En un hilo exhaustivo publicado en X el pasado 12 de junio de 2024, el médico y doctor en filosofía Daniel Corcos, conocido por su labor como denunciante en el ámbito de la ciencia médica, desmonta uno de los pilares fundamentales de la medicina preventiva moderna: el cribado mamográfico. Titulado The Fraud of Breast Cancer Overdiagnosis, este hilo se presenta como el análisis más completo y educativo que ha realizado sobre el tema.
Corcos, con una trayectoria marcada por su investigación sobre cánceres inducidos por mamografías, invita a los lectores a compartirlo si lo consideran valioso. A lo largo de más de 20 publicaciones interconectadas, expone datos históricos, evidencias científicas y un presunto encubrimiento sistemático que ha puesto en riesgo la salud de millones de mujeres. Este artículo resume fielmente el contenido del hilo, integrando sus argumentos clave de manera narrativa y accesible.
La implementación del programa de cribado mamográfico en Estados Unidos en la década de 1los 80 del siglo pasado coincidió con un aumento drástico en la incidencia de cáncer de mama. Esto no era del todo sorprendente: el objetivo del cribado es detectar tumores años antes de que se manifiesten clínicamente, lo que inevitablemente elevaría las cifras de diagnósticos. Sin embargo, como explica Corcos, el problema radica en que esta incidencia nunca regresó a sus niveles previos. Al contrario, se mantuvo elevada de forma permanente.
Las imágenes adjuntas al hilo ilustran este fenómeno de manera gráfica. En una mamografía normal (izquierda), el tejido mamario aparece denso y homogéneo, sin anomalías visibles. En la imagen contrastante (derecha), se observa una lesión nodular bien definida, un hallazgo que, según Corcos, podría representar un cáncer detectado precozmente… o uno inducido por el propio procedimiento.
The Fraud of Breast Cancer Overdiagnosis
This thread is the most comprehensive and educational I’ve done on the subject.
If you find it valuable, please RT.— Daniel Corcos (@daniel_corcos) June 12, 2024
Como resultado, las mujeres estadounidenses terminaron enfrentándose un riesgo vitalicio de cáncer de mama mayor que antes de la introducción del cribado. Este patrón no es exclusivo de EE.UU.: todos los países que adoptaron el cribado mamográfico experimentaron incrementos similares en la incidencia.
Dos Explicaciones Posibles: Sobrediagnóstico vs. Cánceres Inducidos por Radiación
Corcos plantea dos hipótesis para este enigma epidemiológico:
- Sobrediagnóstico: La mamografía detecta cánceres que nunca habrían progresado ni causado síntomas (cánceres «inactivos» o de bajo riesgo).
- Cánceres inducidos por la radiación: Las rayos X utilizados en las mamografías generan mutaciones que provocan nuevos tumores.
La segunda opción parecía descartada de antemano. Una comisión de expertos, supervisada por el Ejército de EE.UU., había avalado que la dosis de radiación en una mamografía era «inofensiva». Pero, como denuncia Corcos, esta afirmación carece de base científica sólida; al contrario, contradice evidencias acumuladas. Se apoyaba en argumentos propagandísticos absurdos, como equiparar la exposición de un segundo de mamografía con siete semanas de radiación natural ambiental. La American Cancer Society, en su sitio web, ha perpetuado esta narrativa sin cuestionarla.
Los peligros de los rayos X médicos no eran un secreto en los años 60. John Gofman, biofísico y médico encargado de estudiar los efectos biológicos de la radiación en la Comisión de Energía Atómica de EE.UU. (AEC), identificó tempranamente los riesgos cancerígenos, especialmente para el cáncer de mama. Sus hallazgos alarmaron al establishment: la radiación ionizante, incluso en dosis bajas, podía inducir cánceres.
Sin embargo, Gofman fue marginado. El Ejército, que supervisaba el desarrollo de la energía nuclear civil (un proyecto de investigación de doble uso con implicaciones militares), cortó su financiación y lo expulsó. En su lugar, la AEC promovió a expertos complacientes que minimizaron los riesgos. Gofman, con más de 100 publicaciones científicas, vio censurados sus artículos sobre radiación y cáncer de mama. En 1995, publicó el libro Preventing Breast Cancer: The Story of a Major, Proven, Preventable Cause of This Disease, que vendió miles de copias pero fue ignorado por revistas médicas y científicas, recibiendo solo reseñas negativas.
Este episodio, según Corcos, fue el primer indicio de que publicaciones sobre temas de «investigación de doble uso de preocupación» (DURC) requerían el aval implícito del Departamento de Defensa de EE.UU. La censura no era casual: exponer los riesgos de la radiación podría haber desmantelado industrias enteras, desde la nuclear hasta la médica.
Hacia finales de los 90, datos alarmantes surgieron de Suecia, pionera en cribado mamográfico: no se observó reducción en la mortalidad por cáncer de mama. Estudios posteriores confirmaron esto globalmente: aunque la mortalidad ha disminuido gracias a avances terapéuticos (como quimioterapia y hormonoterapia), el cribado no contribuyó en absoluto.
Esto es paradójico. Ensayos clínicos aleatorizados realizados en condiciones menos favorables, mostraron una reducción significativa en la mortalidad en solo siete años (ver estudio de 1988 en The Lancet). El cáncer de mama parecía ideal para el cribado: progresión lenta y alta letalidad si se detecta tarde. ¿Por qué falló en el mundo real?
La explicación lógica —que los beneficios se anularon por cánceres inducidos por rayos X— fue tabú. En su lugar, surgió una ola de críticos del cribado que atribuyeron el exceso de casos al sobrediagnóstico. Corcos argumenta que esta narrativa fue conveniente para el Departamento de Defensa, evitando exponer 30 años de encubrimiento con consecuencias incalculables. Investigadores fueron «orientados» sutilmente hacia esta hipótesis, financiada y promovida por instituciones afines.
El epidemiólogo H. Gilbert Welch profundizó el escándalo al analizar la incidencia de cáncer de mama metastásico en EE.UU. (estudio de 2015 en New England Journal of Medicine). Resultado: el cribado no redujo en absoluto los casos metastásicos. Si el sobrediagnóstico fuera la causa principal del aumento de incidencias, se esperaría una caída en metástasis al detectar tumores tempranos. Pero no ocurrió.
Corcos extiende este análisis: las mamografías, con su compresión mecánica y exposición repetida a rayos X, no solo detectan, sino que inducen cánceres agresivos. Datos de cohortes muestran que las mujeres expuestas anualmente desde los 40 años acumulan dosis equivalentes a miles de rayos X, superando umbrales de riesgo conocidos.
El hilo de Corcos no es solo una crítica científica; es un acto de denuncia. Revela cómo intereses militares y corporativos han priorizado la propaganda sobre la salud pública, afectando a generaciones de mujeres. El sobrediagnóstico, lejos de ser una «explicación benigna», encubre un iatrogenia masiva: cánceres causados por el «tratamiento preventivo».
Corcos concluye implícitamente que es hora de replantear el cribado: priorizar tecnologías de bajo riesgo, informar transparentemente a las pacientes y demandar investigaciones independientes. Su trabajo, respaldado por referencias a estudios clave (como los de Gofman, Welch y meta-análisis suecos), invita a un debate urgente.

