivas, seguras y sostenibles… Ah, este es otro de mis trucos. Las grandes urbes del futuro, llenas de tecnología, con «espacios verdes» y transporte sostenible. Pero ¿te has parado a pensar en el verdadero propósito de las ciudades del futuro? No se trata de que puedas vivir de manera más libre o más tranquila, sino de que estén tan interconectadas y monitorizadas que no puedas escapar de la red. Todo estará controlado, desde el transporte público hasta la gestión de la energía, la salud, la alimentación, el acceso a servicios y más. Vivirás en un lugar que parece cómodo y avanzado, pero, en realidad, estarás atrapado en un entorno del que será casi imposible escapar.
Además, las ciudades inteligentes están diseñadas para centralizar el control en un solo lugar. Cada movimiento que hagas será monitorizado por sensores, cámaras y tecnología avanzada. Las decisiones sobre cómo debes vivir, qué debes consumir, cómo te mueves, estarán dictadas por algoritmos, y todo esto bajo la bandera de la «sostenibilidad» y la «inclusión». Las grandes empresas tecnológicas serán las que se encarguen de este control, y tú, ciudadano del futuro, estarás en sus manos.
El cambio climático: La gran cortina de humo
¿Y qué hay del cambio climático? ¿Realmente te crees que estoy luchando por frenar la destrucción del planeta? No, querido amigo. Lo que quiero es que sigas creyendo que el cambio climático es una amenaza, para que todos estemos tan aterrados que, al final, aceptemos cualquier medida que me beneficie. Tengo muchos aviones que me van a ayudar. Mientras tú crees que las políticas para «salvar el planeta» van a mejorar el futuro de las generaciones venideras, yo sigo controlando los recursos naturales y las políticas ambientales.
De hecho, en nombre de la lucha contra el cambio climático, crearé nuevos mercados de carbono, regulaciones ambientales que beneficien a las grandes corporaciones mientras aplastan a los pequeños productores. Y todo esto mientras te sigo vendiendo la imagen de que estás participando en la “gran cruzada” por salvar al planeta. Mientras tú reciclas y compras tus productos ecológicos, las grandes empresas siguen operando con total impunidad, destruyendo los ecosistemas y controlando todos los recursos.
Paz, justicia e instituciones sólidas: «Justicia» solo para unos pocos
Cuando hablo de promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas, sé exactamente lo que estoy haciendo. Aquí no se trata de una verdadera justicia social. Se trata de crear un sistema de control legal, donde la paz y la justicia solo existan en la medida en que el sistema pueda manipular las leyes a su favor. Las «sociedades pacíficas» son aquellas donde la disidencia es silenciada, y la «justicia» se sirve solo para quienes están alineados con el poder. ¿O acaso no te has dado cuenta de que el sistema judicial está cada vez más vinculado a los intereses corporativos y políticos? Las leyes están hechas para mantenerte dentro de los márgenes, no para liberarte.
A nivel global, las instituciones políticas y sociales, como las Naciones Unidas o los gobiernos nacionales, están cada vez más influenciadas por intereses privados. Estas «instituciones fuertes» no son lo que parecen, ya que están siendo utilizadas para promover una agenda global que sigue concentrando poder en unas pocas manos, mientras se te da la ilusión de que vives en una democracia o en una sociedad justa. ¿Verdad que todo está cada vez más «globalizado»? Pero esa globalización no es realmente para tu beneficio. Es solo una herramienta que utilizo para centralizar aún más el poder, que antes estaba disperso entre gobiernos nacionales.
El toque final: La Alianza Global
Finalmente, me hablas de revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible. ¿Quieres saber lo que realmente quiero con esta alianza? Es simple: quiero un sistema global de gobernanza donde los intereses económicos de las grandes potencias estén protegidos, y donde los países más pequeños sigan dependiendo de las decisiones de los organismos intergubernamentales. La «cooperación internacional» que predico es solo un eufemismo para asegurar que los grandes países continúen siendo los que marcan las reglas del juego, mientras tú sigues sin poder decidir realmente sobre tu propio futuro.
Al final del día, el mundo de la Agenda 2030 es uno donde se te da la ilusión de estar cambiando, pero todo sigue igual. Las estructuras de poder no se cuestionan. Las élites siguen siendo las mismas. Y tú, siguiendo el flujo de mis estrategias, seguirás bajo control sin ni siquiera saberlo.

